Capítulo 43.

1089 Words
NUEVA PISTA DOCTOR JIMÉNEZ Al poco tiempo, enciendo la grabadora y comienzan a escucharse truenos y lluvia. — Valeria, ¿Estás bien? — pregunto intentando hacerla volver, pero ella no responde, sólo sé estremece — ¡Valeria! Está lloviendo, deberíamos irnos de aquí. En ruido de la tormenta se intensifica, pues subo el volumen y todos vemos cómo ella se coloca las manos en la cabeza y empieza a gritar. — ¡No, no! ¡Sácame de aquí!... — Se altera y sus gritos se repiten Ella ha reaccionado, tengo esperanza de que al despertar haya vuelto en sí misma, pues en un momento deberé sedarla. — ¡Déjame! ¡No me toques! ¡Vete! ¡Auxilio! ¡Por favor, ayúdenme! No quiero estar aquí, por favor, déjame ir — Sus gritos disminuyen convirtiéndose en una voz lastimosa y suplicante, como si estuviera hablando con otra persona — Valeria, ¿Me escuchas? Soy el doctor Jiménez — Por favor, déjame ir, sabes que no debería estar aquí, ayúdame, te lo ruego, pídeme lo que sea y yo te lo daré, sólo ayúdame a escapar — Valeria, ¿Puedes decirme con quién hablas? — Ya viene, viene por mí, ¡Viene por mí! ¡No, por favor, no me hagas daño! ¡No me lastimes! — Tengo que sedarla en este momento, no podemos esperar más. Aplico el sedante y ella se queda dormida poco a poco, Alan la acomoda en su cama y todos salimos para dejarla descansar. Nos reunimos en el despacho para sacar conclusiones, todos coincidimos en que quizá alguien la ayudó, alguien que en este momento podría estar sin vida. — Llamaré al oficial que lleva el caso de mi hermana, quizá él pueda darnos información sobre algún muerto durante esas fechas, debe haber algo. — Sugiere Eduardo. — Cuando sepas algo, avísame, quiero los detalles, los necesitamos para encontrar a su agresor — ¿Agresor? ¿Crees que haya sido uno sólo? — cuestiona Alan — Ella dijo “ya viene” y no “ya vienen”, debemos guiarnos por sus palabras, es lo único que tenemos como pista. — Tienes razón. — responde Alan — Eduardo, yo quiero ver al oficial, por favor, no me excluyas — Bien, le pediré que nos vea en tu consultorio, Alfredo, así podremos estar los tres — responde Eduardo — Creo que debemos considerar que la persona que buscamos muerta, puede no haber sido reportada, aún — Sugiere Fabi — Entonces, debemos incluir personas desaparecidas — Y yo voy a seguir prendiendo mis veladoras a mis santitos para que les ayuden a resolver ésto cuánto antes. EDUARDO Alfredo ya se fue y bueno, ya es tarde, no quiero darle el anillo a Fabi en estás circunstancias, esperaré a mañana, quizá Valeria despierte mejor y pueda ser testigo de ese momento tan importante, como todos los demás, Fabi querría que su mejor amiga estuviera presente para… no lo sé, para cosas de mujeres, como abrazarse, gritar y festejar, además de analizar el anillo con entusiasmo, claro, así que a esperar. Además, me impactó mucho escuchar a mi hermana así, suplicando por ayuda, asustada, aterrorizada, luchando por su vida, por regresar, Dios mío, ¿Pero por qué alguien pudo ser tan cruel con ella? Ella nunca lastimó a nadie, jamás hizo algo para que alguien pensara en lastimarla, ¿Quién será ese psicópata? ¿Habrá más víctimas como Valeria? Definitivamente, debo llamar al oficial. KARINA Después de un largo viaje por el mundo, alguien me dijo que Eduardo ya está de regreso y aún no le perdono la humillación, mira que dejarme a mí frente a todas mis amistades, que ni crea que se me ha olvidado, por eso decidí volver sólo para dejarle claro que puede ir por la vida así como si nada hubiera pasado, así son pagar lo que me hizo. ALAN Ya es de día y Valeria sigue dormida, está tan tranquila, por hoy no hubo pesadillas y eso debe ser bueno, alguien toca la puerta. — Buenos días, joven Alan — es Tina que traen un par de cafés — Tina, no te hubieras molestado — le ayudo a cargar las cosas — Si no es molestia, lo usé de pretexto para venir a ver a mi niña Valeria — No necesitas pretextos para eso, tú puedes venir cuando quieras — Gracias, mijo — ella la mira con angustia — Pasó buena noche, ha dormido como los mismos ángeles, verás que hoy amanece como nueva — Dios te oiga, mijo, dios te oiga. Pero ya es tarde y el almuerzo se va a enfriar, anda, baja a comer algo, no puedes andar así con el estómago vacío — Ya estoy acostumbrado, Tina — Muy mal, pero no te preocupes, ahora vives en esta casa y yo nunca dejaré que te mal pases de nuevo — Gracias, Tina — Y por favor, cuando hables con Manuelito, dile que venga a visitarme de vez en cuando, cuando no esté Mija, porque yo lo extraño mucho y estoy tan preocupada por él — Yo le digo, Tina, y muchas gracias por tu cariño y tus cuidados, a él le hacen mucha falta. — Y a ti te hace falta almorzar, ándale… VALERIA Estaba tan cansada que ni siquiera recuerdo a qué hora me dormí, bueno, ni a qué hora llegamos, de seguro es otra laguna mental, ni modo, ya estoy acostumbrada a olvidar cosas, veo el reloj y ya es tarde, ¡Santo Dios! Sí que dormí, debe ser efecto del embarazo y también está hambre que tengo, podría devorarme todo en un segundo. Veo en mi buró una taza de café, de seguro fue Alan o mi nana, debo apresurarme a bajar, si no me urgiera un baño, bajaría así como estoy, pero sí lo necesito. EDUARDO Veo a Alan almorzando y decido acompañarlo con una taza de té, así aprovecho para darle indicaciones. — Sé que debes estar ansioso por visitar tu antro, pero él oficial aceptó vernos esta tarde — No importa, sé que Manuel hace un excelente trabajo — Perfecto, entonces nos vemos en casa de Alfredo — Allí estaré. — Mi niña Valeria no tarda en bajar, hace un momento escuché la regadera de su recámara — indica Tina — Bien, entonces, nada de hablar del tema — De acuerdo — Y bueno, ya que estamos casi todos, quiero pedirles que nos veamos aquí a la hora de la comida, hay algo importante que debo decirles y quiero que estén todos...
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