-¡Sabina, vamos bájate de ahí! -pidió la niña estirando los brazos para coger a su gatita que estaba encima del árbol. La gata blanca había subido muy alto y no lograba bajarse sola -Por favor, Sabina, ¡bájate! -¿Ocurre algo pequeña? -preguntó Will sorprendiendo a la niña. El empresario quedó impactado con sus grandes ojos azules. Su mirada era idéntica a la de su fallecida madre. -Mi gatita se ha subido al árbol y no quiere bajar. -contestó la niña, y a William se le enterneció el corazón. Era una muñeca hermosa, sintió que solo con su voz le robó el alma. -Tu gatita ha subido muy alto, cariño, y no puede bajar porque está asustada.-explicó Will, y la niña frunció el ceñito preocupada. Mientras Lucille la miraba con indiferencia. La aparición de la niña la tenía más molesta que cuan