El almuerzo fue un desastre. Mi madre con sus errantes comentarios, papá queriendo sacar provecho de la situación y Eric con sus burlas. Fue una total mierda. Los dientes de Elliot mordisquea mi cuello mientras subimos el elevador hasta el ático y solo puedo recargarme contra su duro cuerpo y entregarme a las sensaciones que me provoca su toque. Sé que está mal. No debería ceder al deseo. Pero esto es más fuerte que yo y el bastardo sabe jugar sus cartas. Al menos la tarde no será una total perdida. Suspiro cundo una de sus manos se planta en mi vientre y entra en mis pantalones. —Elliot. —No me digas que te has arrepentido —susurra antes de chupar el lóbulo de la oreja. Echo la cabeza hacia atrás. —No. En realidad, no es eso, solo que podrían vernos a través de las cámaras de se