—Ellos nos van a encontrar, nos van a matar —se escuchó que dijo un joven, se notaba que estaba destrozado del miedo.
—¡Cállate! ¡Vas a hacer que te encuentren, idiota! —Esa era Rossy y a quien regañaba era a Mailk.
El papá de Mailk lo abrazó y después su mamá le dijo unas palabras que lo comenzaron a tranquilizar.
Así pronto todos salieron de la aldea, cuando lo hicieron, se sintió un pequeño temblor. Algunos gritos se escucharon, Peter empezó a llorar y por más que Christal lo calmaba el niño estaba destrozado por los nervios.
—¡Calmen a sus hijos, harán que nos encuentren! —empezaron a gritar.
El cielo estaba muy n***o, poco a poco la oscuridad atrapaba todo el lugar y era difícil no asustarse. Se escuchó el llanto de los demonios y se dieron cuenta que era la primera vez que un número tan inmenso de demonios se juntaba en la diminuta aldea.
Empezaron a caminar cuando el pequeño temblor había cesado. Las personas poco a poco fueron incrementando la rapidez con la que avanzaban y poco a poco se fueron viendo personas que empezaron a correr.
Un joven de tes oscura se acercó a Christal y Rossy, era el exnovio de Christal, Fernando.
—Vamos, corran, van a comenzar a atacar, adéntrense al bosque —ordenó a susurro.
—¿Qué? —inquirió Christal con nerviosismo.
—¡Señoras, corran lo más posible! —gritó Fernando, comenzándose a desesperar mirando a las madres de las chicas.
Así fue como ellas comenzaron a correr por el bosque, Fernando traía en su espalda a Peter, el joven estaba entrenado para este tipo de situaciones, así que tenía una gran resistencia. Por momentos debía controlarse para no perder de vista a las mujeres.
Christal corría con todas sus fuerzas por el bosque, se acordó de sus padres y miró hacia atrás. Esto hizo que cayera al pasar por una parte lodosa y rodara por el piso.
Llegaron al prado que los separaba del otro extremo del bosque y notaron que el viento estaba furioso; los demonios se paseaban de un lado a otro sobre su cabeza mientras avanzaban fingiendo que no temían, pero sus andares eran tensos y… pronto uno de los demonios bajó y se llevó a una mujer.
Los gritos de horror se escucharon a diestra y siniestra. Aquello fue como la señal para que la carrera de quién se mostraba más aterrado diera inicio.
Las personas empezaron a correr por todas partes y los demonios bajaron a llevárselas entre sus bocas.
La muchedumbre mientras corría por todos lados despavorida fue atacada los Oscuros que tenían enormes bocas, se abalanzaban a las personas y las alzaban por el cielo; cuando les destrozaban el cuerpo, les sacaban su energía vital y al final los dejaban caer al piso completamente con un rostro de espanto y los ojos blancos.
—¡Vamos, corramos al bosque! —gritó el padre de Christal a su familia, tomó la mano de su esposa y la de su madre.
—Tranquilo hijo, si no nos alteramos podremos sobrevivir —aconsejó la señora a su hijo y él respiró hondo, como si volviera a entrar en razón (lo que se podía ante una situación como aquella).
—Sí, Peter, no nos va a suceder nada —dijo el señor a su hijo pequeño, el cual había comenzado a llorar en la espalda de Fernando y le mostró una sonrisa.
A su alrededor estaba sucediendo una gran masacre, los demonios dejaban salir sus llantos y abrían sus enormes bocas para tragarse a las personas, después se alzaban al cielo dejaban caer los cuerpos sin vida.
—¡Mamá! —se escuchó la voz de Rossy.
—¡Hija, estoy aquí! Tranquila —se holló la voz de la señora.
—¡Rossy! —gritó Christal, la madre de Rossy y la joven se acercaron a la familia, saliendo de las sombras.
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Mailk estaba llorando mientras miraba aquella escena, sus padres habían sido devorados por un demonio y al parecer él sería el siguiente. El padre de Christal lo vio a lo lejos y corrió a buscarlo para cubrirle sus ojos.
—Tranquilo, vamos, vamos, vas a estar bien —le dijo con voz tranquila cerca a uno de sus oídos.
—Mis papás, mis papás los mató un demonio —soltó el joven en shock.
—Vamos, no te preocupes, tú estarás a salvo.
La familia se adentró al bosque que cada vez se volvía más oscuro y lleno de barro.
En un punto, Christal se alejó del grupo al sentirse cansada y con falta de aire. Sus piernas temblaban, así como sus manos.
—¡Christal, corre, debes de cuidar a Peter! —gritó su madre alterada mientras la alcanzaba junto con su padre.
Christal retomó la corrida y se acercó al grupo donde iba Mailk, Rossy, su abuela, la señora Margaret y Fernando cargando a Peter.
Llegaron a una zona destapada de árboles, donde se podía apreciar en el cielo a los demonios como si tuvieran forma de mantos negros con una gran boca grande, devorando a las personas que soltaban gritos de tortura.
—No miren hacia arriba, hagan todo el silencio posible —ordenó Fernando.
—Hagan completo silencio, pronto estaremos del otro lado —explicó la abuela de Christal.
Así fue como siguieron corriendo. En un principio sentían que podían dejarlo todo atrás, que se salvarían, sin embargo, la mamá de Christal fue atrapada por un demonio.
—¡Amor! —gritó el señor, deteniéndose por completo mientras sus ojos iban siguiendo al demonio que llevaba en su boca a su esposa.
Christal se detuvo en seco y volteó hacia atrás, alzando la vista en dirección donde le demonio oscuro se estaba llevando a su madre. Sus ojos se abrieron en gran manera y su cabeza se volvió enorme, al no poder soportar lo que estaba presenciando.
—¡MAMÁ! —gritó Christal con todas sus fuerzas.
—¡Cuídalo! —le pareció escuchar que dijo su madre.
Parecía como si todo acabara de silenciarse y el tiempo pasara lento. Las emociones de Christal desaparecieron y únicamente recordaba las palabras “cuídalo”. Su boca se entreabrió e intentó calmar su respiración.
—Peter, Peter, Peter, Peter —decía una y otra vez.
Christal rodó su mirada a donde estaba su padre de pie, observando a su esposa siendo devorada por el demonio.
—Papá —musitó ella, caminando en dirección a él—. Peter, Peter. Papá, papá. Peter....
Pero en ese momento un demonio tomó a su padre con su enorme boca y lo elevó hasta lo alto.
Christal quedó inmóvil y ahora todo su mundo comenzó a tambalearse. Llevó las manos a su cabeza e intentaba calmar su respiración mientras sus lágrimas quemaban en los ojos.
—¡Christal, corre! ¡Cuida a tu hermano y a tu abuela! —gritó la señora Margaret frente a ella para hacerla reaccionar—. ¡Debes correr, debes hacerlo, por Peter! ¡Christal, tu hermano, Peter, debes soportarlo por él y por tu abuela, te necesitan! ¡CORRE MALDITA SEA! —Le dio una bofetada a la joven con fuerza.
Rossy se acercó a Christal y la tomó de un brazo, obligándola a correr. Un pitido comenzó a sonar en la mente de Christal. Su cuerpo empezó a reaccionar por sí mismo. Sus pies avanzaban con gran rapidez, siguiendo al grupo que escapaba de la gran masacre que estaban creando los demonios a su alrededor.
Comenzaron a subir por una colina. Fueron los únicos que pudieron salvarse en toda su aldea.
Llegaron hasta la cima, donde se podía ver la aldea desierta a la lejanía. Allí se apreciaba la panorámica más horrorosa posible: los demonios pasaban por todos lados y solo se escuchaban voces de llanto, personas que eran alzadas al cielo por los demonios, para después tirarlas sin vida al suelo.
Peter, temblando de miedo, le pidió a Fernando que lo pasara a su hermano y Christal, al escuchar esto, lo tomó con rapidez y lo abrazó con mucha fuerza.
Christal tapó los ojos de su hermano Peter con una mano para que no siguiera presenciando lo que estaba sucediendo frente a ellos.
Las piernas de Christal estaban temblando. Todos allí estaban petrificados, observando la escena apocalíptica que sucedía frente a ellos.
Christal sentía que era el final de todos, que nadie podría salvarse de aquella masacre. Mordió temblorosamente su labio inferior y dejó salir un suspiro.
Era su fin. Era su muerte.
—Aún nos falta tiempo para que nuestros caminos se crucen —recordó las palabras de Eduil—, pero cuando nuestros caminos se unan, nunca nos separaremos.
Sintió que fue más que un recuerdo, era como una voz en su mente.
Cerró los ojos e inspiró hondo y después, todo su cuerpo logró calmarse.
—Por un caminito yo fui a buscar —comenzó a cantar Christal en voz alta, muy cerca a los oídos de su hermano—. Muy lejos caminé y al fin te encontré. —Sus lágrimas corrían a mares por sus mejillas, pero intentaba que su voz no se quebrara.
—Por un caminito yo te fui a buscar, muy lejos caminé y al fin te encontré —la siguió su abuela con voz rota, se notaba que hacía un gran esfuerzo por no perder la razón.
—Hoy me siento muy feliz —empezó a cantar la madre de Rossy y su hija—. Porque estoy junto a ti, no te olvides nunca que sos para mí.
Mailk las observaba consternado, temblando como gelatina (no era el único, Fernando también temblaba como gelatina). Sabía que aquella canción con ritmo alegre era la única salvación para no perder la cordura y así comenzar a darle la espalda a la masacre que había frente a ellos.
—To-to-todas las tristezas que en mi camino pasé —comenzó a cantar con el grupo mientras intentaban descender por la empinada montaña—. Se han borrado todas cuando te encontré. ¡Por un caminito yo te fui a buscar, muy lejos caminé y al fin te encontré…!
Después Fernando se unió al grupo y así fueron descendiendo de la colina.
Las únicas personas que no eran devoradas por aquellos demonios, eran invisibles para aquellos horrendos seres mientras entonaban una canción antigua que anteriormente cantaban alrededor de una fogata donde los niños hacían trenes alrededor del fuego y los hombres y mujeres aplaudían al son del ritmo de la canción.
Así fue como salieron de la zona y llegaron a la carretera, ya no se veía algún demonio a la vista, aunque no podían confiarse. Rossy en un impulso volteó a ver lo que había a sus espaldas, con nerviosismo de encontrarse la espantosa escena de antes, pero ya sólo se veía naturaleza y sombras.
—Rossy, vuelve a ver el camino, no queremos que nos sigan y nos maten, ¿verdad? —regañó Margaret a su hija.
—Ah… sí —tomó la mano de su madre y la apretó con fuerza.
—Ya estamos cerca, no se preocupen —dijo la abuela de Christal—. ¿Cómo está Peter?
—Ah… Bueno, está escondido en mi pecho —respondió Christal. Bajó su mirada al pequeño. Temblaba un poco, pero no emitía ningún sonido, sin embargo, por veces se removía haciendo sonar su nariz.
Estaban cerca de la playa, ya se encontraban muy cansados, no podían correr más, sobre todo la abuela de Christal que sufría de la espalda.
—Ya estoy vieja para este tipo de caminatas —se quejó la mujer.
—Abuela, ¿estás bien? —preguntó Christal.
—Vamos a descansar un rato —pidió la anciana—. Me siento muy agotada.
—Claro, descansemos un rato —aceptó Christal.
Christal estaba que lloraba, aunque tratara de calmarse, empezaba a hacérsele más difícil, la escena de lo que había visto horas atrás comenzaba a atormentarla.
El mar estaba un poco furioso, pero no mucho. Pronto Mailk se sentó y soltó el llanto, Rossy lo consolaba y Peter trataba de entender lo que sucedía.
Lo bueno es que no se escuchaba gritos de horror y a sus espaldas no había una panorámica apocalíptica.
—Debemos seguir caminando, estamos cerca. —Rossy trató de dar ánimos—. Sorprende ver que somos las únicas personas que sobrevivieron. —Pero sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
—¿Qué voy a hacer ahora que no tengo papás? —preguntó Mailk.
—Nos tienes a nosotras, tontuelo —respondió la abuela de Christal.
—Ya hemos pasado por lo peor, no debemos dejarnos derrotar ahora —dijo Fernando—. Así que guarden las lágrimas para después.
Todos hicieron silencio, sabían que Fernando tenía la razón.
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Siguieron caminando y el cansancio devoraba sus cuerpos; la noche estaba adentrada y no era seguro seguir de esa manera. Así fue como debajo de un árbol medio seco se quedaron a descansar. Margaret llevaba en su bolso una manta y la abuela de Christal tenía guardado un pedazo de pan, no era mucho, si apenas lograban engañar a sus estómagos.
Nadie fue capaz de tocar el pan.
En realidad, nadie logró dormir.
Christal en varias ocasiones se levantaba a caminar en círculos. Fernando hacía guardia para avisar si algún Oscuro se acercaba. No había tema de conversación y el cielo amenazaba con empezar a llover.
—Si empieza a llover se va a salir el mar. Es mejor que nos desviemos del camino a otro apartado del mar —aconsejó Fernando, rompiendo con el silencio que los atrapaba.
—Tienes razón —aceptó la señora Margaret—. Este camino se va a volver muy peligroso. No nos salvamos de los demonios Oscuros para morir tontamente.
—Vayamos por el prado —sugirió la abuela—. Recuerdo que por ahí después se puede encontrar otra carretera que lleva a la aldea continua.
—Sí, vamos por ahí —aceptaron todos.
La anciana trató de levantarse, pero sus piernas le dolían mucho.
—Yo la ayudo, súbase a mi espalda —se ofreció Mailk.
—Niño, pero será muy pesado para ti —se apenó la mujer.
—Tranquila, tengo bastante resistencia.
Así fue como se desviaron del camino, de esa manera pasarían días para que pudieran llegar a aquel lugar. Todos lo sabían, parecía casi imposible sobrevivir sin agua y comida, pero era su única esperanza ante aquel desolador panorama.
Empezó a llover, eso empeoraba las cosas, porque el suelo se volvió resbaloso, y en un momento Rossy se cayó de pompas.
Después se encontraron con una colina que debían de bajar y Peter casi se cae por allí, fue gracias a la ayuda de Fernando que logró sobrevivir al poder alcanzar su brazo.
Llegó la mañana, lograron encontrar un ojo de agua y recogieron un poco del líquido en los potes que llevaban consigo en los botiquines de primeros auxilios. Eso les ayudó mucho, pero al caer la tarde y sentir que estaban perdidos, el hambre amenazaba con hacerlos desmayar.
Esta vez sí lograron tocar el pan. De hecho, el pan quedó muy poco para ellos.
—Todo lo que veo es lo mismo que vimos en la mañana —soltó Mailk al mirar a todos lados.
—Vamos a marcar algo y sigamos caminando, así sabremos si estamos yendo en círculos —sugirió Fernando.
—Tengo hambre —chilló Peter. Christal lo tomó en sus brazos.
—Pronto encontraremos algo para comer —alentó la abuela al grupo.
Rossy dejó la huella de su zapato a mitad del camino y a su alrededor le echó un poco de yerba.
Siguieron caminando, después llegó la noche y se sentaron a la orilla del camino, aunque era evidente que nadie quería dormir a excepción de Peter.
—Los Intelex nunca llegaron a ayudarnos —dijo Rossy tiempo después de estar sentados en el suelo—. ¿Qué vamos a hacer ahora?
—No pudieron llegar porque estaban ayudando a la aldea vecina —explicó la señora Margaret—. Seguramente ellos les informaron que serían atacados por los demonios. No sabían que los demonios ya nos habían detectado.
—Por favor, mamá, ¿no se supone que son inteligentes y que pueden localizarnos en cualquier lugar? —refutó Rossy comenzando a llorar.
—La aldea les prohibió que se nos acercaran —dijo de la nada Fernando con un tono muy triste—. No llegaron porque tenían prohibido entrar, se pasó la orden por escrito.
Todos hicieron completo silencio, estaban impactados por aquella noticia.
—¿Cómo es eso posible? ¡Toda la aldea murió por esa tonta orden! —se exaltó Rossy.
—Lo sé, muchas veces le dije a mi papá que derrocara la orden, necesitábamos la ayuda de los Intelex, pero no quiso hacerlo —explicó Fernando comenzando a llorar.
—Los extraterrestres no necesitaban una orden para ayudarnos, si en verdad fueran buenos habían ido a salvarnos. No les importamos, solo quieren hacer experimentos con nosotros —dijo de la nada Mailk muy serio y con el rostro inclinado.
—Eso no es cierto, los Intelex no pueden actuar si no les damos nuestro consentimiento, una vez intentaron ayudar a una aldea, pero los humanos comenzaron a atacarlos, por eso necesitan saber si estamos de acuerdo —aclaró Fernando.
—Es cierto, los Intelex estaban enterados que se acercaba una gran cantidad de Oscuros a esta zona, pero no pudieron socorrernos porque había una orden que se los impedía —dijo Christal—; tiene mucho sentido el que no hayan podido ir a rescatarnos.