Jessica le contó a su amiga que había firmado unos papeles donde le entregaba a su hijo a Ricardo. El hombre ahora era el único padre de la criatura que estaba por nacer.
Elsa lo pensó, en esa parte de la ciudad el poder de Ricardo era inmenso, su abogacía no iba a servir de mucho. La alternativa era salir con la ayuda de una persona igual de poderosa que un Sandoval. Idearon un plan, era lento, pero el que no iba a permitir que Jessica o el bebé salieran lastimados.
(Seis meses después)
Con un vientre vultuoso, Jessica se encontraba recostada en una de las mecedoras. Tal y como lo ordenó Ricardo la trasladaron a su departamento. Era cómodo y familiar que iba estar mejor. No se le tenía permitido salir más allá del jardín, todo tipo de alcohol u otras sustancias estaban fuera de la lista. Ricardo quería un hijo sano porque así tenía que ser el primogénito. Recibía atención medica casi todos los días, chequeos constantes y ecografías. Resultó ser un niño quien crecía dentro de ella y la noticia hizo que Ricardo tuviera cierta felicidad que hasta empezó a tratarla mejor, pues no solo de estar seguro de era el padre del pequeño, una prueba de ADN lo confirmó.
La puerta se abrió despacio, Jessica se puso de pie para recibirlo. Sabía de quien se trataba. Cuando Ricardo entró con una mirada en calma fue en dirección del vientre de Jessica. Los niños le entusiasmaban. En sus manos sostenía una funda de maní, por alguna razón Jessica tuvo antojos de comerlos durante el embarazo. Cada vez que la visitaba, tenía que llevar los granos.
- ¿Cómo estás? – preguntó calmado, la calma que le daba la dicha de ser padre.
- Estamos bien, señor Sandoval. – respondió Jessica. No podía apegarse por unas migajas de cariño. Sabía por dentro que aquella actitud cambiante de Ricardo era por recomendaciones del médico para que su salud no se viera afectada ni mucho menos la del bebé. Sino estuviera embarazada otra sería la historia. – gracias por todas las atenciones. – agregó. Ella también se apegaba a un plan. Hostil y obediente si quiere escapar.
Ricardo la miró. Jessica ha presentado mejorías en los últimos meses. No solo era el vientre que crecí conforme pasaban las semanas, también estaba el hecho de sus caderas, estaban anchas y los senos mas grandes.
- ¿Puedo? – preguntó, siempre preguntaba cuando quería acariciar el embarazo de Jessica.
- Es su hijo, puede hacerlo. – respondió ella en voz plana. Parecía que había aceptado el hecho de perderlo. Caminó hasta recostarse sobre la cama y esperó a que Ricardo saludara al bebé.
Ricardo sabía la rutina. Se acercó a ella y con sus manos empezó a acariciar, de arriba a bajo y en forma de círculos.
- Jessica. – llamó.
- Si, señor Sandoval. – dijo con su mirada clavada en el techo.
- ¿Estás triste?
- ¿Porque debería de estarlo? Cuando el bebé nazca será suyo y de la señorita Mariana. Ustedes lo van a cuidar bien.
Un pequeño suspiro se escuchó salir de Ricardo, él parecía pensar en algo y también luchaba constantemente cada minuto, el hecho de que Jessica era la culpable de perder a su padre y también a su hijo lo hacía detenerse. Aquel odio y resentimiento seguía vivo y despierto dentro de él, al igual de que Mariana ya no pueda ser madre, pero aun así no podía negar que un sentimiento no muy ajeno crecía por Jessica o quizás era por el bebé ¿Qué le estaba sucediendo?
- Está noche me quedaré a dormir contigo. – habló, pero no se escuchó como una orden.
Jessica al no saber cómo actuar, decidió colocarse de pie y cederle la cama. Antes hubiera añorada estar así con el hombre que amó con locura, pero ahora solo existían emociones neutras y vacías.
-
¿Qué haces?
- Le cedo mi lugar para que pueda descansar esta noche.
Ricardo levantó las cejas, se hizo aun lado y le dijo.
- Acabé de decir que dormiría contigo. – invitó con las palmas de sus manos. – ven y recuéstate.
Jessica con su mirada algo tímida, obedeció y despacio se recostó en la cama. Era la segunda vez que iba a dormir con Ricardo, pero está sería la primera que iba a recordar y la última, porque mañana iba a escaparse.
Unos brazos la rodearon, lo que hizo que se colocara quieta. Ricardo parecía no actuar y eso le asustaba.
- Me agrada tu olor. – lo escuchó decir.
- La paternidad hace que usted vea cosas en mí. – respondió sin empatía. - Señor Sandoval, yo sé que usted tiene este comportamiento por el niño que crece dentro de mi cuerpo, no quiere que nada malo le pase. A penas nazca todo volverá hacer como antes. Sé cual es mi lugar en esta historia, estar por debajo de la señorita Mariana. Y sino llega a eliminarme después de dar a luz es porque soy compatible a usted, puedo darle los hijos que quiera durante los tres años de casados porque ahora ella ya no podrá hacerlo. – decidió mirarlo y preguntó. - ¿No es así?
Ricardo se quedó sin palabras, Jessica era muy inteligente, pero en una cosa si se equivocó.
- Solo te pido este hijo, no hay más de por medio. El niño va a estar bien conmigo, te doy mi palabra.
- Solo este niño, señor Sandoval.
- Solo este niño. – acercó el cuerpo de Jessica al de él y la abrazó que podía sentirse su calor tan cálido al igual que la colonia. – solo este hijo, Jessica. – agregó y por primera vez decidió darle un beso en la frente. – pero a cambio me dejarás dormir contigo está noche siendo tú. No quiero que tomes distancia y tampoco quiero que me des la espalda.
Jessica cada vez se sorprendía mas por el apego que le daba. Confundida obedeció y decidió abrazarlo, sintiendo en él algo de pánico.
- ¿Se encuentra bien? – preguntó ella de inmediato.
- Sí. – su respuesta se sintió incomoda. Todos jurarían que se portaba así con Mariana, con la única mujer que permitía que lo tocara. Se removió entre los brazos de Jessica y terminó por recostar la cabeza en los pechos. – mañana podrás salir a donde desees. Un chofer va a llevarte, tienes mi autorización.
Jessica asintió, eso no lo esperaba. Siempre salía hasta los jardines, pero ahora le daba la opción de pedir un destino. Un solo acto de Ricardo hizo que el corazón se congelara por completo. Mañana tenía planeado escapar, pero ahora aquel hombre que la trataba como algo divino la hizo dudar.
- Gracias. – respondió al respirar profundo.
Ricardo asintió y se quedó quieto sintiendo a Jessica y a los ritmos de su corazón.
Ella lo sintió, nunca habían ido más allá de la línea que se le permitía. Con la respiración acelerada, Jessica decidió acariciar sus cabellos. Ella también luchaba internamente y luchaba por el bien de su hijo. Sabía que Ricardo lo iba a cuidar, pero esa mujer le haría la vida imposible y eso no iba a permitirlo, no después de descubrir lo que en realidad es Mariana. Era mujer, pero también iba hacer madre. El sueño pronto los venció a ambos y terminaron dormidos juntos.
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Ricardo despertó cerca de las 5 a.m. al abrir sus ojos recordó donde había pasado la noche. No se arrepentía, era la primera noche desde hace seis meses que dormía bien y dormía con alguien. Cuando visitaba a Mariana por el día, ella no hacía más que reclamar que por culpa de Jessica perdió una boda, a su hijo y el hecho de que ya no podía ser madre. Un fuerte resentimiento recaía sobre los hombros de Ricardo al recordar las acciones pasadas. Quería odiar a Jessica, enserio que luchaba con eso, pero verla embarazada y con su mirada tierna hacía que él olvidara su actuación de buen padre y se entregara a los brazos de ella por completo. Las acciones de Jessica la hacían ver como una buena mujer y no como una villana ¿Hasta ese punto cómo debía que actuar?
Por muchas noches ha estado pensando en la posibilidad de formar una familia con Jessica, es la razón por la que la ha tenido cautiva. No quiere que nada malo le pase al bebé o incluso a ella. Nadie más que él y sus más fieles hombres sabían dónde estaba al igual que Elsa, quien visita a Jessica para que no se sienta sola por el día. Lo permitió para que ella no se aburra. Ricardo empezó a dudar de todos e incluso de Mariana. Era el amor de su vida, pero le hacía constantes preguntas al respecto de la ubicación de Jessica y de la salud del bebé.
Él ya estaba casado con Jessica, solo faltaba poner de su parte. Pero todo eso que sentía luchaba cuando miraba a Mariana melancólica con el deseo de tener un hijo de Ricardo y también estaba lo de su padre, todo se volvía difícil ¿Podía ser feliz con el enemigo? ¿Podía olvidar el pasado? ¿Podía dejar a Mariana? O incluso ¿Se atrevería a investigar más las conspiraciones en contra de Jessica y dejarla de ver como una villana?
Decidió colocarse de pie y sin despertarla, caminó hasta la mesa de noche. Nunca se detuvo a ver el lugar, pero esta vez quería hacerlo para despejar su mente y tener una idea más clara en el amanecer. Al abrir uno de los cajones se topó con una fotografía de Jessica montada en un columpio. Se veía tierna e incapaz de hacer daño a alguien. No era una embustera y tampoco ambiciosa, jamás le pidió nada, todo lo contrario, él se lo daba.
Estiró los labios con sutileza y al estar por cerrar el cajón observó que en el fondo existían unos papeles. Los tomó y al leerlos se dio cuenta que era un pasaporte y boleto de avión, mismo que iba a partir esa mañana.
Los ojos se llenaron de chispas, la
Rabia lo consumió. Se dio cuenta que cayó en la trampa de esa mujer, le había visto la cara por segunda vez.
Enfurecido caminó hasta la cama y la desarropó de golpe.
- ¡¿Quieres irte?! - reclamó con el boleto y pasaporte en la mano. – ¡¿Pensabas huir con mi hijo?!
- Lo hago por el bien de mi bebé. – respondió sin miedo. – ella lo va a lastimar, no conoces su verdadero rostro.
- Ahora conozco el tuyo. – Ricardo rompió los papeles frente a ella y le dijo. – de acuerdo, te irás, pero sin mi hijo. – tomó el móvil e hizo una llamada. – prepara el quirófano, quiero que le hagas una cesárea a Jessica y le quites a mi bebé.
Jessica hundió sus ojos, él no podía hacerle eso.
Intentó salir corriendo, pero Ricardo la detuvo y obligó que se recostara en la cama.
- Vendrán por ti para llevarte al hospital. – habló molesto. Dejó de verla y cerró la puerta con llave. Evitaría que escapara.
Jessica estaba desesperada, perdió su boleto, la oportunidad de irse y ahora Ricardo quería adelantar su embarazo. Fue por el celular y llamó a su amiga para contarle todo, necesitaban otro plan y salir lo antes posible.
- ¿Puedes salir por la ventana? – le preguntó Elsa guardando la calma. Sabían que, si pedía verla, no se lo iban a permitir, no después de que vio a Ricardo salir del edificio tirando fuego.
- Estoy en el tercer piso, pero puedo hacerlo.
- Perfecto, sólo baja con cuidado. Un amigo y yo te estamos esperando en la salida.
Jessica se alegró por escuchar aquellas palabras. Elsa jamás le dijo quien era esa persona que estaba decidida a ayudarla. Fue por las sábanas y preparó una soga, estaba decidida a bajar sin importar la altura.
Cuando al fin estuvo lista, escuchó unos golpes venir desde a fuera.
“No puede entrar, no está autorizado. Sino se detiene voy a disparar” – fue la voz del vigilante en la puerta se escucha alarmada.
Se escuchó un forcejeo y después la sangre empezó a fluir por debajo de la puerta. Jessica tuvo miedo. Al intentar bajar, la puerta se abrió dejando ver a un hombre de n***o y pasa montañas para cubrir el rostro, quien ademas en una de sus manos sostenía un cuchillo y poco a poco dejó ver una pistola con un silenciador.
- No es personal. – habló despiadado hasta acercarse a ella, Jessica retrocedió hasta donde le fue permitido, la pared tras de ella no la dejaba continuar y además, estaba acorralada. – pero este niño no puede nacer, es un mal para la familia Sandoval. – al decir sus palabras Jessica sintió un pulsante dolor atravesarla en su abdomen. No tuvo la oportunidad de negociar.
Empezó a caer al suelo observando una nube borrosa y aquel hombre marcharse después de hacer su trabajo.
“Señor” – el vigilante con su último aliento pudo llamar a Ricardo. – “nos atacaron, necesitamos ayuda” “la madre de su hijo fue herida en el abdomen. Está inconsciente y sangrando”