Sus ojos fueron abiertos, se encontraba en un hospital y conectada a monitores. La vista era borrosa, pero cuando pudo observar más a detalle notó la hermosa silueta de Ricardo frente a ella.
- Mi padre está muerto. - lo dijo arrastrando miles de almas que fueron condenadas por él. - Mariana se recupera. - hizo una pequeña pausa y agregó. - al igual que el bebé en su vientre ¿Sabías que sólo existen un par de mujeres que pueden llevar al hijo de un Sandoval? Si algo le llega a pasar a ese bebé me verás actuar y no va a gustare. - escupió lleno de enojo, se acercó y le dijo a un más molesto y lleno de cólera. - para mala suerte, tú te has salvado y tengo que cuidarte. Si mi padre hubiera sabido que un niño estaba en camino nunca me obligaría a casarme contigo, pero ya está hecho y debo de cumplirte en honor a su memoria y quizás pensar en la idea. - guardó silencio con brusquedad, ni siquiera podía imaginar tocarla. Esa idea tenía que desecharse, ya Mariana le daría ese hijo que deseaba y además, no sabía si Jessica era compatible a él y tampoco quería averiguarlo. Del bolsillo sacó un frasco de veneno y preguntó. - ¿Este fue tu ingrediente en la cena?
Jessica escuchó cada una de sus palabras que se sintieron como puñales en el corazón. Al ver aquel frasco no pudo evitar sorpresa hasta el punto de abrir sus ojos. Jamás en su vida había visto ese frasco y nunca hubiera imaginado colocarlo en sus platillos o aún peor, matar a alguien.
- Yo no lo hice. – habló a su favor.
- ¡Mientes! – su voz hizo que Jessica diera un pequeño salto por el pánico que llegó a sentir. – al analizar los platos se encontró veneno. Se revisaron tus maletas y corres con la maldita suerte de que no encontraron nada. Esto se le fue encontrado en las pertenencias de Mariana. Si tratabas de inculpar a una buena mujer te salió mal la jugada, ella es incapaz de hacerlo, además de estar todo el día junto a mí. Por falta de pruebas no podré enviarte a la cárcel. – caminó hasta tomarla del mentón y le dijo con miles de demonios a dentro. – si hice que te lavaran el estómago no es para que te pongas feliz, vas a pagar esto Jessica, vas a pagarlo con tu vida. Te has ganado el odio de todos. – la soltó con gran fuerza y coraje, dejó de verla y se marchó cerrando la puerta de golpe. Su castigo sería el repudio.
Alguien la había inculpado de algo que no hizo y para su mala suerte no tenía como defenderse. Fue la única que preparó la cena y la única persona que tuvo contacto con la familia Sandoval. Cuando empezó a ganarse el cariño del señor Marcel, ahora resulta que está muerto.
Depende de un hilo de Ricardo y al parecer no iba hacer bueno con ella.
Intentó cerrar los ojos, pero le fue imposible cuando su mejor amiga, Elsa entró de golpe.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó desesperada y revisando su temperatura.
Jessica asintió despacio, miró sus ojos y preguntó.
- ¿Qué dicen de mí?
Elsa apretó sus labios, prefería no hablar de ello.
- Vamos, dime. – insistió, conocía a su amiga y sabía que no eran buenas noticias.
Elsa dejó escapar un suspiro desalentador y respondió.
- Te culpan por la muerte del señor Marcel Sandoval y por intentar hacer algo en contra de Mariana y el bebé.
Jessica cerró los ojos, ahora no sólo Ricardo la odiaba, también toda la ciudad. El señor Sandoval era una persona querida y Mariana lo era aún más por sus buenos actos y voluntariados en diferentes fundacionales e iglesias.
Elsa al verla triste se acercó y besó su frente.
- Se que no tuviste nada que ver con eso. – la abraza al darle su calor y agregó. - Aunque lo del matrimonio me tomó por sorpresa, puedo ayudarte a que te divorcies. – Elsa era una gran abogada que podía ayudar en el caso y defenderla.
-
No. – respondió de inmediato. – tengo que a hacerle ver a Ricardo y a todos que yo soy inocente de lo que me culpan. Nuestro matrimonio es por tres años, puedo limpiar mi nombre hasta entonces. Sólo te pido que esto no llegue a los oídos de mi familia, sobre todo a los de mi padre, por favor. - habló tratando de buscar ayuda y consuelo en Elsa. El padre de Jessica nunca aceptó ese matrimonio cuando se enteró por medio de la prensa, pero ella le llevó la contra cegada por un bello rostro que creía poder cambiar.
Elsa aunque se negaba a la idea de esperar tres años por un divorcio decidió respetar su decisión.
- De acuerdo, pero voy a estar más al pendiente de ti. – la abrazó. – pero al cumplírse los tres años, te divorcias sin excusas.
Jessica asintió en el silencio. Sólo esperaba solucionarlo todo en ese tiempo.
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Al salir del hospital sólo ella y sin la compañía de nadie que pueda ayudarla, se dio cuenta que a las afueras existía una multitud de personas que clamaban su nombre para llamarla asesina por la muerte de Marcel Sandoval y el atentado en contra de Mariana Solís junto al bebé.
Bajó la mirada y caminó en dirección del vehículo que la esperaba. Mientras caminaba en dirección al coche las personas no tardaron en lanzarle basura y hasta comida putrefacta. Ricardo le dijo que se ganó el odio de todos y ahora lo estaba viviendo o en el peor de los casos vivía la ira consumida del que se supone era su esposo.
Cada insulto se sentía igual y cada desecho tirado hacia su cuerpo era aún peor. Sabía que Ricardo la odiaba, pero jamás imaginó que tanto al colocar a toda una ciudad en su contra.
Tuvo que abrir la puerta del coche por si sola, y en total silencio entró hasta que se pusieron en marcha y desaparecer en aquellas calles que aclamaron su nombre de la peor forma.
Su delito fue salvarlo cuando era asechado, pero de alguna forma terminó en la cama junto a él.
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Al llegar de regreso a la mansión llena de basura y manchada por los líquidos de la comida putrefacta se dio cuenta que Ricardo tenía unas malestas y en su mano derecha sostenía a Mariana.
- Ella vivirá unos días aquí hasta que se recupere. Tienes que comprender que lleva a mi hijo y no voy a dejarlos, el bebé es un Sandoval haría todo por él, su lugar es conmigo. Cuando nos divorciemos vuelvo con Mariana y para prevenir atentados desde hoy vas a estar en tu cuarto y no saldrás hasta que yo de la orden. Tienes prohibido acercarte a ella.
Jessica guardó silencio y bajó su mirada. Ricardo dejó verla y caminó con Marina para llevarla a la habitación.
- ¿Crees que soy culpable? – escuchó la voz de Jessica antes que pueda marcharse.
- No lo creo. – la miró. – estoy más que seguro. Por tu culpa perdí a mi padre y estuve a punto de perder a Mariana, y a mi hijo. El odio que ahora todos sienten hacia ti será tu mayor castigo por ser una de las peores mujeres. Nunca pensé que fueras capaz de llegar a esto. Y descuida, como un Sandoval tengo protocólogos de honor. Mi deber es cumplirte y lo haré hasta que vuelva con Mariana porque para mi no vales nada.– dejó de verla y subió con ella las escaleras.
Jessica sólo podía ver como poco a poco se iba y lo que la destruyó fue ver como tomaba la mano de Mariana y la subía a una de las habisiones.
Se quedó en una mansión donde también era notable cierto resentimiento por los sirvientes. Ahora demostrar que no tuvo nada que ver con el veneno iba hacer complicado. Sólo le quedaba esperar y aguardar una señal.
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(Tres semana después)
Se le fue prohibido volver a cocinar y hasta salir de su habitación. Ricardo puso restricciones para que no se le acerque a Mariana, la mujer ahora vivía ahí por aquel bebé que dia a día crecía.
Jessica comía tres veces al día, caminaba hacía la ventana para ver las flores del jardín y luego iba a de regreso a una de las sillas donde tomaba asiento y se sentaba a escribir como un nuevo pasatiempo. Los poemas fluían como agua en los arroyos, ya tenía todo un poemario que esperaba algún día alguien pueda leerlo y al parecer ese día estaba por cumplirse cuando la ama de llaves llegó y le dijo al posarse en el marco de la puerta.
- El señor ha dado la orden de que puede salir. Un vehículo la espera, la llevará al almacén a que se compre ropas. – dejó de verla y se marchó.
Jessica con algo de felicidad por salir de su cuarto, fue por ropas limpias y se cambió. al estar lista tomó el poemario, lo guardó en su bolso y no sólo eso, también pudo conseguir el frasco de veneno con el que habían matado al señor Marcel, nadie lo sabía, pero ella buscó la forma de salir por las noches para poder estirar las piernas.. Por lo que investigó solo había un solo lugar donde vendían esa clase de líquido e iba a interrogar al hombre quien lo vendió. No quería nuevas prendas, sólo quería limpiar su nombre y con algo de suerte publicar sus poemas.