Esa mañana madrugo, reviso en su laptop algunos avances de su tesis de grado y luego se dispuso a prepararle el almuerzo al Toro Recio.
Ese día eligió cordero, con una sustanciosa guarnición, tenía la plana intuición de que a este le encantaría, más con su salsa especial. El olor estaba esparcido por la modesta casa.
Ya guardaba todo en las loncheras cuando su madre salió. No aparentaba tener el mismo ánimo jocoso de todos los días. Está la miro de arriba abajo, con una mezcla de extrañeza y pereza.
—Ese color no te sienta bien, hija.—Vio su malestar visual, cuando se fue acercando.—¡Tan gris!.
—Asi visten casi todos los empleados de la empresa, por no decir todos, incluso tu mamá.—Ese día no llevaba ese color, pero si un n***o, que aún era más fúnebre.
—No es lo mismo, eres muy joven para usar esos tonos, además de hermosa y candorosa.—Esta resopló con resignación. Al notar que ella permanecía inerte. No pensaba cambiar su horrorosa blusa gris. Aunque pareciera haber sido sacada de una subasta de ropa medieval.
—Mamá cuando uno piensa pedir un favor, debe agradar. —Toco la tela de la blusa y luego señalo el bolso extra donde guardaba las loncheras.
—¿Por qué tres?.
—Hay una para mí jefe, ¿acaso no recuerdas?. Ayer me dejó sin almorzar.
—Fue un poco abusador.—Le sorprendía que su madre lo reconociera, más ella siendo una de las mayores aduladoras del Toro Recio.
—Igual es nuestra salvación, ayer me insinuó que podría llevarme a trabajar a su casa o apartamento, no recuerdo bien. —Le pasó lonchera a su madre, luego le siguió contando sus planes, mientras tomaba las otras.—Pienso pedirle una buena paga.—No pudo evitar sentir una ligera emoción en el pecho. Con algo de excitación. No entendía pero ese ogro ególatra, le hacía sentír cierta añoranza. Algo inexplicable.
—Espero que todo salga bien, mí niña. No me agrada mucho que estés en casa de un hombre soltero.
—Tranquila.—Miro su reloj de mano.—Mejor andando, se nos hace tarde mamá. Debo dar una buena impresión por completo.
Ambas salieron de la casa, sin volver a tocar el tema. Mejor así, tenía harto sueño. Iba cabeceando todo el camino, ni el ruido de los autos lograban despabilarla.
—¡Hey!. Tómate un vaso de café, te ayudara con el sueño, no creo que al jefe le guste verte en ese estado.—Obedecio, cuando el auto para frente al semáforo en rojo, vertió un poco del líquido en uno de sus vasos personalizados.
—Hoy creo que me superé con el sabor.—Se saboreo a profundidad, el rico aroma traspasaba las fibras más sutiles de su paladar.
—Ten cuidado, no querrás manchar tu blusa extraña.—Hizo una carajada, esto a la vez adelantó el desastre. Su mano tembló y el líquido oscuro cayó en la tela. Quedó horrorizada.
—Mamá, al parecer tu dicho se cumplió.—Termino el resto de café en su vaso y luego se dispuso a analizar la mancha extensa en la tela.
—Era de esperarse. No te preocupes, te llevaré a arreglar ese desastre antes de que subas a tu oficina, el señor Recio es muy quisquilloso. Es amante de la pulcritud.
—Un esnob perfeccionista podría decirse.—Lamento el desastre, intentaría ocultarlo mientras entrarán al edificio.
Luego de su madre estacionarse en el parqueo, subieron con bastante urgencia al edificio, ella truqueo la mancha con la posición de la cartera, lo cual la hacía ver extraña y torpe a la misma vez.
Su mamá tuvo la genial idea de que se limpiará en el nivel donde estaba su oficina. Le hizo caso, total, ella tenía más tiempo en esa empresa. Ambas ingresaron a un baño.
—¡Ven!, no tengas pena Mía, está bien equipado, además la nueva gerente de finanzas es un ángel. No sé molestará si te ve en este nivel. —Le indico dónde podía poner sus cosas.—Ademas este baño no suele ser muy frecuentado.—Resulto un alivio, no deseaba recibir malas caras o llamado de atención, todas las empresas tenían sus reglas y esa no era la excepción.
—No me preocupa ella. Aquí el único nefasto es Taurus Recio y sospecho que llegaré tarde a mi puesto. —Era un baño amplio, con una decoración futurista. El ogro tenía un gusto exquisito. Reflexióno.
Puso su cartera y bolso a un lado, se quito la blusa e intento limpiar la mancha, con un poco de jabón de manos en el lavabo. Su madre no fue de mucha ayuda, no tardo en irse al recibir una llamada, del señor Osman. No importaba, no era una niña, podía arreglarselas solas. Después de ver la mancha desaparecer, fue a secarla, otra odisea, la tela no era muy fina. Cuando casi cree cumplir su cometido escucho unas voces, en especial una muy particular y varonil.
Tomó sus cosas y se escondió en el uno de compartimientos, cerro la puerta muy despacio, para evitar hacer ruido. Estába en sostén.
Cuando la puerta de la entrada al baño se cerró, la voz de Taurus fue más clara, acompañada del tono acentuado y seductor de una mujer. Al parecer era todo un don Juan pervertido.
—Pondríamos hacer travesuras en este baño, es de mi uso exclusivo. Ahora solo pienso en follar bien rico contigo, que me llenes de orgasmos.—Expreso la dama, de forma desvergonzada. Se tapo la boca al entender todo de manera tan explícita, sin usar el doble sentido.
—No es correcto Danna, más que aún sigues siendo una mujer ajena. Cuando seas completamente mía, lo haremos hasta en mi escritorio.Tengo orgullo.—Se mordió los labios, se imagino a su jefe dando placer. Fue alucinante. Así como perturbador sentir celos.
—Cuando Camell este más recuperado del corazón, lo dejaré. No deseo perderte Taurus, somos uno.—Que era esa babosada, dos no podían ser uno.—Ay Taurus, fue mágico lo que vivimos anoche.—La mujer no dejaba de parlotear con excitación.
Por unos momentos hubo silencio, sospechaba que se estarían besando, más no se atrevió a acechar. Se dispuso a ponerse la blusa, ganaría tiempo. Estos no tardarían en salir. Ni modo que se pusieran hacer cochinadas ahí. cerro los ojos, sacudió su cabeza para reprender esas ideas.
Esperó. El sonido de los pasos fue alejándose, ella se desespero y salió, se acomodo la blusa mirándose al espejo.
Otra vez fue sacudida por los gritos de un hombre. No era la voz de su jefe. Corrió a la salida.
—¿Qué hacías con el Alpha a solas en un baño?. —El hombre estaba en el sentido correcto, esa situación olía a engaño. A pesar de su incoherencia, ¿por qué llamaría Alpha, a Taurus?.
—No es lo que crees, mi amor, el señor Taurus es solo mi jefe. No te alteres, recuerda que estás delicado.—Recordó lo que está dijo unos minutos atrás sobre el corazón de su esposo. Vaya cornudo, si no buscaban una buena justificacion, tal vez lo matarían si confirmaba el engaño.
—Alpha espero su respuesta.—Taurus no decía nada. Ella se mordía las uñas, esperaba que este no se atreviera a decir la verdad.
—Tu esposa y yo...—Ella no soporto más, salió del baño. Los tres la vieron con asombro. Aún tenía la blusa algo húmeda.
—Mi amor. Gracias por esperarme.—Le dijo a Taurus sin dejar de mirar sus labios. Un extraño impulso la llevo a correr hacia los brazos de ese energúmeno y besarlo.
Este, no sé resistió, abrió su boca para recibir su lengua. Fue una experiencia excitante, lo suave y aterciopelada que se sentía el roce jugueton. Fue casi una agonía liberarlo, con un suave deslizamiento de su labio inferior.
Cuando abrió sus ojos, toda ella estaba trémula, hasta su visión, la cual hizo sinergia con los ojos misteriosos de su jefe.
—Lo siento, es que a veces soy muy efusiva.
—Veo que ya sacaste tu blusa.—Le señaló la señora. Está no supo canalizar su tristeza. Notó sus celos.
—Si, gracias por la ayuda señora Danna.—Se acercó más a Taurus.—Gracias por esperarme mi "cielo recio". —Esto último le salió de forma natural, como si fuera una costumbre, los ojos de este brillaron interés y desconcierto a la misma vez.— Seguro encontró extraña la situación, pero mi Taurus se desespero por entrar y aún estaba desnuda, usted entiende. A veces se le dificulta no tenerme cerca. Es muy intenso.
El hombre ahora se veía avergonzado incluso, le sonrió algo sonrojado por sus insinuaciones.
—Disculpen, más a usted, señor. Mil disculpas.—El hombre se veía apenado. Danna en cambio parecía mas celosa, que avergonzada. Tomando en cuenta que era evidente que ella había visto la escena infiel.
—Espero que la próxima vez tengas más respeto. Sabes lo que te puede pasar. —Este asintió con algo de terror en su semblante. Taurus no parecía estar relajando, lo noto muy firme al hablar.
Estos se alejaron, ambos haciéndole reverencia al toro. En parte esa situación le pareció extraña.
Cuando ambos desaparecieron de sus vistas, el panorama se puso en su contra. Se volvió a encontrar con los misteriosos ojos de Taurus. Clavados en ella. Trago en seco.
—Señorrr...—Temblo, el la estaba intimidando. Intento huir de el, casi corre en dirección al ascensor. En vano, no tardo en sentir sus fuertes manos atraparla.
—Tu y yo, tenemos algo que resolver. Rosita.—Hasta sus fuerzas se empezaron a desvanecer ante su ímpetu feroz. Luego el aire empezó a escasear. cuando la arrastró al ascensor, presiono el número que los elevaría.
Seguido se cerró la puerta, se vió invadida, está vez no fue ella la que tuvo el atrevimiento de iniciar un apasionado beso. Fue el.