En esos momentos debería estar pensando en su mate, no en Rosita la pasante. Después de hacerla suya, no había un instante en que cada milímetro de su piel no pasará en imágenes circulantes por su mente. Tocó la mancha de sangre en el sofá, antes de salir de su oficina.
Ella seguro se había marchado, le daría espacio para no verla y sentirse tentado arrastrarla con el, hasta su Penthouse.
Cuando salió, lo comprobó, la oficina estaba vacía...siguió de largo hasta entrar al ascensor y descender. Esa tarde noche no tuvo sorpresas, Danna Sucre no lo abordo, tampoco lo espero a las afueras del edificio donde vivía.
Las explicaciones de su ausencia les fueron dadas cuando casi agoniza a media noche, el dolor punzante en su pecho, incluso escalofríos, lo hicieron casi perder el conocimiento. Ella lo estaba traicionando y dudaba que fuera con su esposo.
Fue una noche fatídica, entre el ardor punzante de la traición y el deseo de estar con otra mujer, no precisamente la autora de su tormento corporal y conexión espiritual, mas bien la dueña de sus pensamientos, incluso con la imágen de su cuerpo desnudo termino de conciliar el sueño.
Cuando llegó a su empresa con dos horas de tardanza y estuvo frente a la oficina de Rosita, sabía que algo no andaba bien, aunque ese sería su cuarto día de trabajo, ya reconocía su responsabilidad.
Le empezó a hervir la sangre, ella que no soñara que se escaparía de el, ya le pertenecía. Era suya. Se conecto a Osman atraves de su vínculo licántropo.
—Hola Osma.
—Buenos días Alpha.
—¿Margaret está en su puesto de trabajo?
—Si, llegó puntual. ¿Pasa algo?.
—Necesito que interrogues a Margaret, Rosita no ha llegado.
—¿Estas seguro?.
—Claro, además tiene sus razones para huir.
—Cuentame el chisme, muero por saber.
—No, es privado, mándame su número de teléfono, debe tenerlo el personal de recursos humanos. Ni una palabra de esto a Margaret.
—¡Entendido!.
Se desconectaron.
Esa situación, su ausencia en especial le empezaba a generar ansiedad. Desordeno un poco su espesa cabellera.
Un mensaje de Osman con el número de su Rosita llegó unos 15 minutos más tardes, corrió a verlo. Al instante le empezó a marcar, está no contestaba.
El punto de quiebre llegó cuando está lo apagó. Lanzo el móvil, hasta chocar contra la pared y salpicar en pedazos.
Debía ser obsesión lo que sentía, camino de un lado a otro, se conecto en varias oportunidades con su beta a la espera de una valiosa información. Cuando esté entro a su oficina se derrumbó en el sofá.
—¿Lo tienes?.
—Claro. Expreso beta con entusiasmo.—Espero, que ya que te conseguí su dirección bajes la ansiedad. Te desconozco Taurus Recio. Mía te dejo trastornado.
—No hables estupideces. Solo me molestó que no viniera. —Tomo el papel seguido.—Ire a castigarla, no puedo pasar esto por alto. Nunca había pasado, algo así en esta empresa.
—Esta huyendo de ti. Margaret me acaba de decir que eres un santo y le diste varios días libres a su hija para que pudiera ir al médico.—La Rosita resulto bastante creativa para mentir. En especial a su madre. Al parecer deseaba huir de el pero no se le daría.
—Es mentira, además tampoco fui tan rudo para haberla lastimado. ¿Oh sí?.—Miro a Osman como quien busca respuestas. Una reverenda imprudencia.
—No se. —Este levantó las manos e hizo un gesto malicioso con su cara. —Si le medas detalles puedo dari punto de vista.
—Olvidalo, esa niña me saca de quicio.
—Eso me extraña, en vez de estar pendiente de tu mate. Pareces un loco obsesionado con una humana que le llevas 80 años, Alpha.
—Si me lo propongo será mía también.
—Asi no funciona. Danna es de quién deberías ocuparte. Rosita es joven y candorosa, quizás tenga hasta un lindo novio.—La idea de pensar en ella con otro le calentó la sangre.
—¡No lo digas ni de broma!. Además con Danna la situación está difícil. No quiere ceder con lo del esposo.
—Pues rechazala, aún no la haz marcado. Intenta buscarte otra compañera.—Osman, era su punto claro, sabía aconsejarlo en los momentos más oportunos.
—No se. Siento que después de esto no habrán más oportunidades. Ademas ella, la Rosita, no me deja razonar y enfocarme en mi luna.—Estrujo su rostro, a la vez se levantó y fue a ver la vista que le regalaba la altura imperial de su edificio corporativo.
—Claro, deja fuera a tu Rosita.—Ese tono burlesco era propio de su beta.—Se ve muy sensible.
—Tendra que adaptarse. Si decido quedarme con ella.
—Ya veo que estás loco.
—Mas de lo que piensas. —Saco el papel con la dirección de Rosita de su bolsillo y lo comprobó. Después lo volvió a entrar. Decidido a ir por ella.
—No me esperes hoy, si se presenta alguna eventualidad, tu te encargas.—Este quedó sorprendido, cuando le dió la espalda, tomo sus llaves y salio de la oficina.
Como era de costumbre no miro a los lados, bajo y apesar de sentir el olor de Danna, no sintió debilidad. Apenas la miro, tanto a ella como al hombre que la llevaba de la mano hacia la salida. Su esposo Camell
La casa donde vivía Rosita, estaba ubicada en una zona de clase media. Nunca había transitado esos lares, le pareció interesante las infresturas modesta, los pequeños jardines bien cuidados. Uno en especial se veía más coloridos que los demás. Se detuvo un instante y comprobó que era su dirección. Algo le decía que estaba ahí.
Incluso su lobo ronroneo de placer, le extraño esa reacción por alguien con quién no tenía ningún vínculo. Con Danna no se había hecho sentir en las oportunidades que habían estado juntos. Incluso después de la muerte de Elena habían sido escasas las oportunidades que lo había sentido al menos aullar.
Salió del coche, algunas personas se quedaron viendolo, dió un giro en 360°, viejas chismosas, que simulaban barrer o limpiar sus jardines. Las ignoro y avanzó hasta la la puerta principal.
El timbre sonó varias veces hasta recibir una respuesta. El espectro carnal, más bello, apareció ante el. Ataviada en lo cursi, pero igual su corazón se aceleró de forma alocada. Una batica rosa, dos trenzas, la chupetina que comprimian sus labios carnosos.
—Hola Rosita!.
—¿Tú?.