Te ayudaré a olvidarme

1770 Words
ELIZA Una vez que salimos del hospital, grité con toda la ira que tenía contenida y lloré hasta que las lágrimas me secaron por dentro. Helen lo único que hizo fue acompañarme y abrazarme, durante todo el rato que estuvimos ahí, no dijo una sola palabra, porque no tenía caso echarme en cara lo que siempre pensó de mi matrimonio con Julián, y del cual ahora me arrepiento más que nunca, me arrepiento de haber seguido mis estúpidos sentimientos, los cuales solo me han ocasionado puros problemas, humillaciones, malos tratos, en fin. Después de desahogarme, me limpié el rostro, el cual seguramente ya se encontraba todo hinchado, embarrado de mi maquillaje y mis lágrimas marcadas. Le pedí a Helen que me llevara a casa, creo que esta será la última vez que la llame así. Necesito tomar todas mis cosas y largarme cuanto antes. Helen condujo, pero todo el camino ambas nos mantuvimos en silencio y de alguna u otra manera se lo agradecí, puesto que mi mente se encontraba pensando en lo imbécil que he sido al aguantar, creyendo que Julián, algún día, cambiaria sus sentimientos por mí, cuando en realidad supongo que su desprecio hacia mí crecía cada día más; no obstante, mis tontas ideas siempre me hicieron creer lo contrario. Como no iba poniendo atención en el camino, Helen anunció que ya estábamos por llegar. Asentí con la cabeza para hacerle saber que la había escuchado y a lo lejos divisé la casa. Helen se estacionó y enseguida bajé del auto. Me quedé parada a un lado del auto, observando la casa, la cual fue testigo de todos mis tormentos y decidí entrar. Helen, nuevamente caminó detrás de mí, subimos directo hasta la que dejaría de ser mi habitación, le pedí que me ayudara a empacar todas mis cosas, por suerte no eran demasiadas, así que no tardaría mucho en terminar. Mientras ella hacia eso, yo llamé a Gabriel, sé que se encontrara disgustado conmigo, pero debe entender que no puedo continuar con este sufrimiento. —Eliza, ¿Cómo te encuentras? —supuse que me respondería de mala manera, pero fue todo lo contrario. —Ya se me pasará Gabriel, gracias por preocuparte por mí —de verdad estoy agradecida por todo lo que ha hecho por mí hasta el día de hoy— solo quiero que sepas que hoy mismo me iré de la casa que nos regalaste. —De acuerdo Eliza, yo te ayudaré a que el proceso de divorcio sea más rápido —quede sorprendida al escuchar tal cosa, de hecho, hasta se me fue el habla. —Pero… ¿En verdad? — escuché cómo dejaba salir el aire por la nariz. —Si Eliza, es lo menos que te mereces por haber aguantado al… tonto de mi nieto, durante todos estos años. Ya me comuniqué con el abogado, como tendrán que tratar un par de cosas de acuerdo con… —No quiero nada que provenga de tu familia Gabriel —guardo silencio un momento— me voy a ir como llegue, sin nada, además iré a casa de mis… padres, dentro de unos días—tartamudee un poco, al recordar lo que Marion había asegurado con tanta convicción. —Es algo que yo quiero hacer por mi cuenta Eliza, y eso no está en discusión, tómalo como una pequeña retribución —no pude rechazarlo, porque sé que por más que lo intente, no cederá a mis demandas, además, estoy segura de que, si me niego, no me ayudará. Y, de todas maneras, no pienso usar ese dinero en mi vida. Prefiero morir de hambre. —De acuerdo Gabriel, ¿el abogado puede presentarse en el departamento de Helen?, por el momento es donde me quedaré. —Si Eliza, solo mándame su dirección. Estará ahí en un par de horas. —Gracias, Gabriel, lamento que no haya funcionado. Como Helen estaba cerca, pudo escuchar la mayoría de lo que hablé con Gabriel, me miró, esperando a ver a qué hora tirar el zarpazo, pero la silencié con una mirada furtiva. —No empieces Helen, te conozco y de una vez te aviso, que ese dinero, jamás será usado. —Yo no dije nada —puso los ojos en blanco y siguió empacando. Me encontraba a punto de ayudarla, cuando de repente, mi móvil me aviso que un mensaje había llegado. Me extrañé un poco, pero fui a revisar. El remitente me dejó helada, no sé qué es lo que quería ahora, pero seguro no era nada bueno. “Espero que cuando vaya a casa, ya no te encuentres ahí, ni tampoco ninguna de tus cosas. Pronto podré llamar hogar a ese lugar y tu recuerdo será borrado de cada rincón”. Quería responderle, pero sinceramente, era como darle más motivos para que siguiera molestando y la verdad, no pretendía seguir dándole armas para atacarme. Solamente apagué el móvil y le pedí a Helen que por favor bajara la maleta al terminar, mientras yo bajaría un momento. Ella se quedó pensativa, pero no dijo nada, imagino, que pronto sabrá lo que está por suceder. Fui directamente a buscar a la servidumbre, para avisarle que tenían el día libre. Por supuesto se alegraron y salieron inmediatamente. Una vez que salieron de la propiedad, me dirigí a la cocina, tomé el cuchillo más filoso y a mi paso, comencé a tirar todo lo que se me atravesaba. Llegué a la sala y comencé a romper la tela de los sofás, descargando toda la furia que tenía dentro, rompí la mesa de centro, jarrones, platos, cuadros, incluso un par de ventanas. Entonces bajo corriendo por las escaleras, para saber qué es lo que estaba sucediendo. Como no había terminado aún, subí a las habitaciones, comencé con la de él, destrozando la cama, almohadas, su costosa ropa, sus costosos perfumes, sus costosos relojes, hasta que Helen me detuvo. —Por favor, Eliza, detente, me estás asustando. ¿Por qué estás haciendo todo esto? —Solo le estoy haciendo un favor, si quiere borrar cualquier rastro de mí, de esta casa, te juró que lo hará. Será como si jamás hubiera existido en su vida. Fue entonces cuando recordé, que el cuadro de nuestra boda aún seguía intacto. Bajé nuevamente, le pedí ayuda a Helen para que me ayudara con el cuadro y se acercó rápidamente. —Eliza, se supone que lo tienes que olvidar, pienso que, si te llevas esto, no harás más que recordarlo —la miré confundida. —¿De qué hablas?, esto se va a quedar aquí, destrozado, obviamente. Y al igual que con lo anterior, termine destrozándolo. Cuando por fin termine, me limpie el sudor de la cara, deje caer el cuchillo, miré a mi alrededor y me sentí satisfecha con lo realizado. De todas maneras, no creo que le importe y eso le ayudara a olvidarme más fácil. —Vámonos Helen, el abogado no debe tardar y tengo que firmar esos papeles cuanto antes. Quiero ser la primera en hacerlo, no quiero continuar casada con un poco hombre como él. Salimos en silencio de la que algún día consideré mi casa, pero que, realmente, jamás me perteneció, porque estaba destinada a su verdadero amor, mi hermana. Ya buscaré el tiempo para ir a aclarar unas cuantas cosas con mis padres. Pero por el momento, debo encargarme de otras cosas más importantes, seguro que lo que Marion me dijo, son puras mentiras y no debo caer en su juego. Helen volvió a conducir, por supuesto, condujo directo a su departamento, sé que le encanta la idea de que viva con ella, aunque solo sea por un par de días. Trato de distraerme haciéndome la plática de cualquier cosa, solo respondí por amabilidad y porque le debo muchas cosas a ella, sin su apoyo, seguro que ya me habría derrumbado. Divisamos un auto cuando ya nos encontrábamos cerca de su departamento, seguramente era el abogado y no me equivoque, porque una vez puse un pie fuera del auto, él también salió del suyo. Se presentó y lo hice pasar dentro, Helen nos dejó a solas y comenzó a mostrarme los papeles, estaba a punto de decirme el dinero que Gabriel tena reservado para mí, pero lo detuve. —Solamente dígame donde tengo que firmar, es lo único que me importa —el abogado no se sorprendió ante mi actitud, seguro que Gabriel lo advirtió. —De acuerdo, le indicaré donde tiene que firmar, y en cuanto esté todo listo, le haré llegar el acta de divorcio. —¿Él aún no presenta la demanda de divorcio? —pregunté, porque su urgencia era mucho mayor que la mía. —No, señora, aún no —sonreí de medio lado. —Entonces le puede hacer llegar el papel cuanto antes para que firme, por favor —asintió. —Mañana mismo será notificado —me alegre y firme cuanto documento puso frente a mí. En cuanto terminé, nos despedimos y Helen salió para saber qué es lo que haría a partir de ahora. En realidad, no sé qué es lo que haré a partir de ahora. Pero por el momento, lo único que quiero es descansar, tomarme un par de días para mí, para pensar en cómo retomar mi vida. Como los padres de Helen tienen una villa por la playa, me sugirió ir de vacaciones ahí, por supuesto le agradecí que me acompañara, sin yo misma pedírselo, porque no quiero estar sola, no ahora. —Gracias por aguantarme Helen, no sé qué es lo que haría sin ti. Seguro ya me habría lanzado de algún puente o algo. —No digas bobadas Eliza, tú siempre puedes contar conmigo para lo que sea, incluso si necesitas alguien que te a esconder el cuerpo —me guiño el ojo, reímos. —Estoy hablando en serio, Helen, sin ti, ya me habría quebrado. —Dejemos de hablar de cosas tristes, ahora mismo empacaremos para irnos a la playa, sin móvil, regresando, ya pensaremos en todo, ¿de acuerdo? —asentí con vehemencia. Sé que estos días me servirán para descansar y no pensar en lo humillante que es toda esta situación, pero al menos, descansaré y me relajaré. Ya vendrán cosas mejores, me encuentro más que segura. Pero a mi regreso, las cosas se tornarían aún más difíciles para seguir con mi estancia en ese lugar. Llegaría a tal punto, que antes de marcharme, les daría una cucharada de su propio chocolate a los dos miserables que se encargaron de hacerme sufrir y destruir mi vida en cada aspecto. No tendré ningún tipo de compasión, como ellos, jamás la tuvieron conmigo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD