Deseo 2: Matrimonio.

2064 Words
Segundo deseo. Colarse a una fiesta de gala. Desperté gracias al sonido de mi teléfono móvil, lo rebusque por toda la cama y cuando me giré para tomarlo, me caí de espaldas al suelo. ¡Auch! No podía ser mejor mi despertar, nótese el sarcasmo. Me coloque de pie y atendí. —¿Qué?—contesté de mala gana. —¿Esos son los ánimos que tienes para cumplir tu segundo deseo?—preguntó Ron en la otra línea. —Mi despertar no fue el más ameno, ¿Qué pasa?—pregunté. —Llevo dos horas tocando tu timbre, pero creo que no funciona—respondió. —Ya voy—respondí de mala gana. ¿Por qué había venido tan temprano? Ni siquiera estaba duchada, lave rápidamente mis dientes y  mi cara. Camine a pasos agigantados hasta la puerta y la abrí. Me dio una mirada de arriba abajo. —¿Por qué no estás lista?—preguntó y lo miré mal. —Porque no escuché mi alarma—respondí de mala gana. —¡Uy! Alguien está de mal humor—respondió dejando su bolso en el sofá. —¿Me estás jodiendo?—respondí bufando—, Iré a ducharme. Luego de una hora aproximadamente ya estaba lista, duchada y vestida. Me llegó el olor de huevos fritos con tocino, salí a la cocina y encontré a Ron cocinando, a decir verdad, no podía creer que nuestra amistad comenzara por el querer filmar mi deprimente vida cumpliendo deseos antes de morir. Pero le agradecía a la vida por ponerlo en mi camino, después de todo era un gran chico. —¿Qué cocinas? —pregunté asustándolo porque no me había escuchado aparecerme, fue divertido verlo brincar—, ¿Tan sucia esta tu consciencia que no te deja estar en paz? —me saco la lengua luego de rodar sus ojos. —Huevos fritos, tocino, pan tostado y café. Todo lo que no deberías comer, por la gran cantidad de grasa que contiene—respondió—, pero como de todos modos morirás. ¿Qué importa no? —divirtió y me carcajee como nunca, este chico tenia un humor n***o muy jodido, pero me gustaba que no lo viera como un tema tabú o lastimero. —Cuánta razón tienes, quiero mucha grasa—respondí. —¿Y bien? ¿Cuál es tu deseo numero dos? —preguntó mientras engullía un bocado. Lo mire con diversión mientras tomaba mi café. —Quizás te suene a algo inmaduro o muy tonto, pero desde niña siempre he querido colarme a una fiesta de gala—respondí—, De esas de gente con mucho dinero o de un político. —¿Hablas en serio? ¿sabes cuanta seguridad manejan en esos eventos? —preguntó. —Sí muy enserio, ¿Qué chiste tendría si no fuera arriesgado? —respondí—, ¿Te imaginas ir presa y que se enteren que moriré en unos meses? ¿Y no me puedan dar cadena perpetua porque me faltaría vida para pagarla? —divertí y el estalló en risas, escupiéndome el sorbo de café que había bebido en mi cara. —¡Iugh! Los efectos acuáticos no eran necesarios—respondí y noté sus mejillas rosas de la vergüenza. —¡Lo siento tanto! Es que eso fue realmente chistoso—se defendió—, Y ahora que recuerdo, hoy habrá una fiesta muy importante en el Sheraton hotel, el de la avenida St. Lincoln. Es la celebración del matrimonio de la hija del gobernador. —¡Perfecto! Fiesta de bodas, allá te vamos—respondí y el sonrió de oreja a oreja. —Cada vez me gusta más esto de ser tu compañero de deseos—respondió divertido. Luego de resolver unos inconvenientes de la fundación en a entrega de una silla de ruedas eléctrica para un chico discapacitado. Y finalmente haber pagado la ultima cuota de un riñón para Valery, otra estudiante talentosa de muy bajos recursos. Amaba enormemente regalarles una segunda oportunidad, la que yo no quería. Ron se encargaba de los detalles de la locura que estábamos por hacer, mientras yo terminaba de firmar los cheques. Una llamada resonó en mi teléfono móvil. —¿Hola? —respondí en seguida. —¿Hola? ¿Te acuerda de tu mejor amiga de toda a la vida? ¿A la que estas cambiando por un desconocido camarógrafo? —victimizo haciéndome reír. —Señorita abogada, le recuerdo que es usted la que me deja plantada por irse a juicios—refute. —Solo por eso digo que esta bien, que te rodees de personas como ese desconocido—respondió divertida—, ¿Planes para hoy? —Cumpliré mi segundo deseo—respondí. —¿Y cual es ese? —preguntó. —El de colarme a una fiesta de gala, ¿Recuerdas que siempre te hablé de hacer algo así? —respondí. —¿Enloqueciste? Lucy, ¿A qué fiesta te colaras? —preguntó asustada y podía escuchar cómo se mordía sus uñas. —A la fiesta de bodas de la hija del gobernador—respondí orgullosa. —¿Qué? ¡Ahora si te declaro loca! ¿Sabes la seguridad que tendrán? —pregunto de regreso. —Tranquila, Ron esta planeando todo. Es un cerebrito—respondí. —Pues no creo que sea un cerebrito si esta apoyando esta locura—respondió—, ¡Podrías meterte en graves problemas! —¿Y cuál es la gracia de ser la mejor amiga de la mejor abogada de la ciudad si no puedo usar sus servicios? —respondí y escuché como se reía. —¡Lucy! No soy abogada penal, desde ya te digo que no podre sacarte de la cárcel—respondió. —¿Entonces que eres? ¿digo para que me sirves? —respondí con diversión y pude escucharla reírse de nuevo. —Debo colgar, solo no te metas en problemas. Por favor—pidió. —¡Aburrida! Te veo luego abogada, feliz tarde—respondí y ella colgó.  Terminé todos los pendientes y me fui al salón de belleza. Ron estaba comprándose un traje de gala, yo haría lo mismo. Hoy seria nuestra gran noche, luego de me hiciera un hermoso recogido y me echaran muchos productos en mi rostro hasta dejarme hermosa. Fui en búsqueda de un vestido, terminé decidiéndome por uno muy llamativo. Era ceñido al cuerpo en color plateado con lentejuelas y tenia decoraciones en color dorado también. Su corte era tipo sirena y se abría en la pierna izquierda. El escote en el pecho era en forma de corazón, muy bonito la verdad. Quedaba perfecto con el peinado que llevaba, porque lucia mas el cuello. Llame a ron y quedamos en vernos dos cuadras antes del hotel, donde estaba el bar “CupsCop”. Al llegar lo divise recostado a un poste, lucia increíblemente bien. o fui afectada por el famoso “efecto smoking”, que dice que todo hombre en traje se ve doblemente bueno. Me acerqué a él y pude notar como se me quedo mirando atónito, mientras regaba la bebida que llevaba en su mano. Me reí hasta que le di una palmada en su hombro.  —¡Reacciona! —dije y el salto. —¡Lo siento! Es que estas…—intento decir torpemente, pero fue más tierno que torpe. —¿irreconocible? Lo sé, estos son los resultados de bañarse y una garra de tigra. “no manito de gato” —divertí y ladeo una sonrisa.  —No, estas hermosa Lucy—respondió finalmente y tome mi vestido con ambas manos haciéndole una especie de venia. —Gracias, Ron. Tú también, luces muy bien—respondí codeándolo—, ¿Cuál es el plan? —Bueno en teoría creí que te encargarías de eso tú, ya que si era tu deseo desde muy niña. ¿Tienes el plan no? —respondió y le di una mirada nerviosa. —Que quiera hacerlo no significa que sepa cómo—respondí—, ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? —Tu solo sígueme la corriente—respondió y asentí. Caminamos hasta el hotel Sheraton, mientras hacíamos chistes de cualquier cosa. Disfrutaba la compañía de ron, me hacía sentir menos miserable y recordar a mi tía de una manera alegre. Al llegar nos detuvimos justo en las escaleras para subir a la entrada, mire por todos lados, intentando pensar en cómo haríamos para entrar. —Ya regreso, espérame aquí y no te muevas—avisó yéndose en dirección al parqueadero. Asentí y me quedé ahí parada por un largo rato. Había mucha seguridad, muchos policías y todos los invitados que veía entrar llevaban una especie de invitación dorada. ¿Cómo rayos haríamos para pasar? Ron apareció corriendo hacia mí, me hizo una señal que subiera las escaleras y eso hice. Me alcanzó mientras me tomo de la mano, ¿Qué hacía? No entendía nada. —Sonríe y actúa refinada, nos encontré una invitación—respondió y sonreí con verdadera diversión, este chico era increíble, no podía creer que lo hizo.  Caminamos hasta la entrada y pasamos luego de que Ron sacará de su saco el sobre dorado, ¿Cómo hizo para conseguirlo? Entramos a la recepción y nos indicaron por donde continuar caminando para llegar al gran salón de eventos. Estaba muy contenta y con el corazón a mil, lo cual no sabia si era buen o malo. Pero tenia taquicardia de la emoción y adrenalina que sentía. Un mayordomo estaba en la puerta, antes de abrirnos la puerta nos pidió el sobre. —¿Invitación? —preguntó, Ron se la entrego y yo quería morderme las uñas.—, Señores, ¿Wilbur? —preguntó confuso mientras miraba su lista de invitados y a nosotros. —Vengo en representación de mi padre Anastasio Wilbur, ya que se encuentra con diarrea y no quiso asistir en esas condiciones—respondió Ron, el mayordomo hizo un gesto de asco y nos abrió la puerta, muy bien hecho Ron. —¿Diarrea? ¿Eso es refinado para ti? ¿En serio Ron? —pregunte entre risas, me dolía el estómago de tanto reírme.—, Ya dime, ¿Cómo conseguiste la invitación?  —Un mago jamás revela sus trucos—respondió y lo codee, me alegraba que haya hecho. La fiesta se veía muy aburrida y con muchos presentes, la música era clásica y los novios se encontraban en una especie de mesa encima de una tarima. Habíamos llegado en el momento del brindis, todos decían cosas tan aburridas. ¿Por qué la gente adinerada era tan clásica y ortodoxa? Con intenciones de animar un poco la fiesta, tomamos asiento en una de las mesas con menos personas, nos dieron miradas de arriba abajo pero no me importo. Estaba cumpliendo uno de mis mas locos deseos. Alce la copa del brindis y tome una cuchara para hacerla sonar y llamar la atención de todos, Ron me dio una mirada y escupió nuevamente su champan sobre mí por la impresión. —¿Qué rayos haces? —susurró ya que todos nos prestaban atención y nos miraban desconcertados sin saber quiénes éramos. —Bueno, primeramente. Buenas noches, es increíble que se hayan decidido a casarse en esta época donde no existen los para siempre. Pero, ¿Quién dice que no pueden ser del otro porcentaje? Ese que es rebelde y difícil de amoldar. No puedo estar mas agradecida con su boda, me dieron la oportunidad de cumplir uno de mis deseos. ¡Colarme a una fiesta de gala! —hablé fuerte ganándome las risas de los invitados y hasta los novios—, No me queda más que decir, ¡Que vivan los novios! —grité y entonces todos hicieron una ovación. La música volvió y esta vez colocaron una canción lenta, de mis favoritas. Tome del brazo a Ron y lo lleve a la pista, bailábamos al compás, muy apegados el uno al otro. Me miraba sorprendido y es que ni yo me creía todo esto y mucho menos lo que dije delante de todos —Eres increíble, eso fue fascinante—felicitó Ron, mientras nos reíamos de las caras de todos—, ¿Dónde estuviste todo este tiempo que necesite risas? —me preguntó mirándome con ternura mientras me hacia girar en una vuelta. —Intentando morir—respondí
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