DESEO TRES.
HACER SNORKEL EN PHI PHI ISLANDS, TAILANDIA.
—¿Estas preparada? —preguntó Ron mientras me grababa subiendo al avión. Sonreí saludando a su cámara, mientras asentía con emoción.
Finalmente comenzaría la verdadera aventura. Muchos de mis deseos eran conocer y viajar. Así que aquí estábamos, subiendo a este aparato volador identificado. Les tenía cierto miedo, sobre todo por el tema de las alturas. Pero sabia que era la única forma de poder conocer todo lo que deseaba. Subimos y me senté del lado del pasillo mientras que Ron se sentó en la ventana.
—¡Esta por atardecer! ¿sabes lo lindo que es el atardecer desde las nubes? —preguntó.
—Nunca lo he visto—respondí.
—Pues me alegra saber que lo veras, es increíble—respondió y me causo ternura el verlo tan feliz por algo tan simple.
Luego de acomodarnos en el avión, este despego. Sentí náuseas y un vacío en el estómago, enterré mis uñas en el asiento mientras cerré los ojos con fuerza. Ron apretó mi mano y de pronto sentí menos miedo, me sentía segura, abrí los ojos con suavidad y su tacto me ponía nerviosa.
—Mira esa belleza, ¿No te da paz? —preguntó indicándome la ventana. La verdad es que, si era espectacular, se veía muy bonito el cielo con esas tonalidades rojizas y naranjas, las nubes se movían entre si. Era increíble, nunca había visto algo similar.
—Tenias razón, Ron. Es muy hermoso, ¿Cómo es que nunca me fijé en algo así? —respondí.
—Porque no prestabas la suficiente atención, a tu alrededor siempre habrá estos espectáculos. Solo debes mirar con ojos de turista—respondió y asentí comprendiendo lo que decía. Tenia razón, siempre miraba todo como rutina. Es decir, pasaba por el central park y todo para mi era aburrido, pero veía a los turistas tomando fotos y super emocionados de estar ahí.
—Cuanta sabiduría tienes—respondí—, Mi tía solía expresarse como tú.
—Tú tía lo entendió todo, entonces—respondió sonriendo y asentí.
Viajamos por más de veinte ocho horas, ya que estábamos de esquina a esquina a donde era nuestro destino. Tailandia, iríamos por los países asiáticos para ir subiendo, habíamos arribado en el aeropuerto de Krabi. Debíamos tomar un transbordador hasta la isla phi phi, la verdad es que esperaba que valiese la pena. Porque nunca en mi vida había viajado tantas horas en un avión, era simplemente increíble. . Lo mucho que me sentía cansada, habíamos tomando un vuelo comercial, sus asientos no eran los mas cómodos para un viaje tan largo. Bajamos del avión y sentir el suelo firme en mis pies me transmitió paz. Tomamos un taxi con nuestro equipaje hasta el puerto donde tomaríamos el famoso “ferry” o transbordador.
—¿A que es preciosa esta ciudad? —preguntó Ron a mi lado—, Lucy quiero darte las gracias—dijo de repente.
—Estos paisajes están espectaculares—respondí con ilusión, claro que había valido la pena todas esas horas de viaje—, ¿Por qué? No tienes que agradecerme nada, soy yo la que debería agradecerte.
—No, no, Lucy nunca había salido de New york. Ni siquiera a otra ciudad, mi vida siempre ha sido limitada al trabajo para pagar las deudas que mi padre nos dejó—respondió y lo mire con pesar—, Gracias por esto, de verdad que no sabes lo feliz que me siento.
—No tienes nada que agradecerme, es bonito tenerte de compañero de viaje—respondí—, Gracias por interesarte en ese aburrido documental de una moribunda desdichada—divertí y él se rio.
—Pues interesarme en grabar las aventuras de una moribunda desdichada, ha sido sin duda alguna lo mejor que pudo pasarme—respondió entre risas, mientras nos bajábamos en el puerto.
Luego de cancelarle al taxista, nos acercamos al puerto y compramos el boleto a la isla. Nos dieron las indicaciones y esperamos sentados en la sala de espera. Me conecte al wifi y revise mi teléfono, era increíble la cantidad de seguidores que había subido en mi i********: luego de cambiarlo a publico y ponerle de nombre “Aventuras de una moribunda”. Me causaba gracia que a muchas personas les pareciera un mal chiste, era divertido al menos para mi y Ron. Una video llamada me entró, era mi madre. Suspirando la acepte, nuestra relación era bastante complicada.
—Hola mamá—salude apenas deslice mi dedo en contestar.
—Hola cariño, ¿Qué tal el viaje? —preguntó con interés.
—Largo y cansado, ya casi abordaremos el ferry. ¿Tu como estas? —respondí.
—intenta descansar, puedes comprar un boleto con camarote incluido—respondió y asentí—, ¿Qué tal ese chico que te acompaña? ¿Cómo era su nombre? ¿Rony? ¿Rani?
—Ron, mamá—corregí y asintió con su cabeza—, Fue al baño, pero estamos bien. ¿Cómo están ustedes?
—Nosotros bien, extrañándote ya sabes…—alargo y tuve que aguantar las ganas de rodar mis ojos.
—Y yo a ti, debo colgar acaban de anunciar a nuestro ferry—anuncie—, Adiós mamá, saludos a tu marido.
Colgué la llamada y suspiré con frustración, mi madre parecía mas una amiga lejana. No se hizo cargo de mí del todo, trabajaba y luego se iba con sus amigas, vivía metida en el club con ellas. Yo era invisible para ella, se confiaba en que mi tía cuidaba de mí. Fueron muchas las cosas que llevaron a que mis padres se divorciaran, pero ese era el mayor motivo. Mi madre quería su vida de soltera, no quería tener responsabilidades, ni tener que llevar las riendas de un hogar. Era por eso que siempre discutíamos, no nos podíamos llevar bien. Quizá una parte de mí, no perdonaba toda la ausencia que ella tuvo a lo largo de mi crecimiento. No eran rencor, solo malos recuerdos. Por otra parte, mi padre desde que se casó, se olvidó de mí, su única hija. También pensó que era suficiente con que mi tía se hiciera cargo. El día que ella murió me dio sus condolencias y me dijo que podía mudarme con él. ¿Qué buen chiste no es así? Su mujer me odia y a sus otros hijos no les agrado, no se porque, pero asumo que es por los comentarios de su madre.
—¿Y esa cara? Lucy estamos por subir a un ferry, ¿Alguna vez has subido alguno? —preguntó Ron y negué con la cabeza—, ¡Entonces ánimos! Seguro será increíble, tengo mi cámara cargada y el repuesto. Grabare todo el trayecto.
—Gracias Ron, eres una gran compañía—respondí.
Subimos al ferry mientras Ron grababa todo, me hacia preguntas y a la vez filmaba todo lo que hacíamos. Había solicitado un boleto con camarote doble, así podíamos descansar lo que duraba el trayecto que eran de una a tres horas. El barco era muy simple, pero bonito. Me gustaba sentir la brisa salada del mar, el olor no era muy agradable, pero valía la pena. Al llegar al camarote, Ron dejo sus pertenencias y se fue, dijo que grabaría todo. Yo me recosté y agradecí en silencio por todo lo que estaba sucediendo, también por tener un colchón suave donde descansar mi espalda. Sin darme cuenta me quede dormida.
—¡Lucy! ¡Lucy despierta! —escuche mientras me zarandeaban.
—¿Mmm? —respondí entre mi sueño, pero me seguía moviendo. Así que abrí los ojos de mala gana y Ron me halo sacándome de la cama, casi perdía el equilibrio. Pero me sostuvo, estaba descalza y sentía la suciedad en mis pies. Me arrastro hacia un tipo balcón donde había algunas personas muy emocionadas intentando filmar. ¿Qué estaba sucediendo? —, ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanto alboroto?
—¡Mira! —señaló el mar, me arrastró hasta el bululú de personas y entonces vi algo mágico. Una manada de delfines estaba saltando y haciendo un espectáculo. Se reyan y hacían esos sonidos tan bonitos que solo se veían en los programas de animal planet. Sonreí en grande, era magnifico.
—¡Gracias por avisarme esto es hermoso! —respondí—, Mira, ese de ahí es hermoso—dije con alegría, que bonito despertar.
Los delfines se despidieron de nosotros y se perdieron en la infinidad del mar. Al llegar a la isla no podía creer lo preciosa que era, lucia muy bien, definitivamente sus fotografías le hacían justicia, el color del mar era tan claro que podía ver a los coloridos peces. Toda la isla tenia ese estilo de relajación que cualquier persona necesita, es como si siempre fuer verano. No había los ruidos de la ciudad y todo se veía muy moderno, pero con ese toque clásico. Ron fotografiaba y filmaba todo, nos bajamos del ferry y caminamos hasta el puerto. Seguidamente tomamos un taxi y le di el nombre del hotel que habíamos reservado, me costó horrores encontrar disponibilidad ya que esta isla se mantiene llena de turistas. Al llegar me percate que tenia un aire muy romántico, sus decoraciones eran en tonalidades rojizas. La mayoría de sus paredes eran cristales, dejando admirar la belleza de la isla. Esos cielos tan azules como su mar, era increíble y muy paradisiaco, caminamos hasta la recepción.
—Buenas tardes, Bienvenido a Coconuts, Resort—saludó la chica, asentimos en forma de saludó—, ¿Nombres?
—Buenas, Lucy y Ron—respondí—, ¿Debemos indicar nuestros pasaportes?
—No es necesario, ¿Su reservación fue por nuestra pagina o alguna compra de paquete turístico?—preguntó.
—Por la página, incluso la pagué por adelantado—respondí. Ella asintió y tecleo en su computador.
—Aquí esta, habitación 113—respondió con amabilidad, entregándome una tarjeta.
—¿Y la otra? —pregunté al notar que no tecleo o busco otra tarjeta para Ron.
—¿Otra? ¿A que se refiere? —preguntó confundida.
—Reserve dos habitaciones, es decir, somos dos. ¿lo ve? —respondí obvia.
—Lo siento, pero el sistema solo refleja una reserva, debió revisarlo mejor—respondió con cierto tono que no me gusto.
—¡No, no! Estoy muy segura de haber reservado dos habitaciones—respondí—, Espere le indicare.
Rebusque mi teléfono y le conecte la simcard con numero de turista, accedí a mi correo y busque la confirmación del p**o. Efectivamente decía en la descripción “Reserva de dos habitaciones”. Le indique la pantalla y ella suspiro con pesar.
—Me temo que el sistema no lo registró de esa forma—respondió—, Lo siento, intentare refrescar el sistema.
—Si pague por dos habitaciones, de las cuales debitaron de mi tarjeta el monto exacto. ¿Cómo es que el sistema no lo registró? —pregunte un poco molesta, no me daba una solución y estaba muy cansada. Quería descansar, mañana salíamos muy temprano a lo que vinimos a hacer snorkel.
—Efectivamente no lo ha registrado, no hay mayor cosa que pueda hacer—respondió como si fuera lo mas normal del mundo, ¿Me habían robado dinero y esta era su respuesta? —, Puede generar su reclamo y en breve le responderán.
—Parece que no me estoy dando a entender, necesito la habitación por la cual pague. No me interesa si no lo refleja el sistema, pero de mi tarjeta debitaron el dinero. Si no me dan solución entonces exijo un r*******o—repuse.
—Me temo que no se podrá…—comenzó y la interrumpí.
—Quiero hablar con el gerente, necesito soluciones no lamentos—respondí.
Suspirando toco la puerta que había a sus espaldas y de ella salió un chico bastante nerd, con sus gafas gruesas de color n***o y un uniforme muy ridículo. Estaba somnolienta y cansad, nunca había tenido este tipo de problemas con ningún hotel. Además, había pagado mucho, los hoteles en la isla eran muy costosos y pague doble. No era justo.
—Buenas tardes, ya me han comentado la inquietud—dijo sumamente calmado y yo comenzaba a estresarme más—, No tenemos habitaciones disponibles. Como sabrán estamos en la temporada más turística de la isla.
—¡Eso ya lo sé! ¿Qué solución me darán? —pregunte.
—Puedo reembolsarle su dinero, pero le advierto que será muy difícil encontrar dos habitaciones en esta estación del año—respondió, me mordí mis uñas con estrés. ¿Qué hacíamos?
Suspire con frustración, moría de cansancio, me dolía la cabeza, me habían robado y encima me decían que no encontraría habitaciones. Lo cual se que es verdad porque leí sobre eso, en estas fechas es donde mas se llena la isla porque florecen los corales en el arrecife. Le di una mirada a Ron y este suspiro con cansancio, sabía que también estaba agotado.
—Que te devuelvan el dinero de la habitación que no tienen y nos acomodamos en la que está reservada—sugirió y me pareció la solución más rápida.
—Perfecto, entonces hazme un r*******o por la habitación que no me dieron y me quedo con la 113—respondí y el gerente solo asintió.
Le dio ordenes a la chica y esta me pidió mi numero de cuenta, me hizo una trasferencia y luego de agradecerle por nada. Porque esa solución pudo haberla ofrecido desde el comienzo de todo este embrollo, pero no lo hizo. Se cerró en su “me temo que”. Terminamos yendo a la habitación, era simple una cama doble, una mesita de noche, el armario y baño. No había un mueble o algún lugar donde poder intercambiarnos para dormir. Dejando todas mis pertenencias en la habitación, tome una de las batas blancas y entre al baño. Tome una larga y relajante ducha. Al salir vi a Ron echado en la cama con su laptop en el regazo y un cable conectado a su cámara.
—He tomado fotos increíbles, en estas sales muy bien. Deberías subirlas a tu perfil de i********:—anunció.
Luego de indicármelas y darle la razón, porque efectivamente eran increíbles. Él fue quien entró a la ducha, aproveche a vestirme. Arreglando toda la ropa en el armario, ya que pasaríamos dos o tres días en la isla, Ron salió ya cambiado y nos quedamos mirando. Era un poco incomodo, ya que no teníamos esa clase de confianza entre ambos.
—Dormiré en el suelo, pediré mantas extras—avisó tiernamente.
—No te dejare dormir en el suelo, la cama es lo suficientemente grande para los dos—respondí.
Asintió tímidamente y se recostó del lado izquierdo, entre a la cama también del lado contrario. Me sentía nerviosa, el cansancio en mi cuerpo se hizo notar al quedarme profundamente dormida. Me desperté sintiendo el peso de alguien a mi lado lo cual me hizo asustar hasta recordar lo sucedido, mi pierna estaba entrelazada con la de él y no podía sentirme más avergonzada. Tenia esa costumbre desde niña, siempre que dormía con alguien o le subía la pierna o la entrelazaba con la suya. Mis mejillas ardían, no podía creer que me había tomado ese atrevimiento. Por suerte estaba dormido, me moví con sumo cuidado y me encerré en el baño.
Una hora después estábamos terminando el desayuno para comenzar nuestra aventura, el guía turístico nos llevó hasta una playa. Nos dieron los equipos y trajes para bucear y luego nos llevaron en un transbordador hasta las profundidades del mar. Estaba muy nerviosa, nunca había hecho esto y además le tenia mucho respeto al mar. A la inmensidad y profundidad que tiene. Llegamos a la nada, literalmente, solo se veía el infinito mar de fondo y el cielo azul. Nos dieron ordenes de bajar a la plataforma y sentarnos de espaldas, Ron se veía mas feliz que nunca. Había alquilado unas cámaras de esas a prueba de agua, nos lanzamos hacia atrás cuando el guía lo ordenó.
Comencé a nadar siguiendo las indicaciones que nos habían dado, todo aquí abajo era más que increíble. Era un mundo diferente, había peces que jamás vi en ningún acuario. Unos tan transparentes que podías ver a través de ellos, otros de colores llamativos, con manchas, grandes, pequeño, era espectacular. Pero sin duda alguna ame los arrecifes, eran algo de otro mundo, sus colores vibrantes me transmitían paz. Me sentí como una niña de ocho años cuando vi los famosos peces de la especie de buscando a Nemo. Ron no paraba de tomarme fotos y grabar, sin duda alguna fue la mejor experiencia.