QUINTO DESEO.
VOLAR EN UN GLOBO EN CAPADOCIA.
Sabía que moriría en cuestión de unos meses, pero estaba completamente convencida que estaba disfrutando cada día. Porque me llevaría tantas experiencias y la satisfacción de haber hecho todo lo que quise. Mi experiencia en el templo de los monjes había sido una gran revelación para mi yo espiritual. ¿Qué por qué? Había entendido mi dolor interno, mi perdida, pero gracias a la meditación y sabiduría del gran Abbot, la había aceptado y dejado ir. No es como que me olvidaría de mi tía, solo no la recordaría como algo doloroso. Si no como una muerte necesaria para encontrar la luz y tranquilidad que deseaba. Los monjes no creían en el mas allá, eran escépticos. Pero creían en la reencarnación, por lo que me convencí a mi misma de que la encontraría nuevamente en otro cuerpo.
Era momento de dejar Tailandia, me daba nostalgia. Pero me emocionaba mucho la idea de conocer Turquía, pero mucho mas de volar en uno de esos enormes globos aerostáticos. Nos encontrábamos nuevamente en el aeropuerto, esta vida viajera era muy divertida.
—¿Lucy? ¿Estas segura de que compraste el vuelo correcto? —preguntó Ron preocupado.
—Claro que sí, Ron—respondí segura—, ¿Por qué lo dudas?
—Porque revise la línea de abarque y no hay un solo vuelo que salga hoy para Turquía—respondido cruzado de brazos.
—¿Qué? No eso no puede ser cierto, recuerdo bien haberlos comprado para hoy—respondí buscando en mi bolso donde había puesto los tiquetes. Los tome rápidamente y me quería morir, los había comprado para el 17 de abril. Y hoy era 7 de abril. ¡j***r!
—Te lo dije, ¿Qué se supone que haremos? —preguntó Ron angustiado.
—Me encargare, no te preocupes—respondí segura.
Camine a paso seguro hasta la ventanilla de la aerolínea en la que había comprado los tiquetes, sonreí amablemente y le pase los boletos a la muchacha.
—Buenos días, disculpa, los he pedido para hoy y me los han dado para el 17—pedí.
—No hay cambio de fechas, porque no hay vuelos para hoy—respondió de manera grosera, sin siquiera responder mis buenos días.
—Necesito viajar hoy mismo, tengo reservas en hoteles en la ciudad destino—respondí firme, mirándola fijamente
—Pues debió fijarse mejor que estaba comprando—respondió tajante—, No hay devoluciones, tampoco.
—Necesito una solución, no puedo perder mis reservas—respondí cruzándome de brazos.
Después de dos horas de pelea con la encargada de mis boletos, logré convencerla de cambiarme el tiquete. Como no había vuelos directos, nos tocaría hacer escala. Pero eso sonaba mejor a perder nuestra reserva nuevamente, como en phi phi. Subimos al avión y tomamos nuestros asientos, me despedía con gran nostalgia de tan mágico e increíble destino. Deje ir en la ventana a Ron, me gustaba ver lo feliz que se ponía cuando pasaban las nubes a través de la ventana. Parecía un niño pequeño, se emocionaba con cosas simples, era demasiado tierno. Lo miraba grabar con su teléfono cualquier detalle y siempre me hacía sonreír.
—¿Por qué me observas tanto? —preguntó sacándome de mis pensamientos. Me removí avergonzada, ¿Cómo se había dado cuenta?
—Miraba el atardecer, ¿A que es bonito? —excuse rápidamente.
—Si, seguro…—alargó divertido.
Oculté mis mejillas sonrojadas debajo de la manta, me cubrí por el frio que hacía. Luego de ocho horas con cuarenta minutos más tarde, estábamos por arribar en el gran país turco. la vista era espectacular, grandes edificios, el mar azul, las planicies y grandes espacios verdes. Todo de ensueño, al aterrizar. Nos bajamos del avión y buscamos nuestro equipaje. Eran cerca de las ocho de la noche, pasaríamos la noche en la ciudad y mañana a primera hora partíamos a Capadocia.
Llegamos al hotel, era simple pero elegante. No era tan caro y eso me llamó la atención. Siempre subestime el viajar a este lugar, porque por alguna extraña razón creía que era costoso. Estaba muy equivocada, nos dieron nuestras tarjetas, esta vez si eran dos habitaciones diferentes. Extrañaría ver dormir a Ron.
“¿En serio Lucy?” me regaño mi subconsciente. ¡Deja de pensar tonterías, por favor!
Volvamos a la realidad, como siempre Ron. Había grabado todo nuestro traslado, hasta finalmente separarnos en el pasillo de las habitaciones, por suerte las dos estaban juntas. Haber dormido con Ron, fue algo tan intimo y reconfortante.
“¿Otra vez?” ¡Ya basta!
Mi mente me jugaba en contra, pero volviendo a lo importante, había entrado a mi habitación. Se trataba de una cama simple de dos plazas, una mesita de noche, un espejo grande en la pared, un armario y un baño. No desempacaría porque no pasaríamos mas que la noche, tome una ducha refrescante y me coloque mi pijama. No dejaba de pensar en Ron, desde que llegó a mi departamento aquella noche, se volvió sin duda alguna mi compañero fiel durante todo este tiempo. Conocerlo era sin duda alguna todo un privilegio, era un chico increíble y muy genuino, ¿Acaso me gustaba él? ¡Pero claro que sí! Digo, no, no, solo es mi compañero de aventuras, mientras filma un documental de mi deprimente descenso hasta la muerte. Suspire, cerrando mis ojos con fuerza para obligarme a dormir.
Desperté temprano, enérgica por la nueva aventura que nos esperaba el día de hoy. Me aliste y baje al lobby luego de enviarle un mensaje a Ron diciéndole que lo esperaba allí. Tomamos el taxi al aeropuerto y subimos nuevamente a un avión, mi peor pesadilla se volvió mi mejor pasatiempo. Adoraba viajar, el viaje fue corto de una hora y veintiún minutos. Arribamos en el aeropuerto de Capadocia, Ron grababa todo, era increíble desde las alturas. Una región llena de rocas por doquier, ya quería verlas desde abajo. Tomamos un taxi hasta una de las ciudades principales, donde mayormente se hospedan los turistas, le pasamos la dirección de donde habíamos hecho la reserva. Se trataba de uno de los hoteles mas populares por su típico concepto de “de estructura tipo cueva”. Admiraba por la ventana del taxi toda la ciudad, parecían rocas enormes las cuales fueron modificadas para usarse como casas, de ahí provenía el nombre de “Hotel cueva”, como solía reconocerse. Al taxista detenerse frente al resort, quede mas que petrificada. Parecían ser edificaciones que están en la superficie, pero al acercarte es como si entraras en la profundidad de una cueva, con las paredes rocosas y amarillentas, era algo fascinante. Luego de que nos entregaran nuestras llaves, fuimos en búsqueda de las habitaciones, Ron filmaba todo y es que estaba genial.
—Cuéntanos, ¿Qué te parece todo esto? —preguntó Ron con su típica voz de comerciante, la cual usaba para los cortos del documental.
—Bueno, esto es fascinante. Me siento en la época de las cavernas, como si estuviéramos en la era rupestre. —respondí divertida—, Sin duda alguna, uno de los mejores destinos que pude haber escogido.
Nos separamos para entrar a nuestras habitaciones, volví a sentirme triste por no poder disfrutar de la compañía completa de Ron. ¿Qué carajo está pasando conmigo? ¡Alguien por favor golpéeme! La habitación parecía ser superficial, como todo en este hotel. Pero al caminar hacia ella, entrabas en una profundidad dimensional, era bastante extraño. Las paredes tenían decoraciones grabadas en la misma roca, pero no se mantenía sucio y polvoroso el ambiente lo cual era interesante. La cama parecía de esas góticas, tenia barandales grandes. El suelo estaba cubierto por una gran alfombra tejida de color rojo con n***o, haciendo juego con las mantas y frazadas de la cama. Había dos cajones de color caoba a un costado y al final había una ventana que tenía una vista panorámica de toda la ciudad. El baño tenia mas profundidad que la misma habitación, rocosa y con columnas antiguas, una ducha y el inodoro.
Luego de un recorrido por ambas regiones con más índice de turismo, en el tour que habíamos pagado. Terminaba con el viaje en globo, así que nos llevaron a una zona bastante alta y lejana, en uno todoterreno. La vista era amplia y se podía apreciar mejor toda la ciudad y los coloridos globos que ya volaban en el cielo. Ron aprovecho de hacer algunas tomas y una mini sesión de fotografías, me sentía tan emocionada como cuando era niña y esperaba ansiosa por abrir los regalos de navidad. Un señor tenia una maquina con fuego, encendiendo el globo, era grande, majestuoso y me enamoraron los colores, amarillo, violeta, azul y blanco. El encargado nos indicó que era momento de abordar el canasto, tenia un nudo en la boca del estómago. Y sentía como si muchas mariposas revolaban en él, con ayuda subí y tome asiento junto a Ron. Habíamos escogido el primer horario que salía a las 6 am, el recorrido duraría dos horas.
El globo comenzó a ascender poco a poco, hasta ganar una altura gigantesca. Podíamos ver toda la ciudad y a los demás globos desde la altura, la estructura rocosa que tenia era como un sueño. Como si estuvieras flotando por encima de todo, que privilegiadas son las aves. Pueden admirar todo esto, sin necesidad de un globo. El aire fresco golpeaba mi rostro, el fuego constante que mantenía en el aire al globo mantenía una clima encantador y acogedor. Ron grababa todo y yo no paraba de admirarlo a él. El cielo estaba dando también una escena genuina, digna de ser fotografiada para que perduré eternamente, los matices de colores, desde blanco, gris, azul hasta rojo. Donde se veía un poco mas el sol, tan lejano como si no estuviésemos tan elevados, ver tantos globos al mismo tiempo volando por la magnífica combinación de colores era algo vibrante, te recargaba de energía, querías quedarte para siempre observando el espectáculo que te ofrecía esa mañana.
Contemplar las edificaciones rocosas que son producto de la erosión de la tierra, el agua y el viento. Accidentes geográficos y claro la creación del gran dios. Y pensar que antiguamente las personas vivían dentro de esas montañas rocosas y gigantescas, también lo usaban como refugio. Y ahora en la actualidad se modernizó hasta usarse como casa par algunos lugareños y otros para turistas. Habíamos llegado a la máxima altura, todo se veía diminuto. Pero logramos admirar a detalle todo nuestro alrededor, el sol estaba saliendo en el horizonte. Ofreciéndonos el mejor de los espectáculos, su saliente luz lograba iluminar la altitud de las montañas dando formas extrañas y muy mágicas a las montañas rocosas.
—¿Es mágico no? Estoy tan maravillado, lo siento si no te he hablado mucho—dijo Ron sentándose a mi lado, antes estaba filmando.
—No te preocupes, también mereces disfrutar todo esto—respondí sonriente.
—Gracias, por tanto, Lucy—respondió tiernamente—, Sabes, no te lo conté antes. Pero yo también intente quitarme la vida años atrás, no lo logre por suerte. De lo contrario, me hubiese perdido el honor de haberte conocido.
—Bah, no soy la gran cosa, Ron—respondí—, El honor es eternamente mío, tengo al mejor compañero de aventuras.
—Eres la gran cosa, Lucy. Eres maravillosa, divertida, arriesgada, noble. ¿Cómo es que una chica tan increíble perdió el sentido de la vida? No es creíble, sé que perdiste a la persona más importante de tu vida. Pero creo que, si no moriste, es porque aún tienes asuntos aquí en la tierra.
—Ron, moriré igual en pocos meses. ¿Qué asunto podría tener? —pregunté desconcertada.
—Son meses, todavía hay mucho que puedes hacer—respondió soñador, como solía serlo siempre.
—¿Cómo qué? Claro aparte de cumplir mis deseos. —respondí obvia.
—Enamorarte, pero de alguien que valga la pena—respondió con una sonrisa tímida.
—¿Cómo? —pregunte.
—Como de mí, por ejemplo…—alargó acercándose peligrosamente a mi rostro.