Sexto deseo.
Conocer Holanda. Museo de Van Gogh.
Luego de aquella conversación con Ron, regresamos a la ciudad. No sabia como tomarme su comentario, fue totalmente sorpresivo, no imagine nunca que él podría llegar a fijarse en mí. Conocía mejor que nadie mi situación, diagnostico y caso. ¿Acaso era masoquista? ¿Qué podía esperar de mí? no podía ofrecerla mas que una triste historia de amor.
Luego de llegar al Aeropuerto Internacional Atatürk de Turquía tomamos rumbo a Holanda para así visitar el tan famoso museo Van Gogh, Ron se sienta al lado de la ventana y yo a un costado pensando lo maravilloso que es él, después de saber que faltaban mas de siete horas para nuestro destino decidí tomar una siesta, ocurre una turbulencia en el avión que causa que me despierte aterrorizada pero él estaba ahí tomándome de la mano y grabándome para su documental diciéndome que todo estaría bien, intercambiamos miradas y no sabía que decir.
Llegamos al Aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol en Holanda y nos bajamos del avión, decidimos tomar un taxi para irnos al hotel observando los increíbles paisajes que nos rodeaban, al llegar la recepcionista nos da las llaves de las habitaciones 108 y 109, estábamos cansados del largo viaje que tuvimos entonces decidimos irnos a descansar, abro la puerta y me encuentro con una habitacion amplia y sencilla, como la mayoría en las que he estado. Tienen la cama en el centro, una mesita de noche, un armario y la puerta del baño. Llegamos de noche, me recosté en la cama y revisé mi móvil. Tenia millones de notificaciones, llamadas perdidas y mensajes. Chequé los mensajes de Sam, respondí algunos y los otros como los de mi madre los deje sin abrir. Fue entonces cuando llamaron al teléfono fijo de la habitación, confundida conteste.
—¿Hola? —atendí.
—Señorita Lucy, ¿Qué le parece si vamos a cenar? —preguntó Ron con un tono formal desde la otra línea, sonreí.
—¿Acaso es una invitación para una cita? —pregunte.
—Así es, pero con un toque genuino—respondió—, ¿Me concede una cena?
—Claro que si—respondí sonriente, sabía que no podía verme. Pero estaba muy feliz.
—Te recogeré afuera de tu habitación a las 19h—respondió divertido, colgando.
No podía creer que me había invitado a cenar, no estaba en el itinerario y me encantaba la idea. Tome una ducha y rebusque en mis valijas un vestido y zapatos, intentando arreglarme. Me aplique un poco de maquillaje, peine mi cabello y estaba lista, por último, aplique perfume. Estaba nerviosa y me sudaban las manos, mi corazón latía a mil por hora y me fallaba la respiración. Los toques en la puerta me sacaron de mi ensoñación, respiré profundo varias veces y abrí la puerta.
—¡Lucy! Estas…—pronunció con la boca abierta, mirándome con sorpresa—, ¡Estas hermosa! ¡Divina! ¡Preciosa! ¡Churrisima! —exclamó con emoción, me tendió su mano y al dársela me hizo dar una vuelta sobre mi misma postura. Estaba avergonzada y sentía arder mis mejillas.
—Gracias, Ron. Tú también estas increíblemente guapo—respondí dándole una mirada escaneadora. Llevaba puesta una camisa manga larga azul, un pantalón n***o, zapatos acordes y un lindo moño n***o de corbatín. Se veía adorable.
—Soy muy afortunado de tenerte como cita esta noche, Lucy—respondió ignorando mi pésimo comentario de como lucia.
Saliendo del hotel, caminamos juntos sintiendo la increíble brisa nocturna que nos ofrecía la ciudad. hablábamos de lo genial han sido nuestros días viajando juntos, hasta llegar a un muelle. Cenaríamos a bordo de un restaurante flotante, maravilloso. Era un bote bastante elegante y muy moderno, subimos y fuimos guiados a la superficie. Las mesas y sillas estaban sujetas al suelo por lo que no se movían, además de la lentitud en la que íbamos, disfrutábamos de una excelente vista, mientras nos degustaban con una excelente comida. Ron era el chico más romántico que había conocido nunca, lograba sorprenderme siempre. La cena fue una maravilla total, entre conversaciones interesantes por parte de él y algunos comentarios inteligentes de mi parte. Conseguimos hacer ameno el momento, al volver al hotel. No podía evitar sonreír como tonta cuando nos despedimos, antes de entrar a nuestras habitaciones.
Al siguiente día desperté muy temprano, estaba muy feliz. Mi cita con Ron fue mágica, revivió en mí, sentimientos que no creí volver a sentir por nadie nunca. Tomé una ducha y me vestí con ropa cómoda, pero elegante. Visitaríamos el museo más increíble de la historia de los museos, el de van Gogh. Baje a desayunar el restaurante del hotel y ahí estaba él sentado, grabando un video.
—¿Qué tal señor Ron? —me senté divertida en frente suyo.
—Tan encantadora como siempre, luces radiante—respondió sonriente y me sonroje. Guardando un mechón rebelde detrás de mi oreja. —, ¿Qué tal dormiste?
—Muchas gracias, que halagador—respondí, ordenando mi desayuno—, He dormido como nunca antes, ¿y tú?
—-increíblemente a gusto—respondió—, ¿Cuál es nuestro itinerario para hoy? —preguntó mientras grababa con su cámara.
—Te sorprenderé—respondí moviendo mis cejas de arriba abajo.
—¿Escucharon eso? ¡Una sorpresa! —exclamó feliz grabándose así mismo.
Sonreí con ternura, este chico era muy dulce. Terminamos de comer y tomamos un taxi hasta la majestuosa entrada al museo. Un increíble laberinto cubierto de mis flores favoritas, era el mejor recibimiento. Los girasoles estaban por doquier, era simplemente mágico. Cuando el sol se posiciono en lo más alto, resplandecían con esmero. Ron había tomado unas fotografías fantásticas, simplemente inmortalizaba cada recuerdo de la mejor manera. Me acerque a la boletería y compre nuestros tiques. Nos dieron unos códigos para descargar las guías en nuestro idioma y comenzamos el recorrido.
Cada lienzo plasmaba una pintura única y diferente, me gustaba el estilo del artista. Por más fotografías que había visto por internet, estaba muy segura que ninguna le hacia honor al lugar. La música de fondo complementaba el recorrido, ron intentaba grabar todo, mientras repetíamos lo dicho por nuestra guía virtual. Nos detuvimos frente a la obra mas celebre, la noche estrellada. ¿De dónde se había inspirado el pintor? Era la incógnita que tenía cada espectador de tan bello arte. Sin desacreditar su valioso y reconocido arte, seguimos admirando cada pintura, sus autorretratos eran una pasada. ¿Cómo es que podía pintarse así mismo tan perfectamente? Me causaba gran interés, saber quien era la musa del artista. Digo, ¿Por qué girasoles? son hermosos, pero quería un significado mas profundo.
Seguíamos el recorrido, todo estaba siendo perfecto. Como cada viaje, como cada deseo hasta ahora. Comencé a agobiarme y ahogarme, mi respiración fallaba y lo ultimo que recuerdo es ser sostenida por Ron, hasta perder la consciencia…