Capitulo 5 Romper compromiso.

1634 Words
Isabel. . . Después de conversar con mí padre decidí ir a ver a Dániel y tratar de convencerlo de que dejemos este absurdo compromiso. Tenía la esperanza de que él esté de acuerdo, todo lo que hacía era para molestarme, pero no creía de que fuera capaz de arruinar su vida con alguien que no ama, solo para fastidiar, además él era un espíritu libre, por no decir mujeriego, el que nos casemos equivaldría a que dejara su vida libertina y se ate a una mujer que detesta. Conduje hasta su casa tratando de armar infinidades de razonamiento, también recordaba la amenaza de que no me dejaría en paz, no quería hacer nada que lo molestará y terminemos discutiendo como sucedía cada vez que nos cruzamos. Tengo puesto un vestido n***o señido hasta la cintura y después suelto que me llega a las rodillas, bastante elegante, me estaba dirigiendo a una casa que no había sido invitada, entonces trate de vestir lo más decente posible, igualmente mí vestimenta era así. Al llegar a la entrada de la casa me atendió el guardia de seguridad, hizo señas para que bajará el vidrios y poder ver mí rostro, estaba bastante oscuro pero en la entrada tenían luces muy potentes alumbrando la puerta de entrada. —Buenas noches señorita —saludó el de seguridad. —Buenas noches señor, busco a Daniel Blanco, soy su novia —creí que era lo mejor presentarme de esa manera. —Lo siento pero no puedo dejarla ingresar, me dijeron que si una mujer se presenta de esa manera le niegue la entrada. Tiene prohibida la entrada a esta casa —explicó firme. Lo miré confundida no entendiendo nada, ¿cómo podía negarme la entrada si hace años no piso este lugar?. —Seguro debe haber una equivocación —me defendí. —No la hay señorita, tengo anotado que Yesica Chávez la novia del señor tiene prohibida la entrada a esta casa —sentenció. Esas palabras me molestaron, él muy maldito traía a esa arpía a su casa. Trate de quitar mí molestar, estaba en pleno conocimiento de lo mujeriego que Dániel podía llegar a ser, solo que no me gustaba que me señalen como una cornuda, lo bueno de esto era que este disparate terminaría pronto. —Disculpe, pero yo soy Yesica Chávez, mí nombre es Isabel Jones. —Oh disculpe, veré si la pueden atender —me hizo esperar unos minutos mientras él se alejaba un poco para hablar por handy. Se acercó de nuevo a mí. —Puede pasar, los señores Blanco la esperan —me señaló para que continúe. Le di las gracias y comencé a conducir por esa calle empedrada que me lleva a esa casa que conocía perfectamente, que pase los mejores momentos de mí niñez. Pero ahora estaba temblando de los nervios. Estacioné el auto y me dirigí a la puerta, inhale una buena bocanada de aire para tratar de tranquilizarme, realice el mismo procedimiento varias veces hasta lograr mí objetivo, no podía entender como en los negocios tenía tanta templanza y en lo personal era un cordero asustado. Golpeó la puerta y esperé unos segundos hasta que Inés, la ama de llaves me atiende, ella era una señora mayor, trabajaba para los Blanco hacía mucho tiempo. —Señorita —expresó con una sonrisa amigable al reconocerme —, tanto tiempo, cómo ha crecido y que hermosa se ha vuelto —dijo haciéndome ingresar a la casa —. Los señores la esperan en el comedor para cenar. —Muchas gracias Inés, es un gusto volver a verla —respondí con una sonrisa Por mí afán de hablar con Dániel no me había percatado de la hora, que inoportuna. Llegué al comedor apenada, en cuanto ingreso siento la mirada de todos los presentes. —Buenas noches —declaré con una sonrisa —, disculpen mí interrupción, solo vine a hablar con Dániel, pero puede regresar en otro momento. —Mi nuera no molesta —expresó el papá de Dániel —, me alegro que ustedes se lleven bien. Sentaté por favor para cenar con nosotros. —No, no hace falta señor, puedo esperar en la sala hasta que terminen —me excusé. —Nada de eso, además nada de señor, ya somos familia —le hizo señas para que me traigas la vajilla y me hizo sentar al lado de Dániel. —Que linda sorpresa —susurro Dániel por lo bajo en cuanto me senté a su lado, sabía que mentía y que mí presencia le molestaba. —Disculpa por no avisar antes de venir, pero me urge hablar con vos —le expliqué por lo bajo. —Terminamos de cenar y hablamos —dijo de la misma manera. —Qué bueno que nos visites —dijo amablemente la madre de Dániel con una sonrisa, ella siempre fue muy amable conmigo. —Gracias. La cena siguió en total silencio, solo se escuchaba el ruido de los cubiertos, se sentía mucha tensión en el ambiente, miradas asesinas que se daban los hermanos, y el padre a ellos como advirtiendo que se controlarán. La cena terminó y nos dirigimos a la sala para tomar café. Se inició una conversación de negocios entre Antonio y Dante, y debes en cuando Dániel daba una opinión. Hasta que la conversación giró en torno a nuestro compromiso. —De verdad Isabel, estamos muy contentos con el anuncio del compromiso y sobre todo que la boda se realicé tan pronto. Seguramente venías a hablar de eso con Dániel, de los preparativos después de todo se acerca rápidamente la fecha. —¿Usted está conforme que se realicé tan pronto?. —Por supuesto, si mí hijo lo quiso así es porque es lo mejor. Ahora si quieren hablar tranquilos les invito a mí despacho allí nadie los molestará —asentí, nos levantamos de los sillones y caminamos en silencio hasta el despacho, quedaba bastante apartado, pasamos un pasillo largo, él abrió la puerta y me hizo pasar primero y después ingresó él cerrando la puerta. —De qué querés hablar —me confronta señalándome el sillón para que me ponga cómoda. Parecía relajado, y hasta diferente, no veía burla en él. —Vine a hablar de nuestro matrimonio —le expliqué, él se sentó enfrente mío escritorio de por medio, sin decir nada esperando a que hable, en ese momento me percato que tiene el labio roto e hinchado, me levanté del asiento y me acerco a él —, qué te pasó en el labio —traté de tocar el área afectada pero antes que lo hiciera me agarró la muñeca. —No te importa Isabel, no hagas como si te intereso —espetó molesto. —Claro que me importas solíamos ser amigos —recordé, pero él sólo rodó los ojos cómo si no le interesará lo que había dicho. Solté mi muñeca de su mano y me senté en donde había estado hacía unos instantes —. Estuve pensando y creo que esto es un disparate —todas las palabras que había ensayado mientras conducía hasta aquí se borraron de mí cabeza —, yo no te amo y tú tampoco, por eso que te parece si rompemos este compromiso absurdo —él solo me miraba analítico con el ceño fruncido, y ésto hacía que no pare de hablar —, tú podrás seguir con tu vida saliendo con las mujeres que quieras, o con Yesica cómo lo estabas haciendo hasta ahora. Y yo quizás consiga a un hombre que me ame y a quién ame. Creo que si seguimos con esto solo lograremos hacernos daño, este matrimonio es solo un contrato, no existe el amor y nunca existirá, el destino es el fracaso —terminé mí argumento. —Así que tú no te quieres casar —dijo de manera fría. —No —dije firme —. Papá me dijo que solo se podía romper el compromiso si tú lo hacías —hizo una sonrisa cínica y se paró de su lugar y se acercó a mí. —Que lástima —chasqueó su lengua con burla volviendo el mismo Dániel—, pero no va a poder ser, este matrimonio no se puede cancelar, estamos comprometidos desde que nacimos, eso quiere decir que tú eres mía Isabel. Lo decía con tanta tranquilidad que asustaba. —¡Pero esto es un error! —trato de hacerle entender —. No entendés que no te amo —grite. Me tomó de las muñecas haciendo que me pare, y se acercó a mí rostro dejándome muda. —Lo siento mucho, lo hubieras pensado antes, ahora serás mí mujer te guste o no —destellaba ira se sus ojos —. Si fuera por mí jamás me casaría con vos, ¿pensás que eres mujer para mí? Vamos Isabel eres insulsa, sin gracias, no te comparas para nada con las mujeres con las que he salido, esas si que eran mujeres hermosas y con hermosa figura, tu no despierta ni un mal pensamiento en mí, me das asco Isabel. Si fuera por mí, si tuviera el poder de hacerlo jamás me casaría contigo, hasta Yesica es mejor mujer que tú, ella tiene experiencia y me hace vibrar en la cama, en cambio tú no vales nada, lo único que tienes es dinero, no eres mujer para mí, pero esto es un contrato y hay que cumplirlo —dijo con odio. Sus palabras rompían mí corazón y mí autoestima. Él tenía razón, yo no tenía experiencia en nada, debido a mi compromiso arreglado no podía salir con ningún chico, puesto que tenía que guardarme para mí futuro esposo. Mis ojos se llenaron de lágrimas y comenzaron a deslizarse por mis mejillas, en un segundo creí ver que su mirada cambió y hasta parecía arrepentido.
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