Capitulo 6 Secretos.

1935 Words
Dániel. . . Después de la pelea con mí hermano y de hablar con mamá, me duché con agua fría, quizás eso haga que pueda relajarme y mañana no se visualicen tanto moretones. Al terminar de bañarme veo mí reflejo en el espejo, el muy maldito me había dejado el labio partido e hinchado, solo esperaba que él haya quedado peor. Me cambié y bajé a almorzar, nos sentamos a la mesa y esperamos unos minutos, solo faltaba Dante, el señor por fin bajó, y para mí buena suerte tenía la parte de la mandíbula bastante hinchada, no salió bien librado. —Entiendo que son hermanos y tengan sus diferencias, pero eso de irse a los golpes era cuando eran niños, ahora son adultos y deberían hablar de manera civilizada —declaró con voz firme mí padre sin siquiera mirarnos. —Pues dile a tu hijo… —quise decir pero me interrumpe. —No me interesa de quién es la culpa —sentenció mí padre —, no quiero que vuelva a ocurrir —ordenó. Así se almorzaba en esta casa, siempre se respiraba tensión, el patriarca de lo Blanco, nunca nos escuchaba, se hacía lo que él decía. Cómo empresario era el mejor pero como padre era un tirano, hasta con Dante que se supone era su favorito pocas veces lo escuchaba, solo en la empresa y cuando tenía que ver con su trabajo. El almuerzo terminó. —¿Qué piensan hacer luego? —esa pregunta de parte de mí padre de seguro era porque quería llevarnos a un lugar para aparentar la perfecta familia que suponíamos que éramos. —Yo tengo mucho que estudiar tengo exámenes toda la semana —mentí, no tenía que estudiar pero prefería quedarme encerrada en mí habitación que ir a dónde él quisiera. —Yo tengo cosas pendientes que hablar con Naomi —mi hermano también mintió, creo que casi no hablaba con su prometida. Al parecer mí padre nos creyó porque, puesto no puso ninguna objeción. En el almuerzo la noté triste a mí madre, casi no habló, ella era la única que relajaba el ambiente del almuerzo, aunque Dante siempre le hacía desplantes, mí padre y yo le prestamos toda la atención. Subí a mí habitación y comencé a jugar a los videojuegos, me coloqué los auriculares para que nadie escuchase lo que estaba haciendo. Así pasé la mayor parte de la tarde, no paraban de llegar a mí celular mensajes de Yesica para encontrarnos, no respondí un solo mensaje, ahora era un hombre comprometido y tenía que guardar las apariencias. Parece que no había sido lo suficientemente claro con ella esta mañana. Me dio hambre y baje por algo para comer, en el transcurso del camino escucho voces pero no logro descifrar de quienes se trata, por el tono estaban discutiendo pero no sé entendía con claridad de quienes se trata porque lo hacían en voz baja, no vivimos muchas personas en esta casa, quizás sea Dante con papá pero unos sollozos de mujer hacen que me detenga, aproximandome a el lugar donde proviene. —No me convencen tus lágrimas de cocodrilo —espeta Dante —, no quiero tus consejos, no los necesito, no deseo nada tuyo. —Pero hijo… —No me llames así, lárgate de aquí —escucho ruidos como algo que se cae y un sollozo más fuerte de mí madre y decido intervenir, que ni se le haya ocurrido a este idiota ponerle una mano encima porque lo mato. En cuanto abro la puerta hay papeles tirados por todo el suelo y mí madre agachada recogiendolos. —¡Qué te pasa idiota! —me acerco a él y lo tomo del cuello de la camisa. —Tranquilo cariño, no pasó nada —mi mamá me sujetaba del brazo para que no golpeara a mí hermano. —Estoy cansado de tus desplantes y maltratos hacia ella, quiero que empieces a respetarla. Ten un poco de respeto por tu madre. —Yo no siento nada por esa señora, esa señora no es mí madre —me quedé congelado, no entendía sus palabras. —De qué cuernos hablas —dije confundido. —¡Dante! —lo reprende mí papá —. Ya te dije que a tu madre le debes respeto, te lo exigí, y no quiero que hables más del tema —sentenció caminando hacia nosotros. Parecía que ellos me ocultaban algo, no entendía porque papá le exigía eso, ella es nuestra madre ni siquiera debía recordárselo, lo había dado a luz, lo había cuidado las veces que estuvo enfermo, no comprendo su rechazado, ella es una buena madre, siempre al pendiente de nosotros. Pero algo oculto había, ahora que lo recordaba él siempre la rechazó pero últimamente lo hacía más evidente. ¿Por qué dijo él que ella no era su madre?. Dante se soltó de mí agarre y salió del lugar furioso, mí papá salió tras él. Me acerqué a mí mamá y la abracé fuerte. —¿Estás bien? —ella solo asintió entre mis brazos —. Mamá —llamé su atención y me separé un poco de ella —, ¿por qué te trata así? ¿ por qué dijo que no eras su madre? —cuestioné, quería saber el verdadero motivo. —No lo sé hijo, solo vine a hablar con él por la discusión de esta mañana, y se enojó y me dijo eso —comenzó a llorar y no quise seguir insistiendo, aunque su argumento no me convencía, pero no quería que se ponga aún más mal. —¿Estás bien cariño? —preguntó mí padre al entrar a la habitación, y la abrazo. Mí padre era un patán pero con mí madre era diferente, le demostraba cariño y se preocupaba por ella, no lo hacía todo el tiempo, a veces parecía que le daba vergüenza hacerlo sobre todo en público pero se notaba que la ama. —Sí estoy bien, solo malos entendidos —mi mamá me dejó a mí, abrazo a mí padre y salieron juntos de la habitación. No iba a quedarme con la intriga, decidí confrontar a mí hermano. Caminé hasta su habitación y golpeé la puerta varias veces. —Ya abro estaba en el baño —grita molesto abriendo la puerta —, ah eres tú que quieres —entre sin permiso a su habitación —. Pasa —dijo irónico. —Que quisiste decir Dante con eso que ella no es tu mamá. —Nada Dániel, solo estaba molestando por algo y le dije eso para molestarla —sentí que no me decía la verdad, que algo ocultaba. —No entiendo porque te comportas de manera tan imbécil con ella —exijo. Chasquea la lengua —Es asunto mío, no te metas —¿Desde cuando te volviste tan idiota? —se acerca a mí amenazante. —¡Ya basta! —grito papá —, bajen ya está la cena. . . La cena era tensa e incómoda, solo se escuchaba el ruido de los cubiertos al rozar. Le doy vueltas al asunto del porqué se comporta Dante de esa manera con mamá, necesito saber la razón, algo esconden, algo que no sé, su respuesta no me satisface. Anuncian que Isabel está aquí y me extraña, hace años que ella no pisaba está casa. Con una sonrisa y un poco apenada ingresa al comedor, mí padre la invita a cenar, y si bien al principio niega después accede, y en cuanto se sienta a mí lado, pide hablar conmigo de manera urgente. No sé porque me agrada que haya venido a verme, quizás es porque tengo que empezar a verla como mí esposa. Tras un momento de reunión familiar en la sala, papá nos deja su estudio libre para conversar más tranquilos. Ingresamos y nos sentamos uno enfrente del otro, nos separaba el escritorio. —De qué querías hablar —cuestioné. —De nuestro matrimonio —parece que quería arreglar las cosas conmigo antes de casarnos, me alegra que dé el primer paso. —¿Qué te pasó? —pregunto preocupado al ver el golpe en mí rostro sé levantó y trata de tocarme, no quería hablar de eso, no quiero que sepa en la clase de familia en la que se metió. —No finjas que te importo —espete alejándome de su agarre. —No digas eso claro que me importas, solíamos ser amigos —inhalo negando con la cabeza y vuelve a su lugar —. Estuve pensando y creo que esto es un disparate —dijo sin ápice de remordimiento como si estar conmigo le causará repulsión, como si fuera lo peor que le habría sucedido en la vida, ella no entendía que había un contrato de por medio, y le guste o no me pertenecía. Su argumento se trata de que ella no me ama y yo tampoco, recalca que yo era un mujeriego y si rompía este compromiso podía seguir con mí vida y salir con las mujeres con las que yo quisiera. Y tras escuchar todo lo que pensaba de mí y decirlo con tanto desprecio exploté. —Entonces, no quieres casarte conmigo —disimule mí malestar. —No, no quiero, esto no va a funcionar, papá dijo que solo tú puedes romper este compromiso —dijo con soberbia. Me levanté de mí asiento aparentando tranquilidad acercándome a ella. —Lo lamento mucho pero no se puede romper, estamos comprometidos desde hace mucho tiempo ya, eso quiero decir que tú eres mía —articulé ocultando mí malestar. —Pero todo esto es una terrible equivocación, yo no te amo —había odio en su mirada. Y sus palabras me enojaron, la tomé de las muñecas y la acerqué a mí. —El compromiso está anunciado, ya no se puede romper, te hubieras negado antes —como lo había hecho ya, con la misma soberbia que lo hace ahora, con el mismo desprecio —, no voy hacer el hazme reír de nuestros conocidos. Si fuera por mí hubiera elegido una mejor mujer que tú, alguien con experiencia, no creas que me apetece casarme con vos, no provocas nada en mí, eres una mujer sin gracia e insoportable, hasta Yesica es mejor mujer que tú —quería que mis palabras le dolieron, la lastimen y la destruyan, y yo de manera ilusa pensé que quería arreglar las cosas, ella era así, no había cambiado, solo le importaba ella misma y las apariencias, seguía siendo la misma manipuladora de siempre, no le importaba lastimar a las personas, entonces a mí tampoco me iba a importar lastimarla a ella. Isabel empezó a temblar entre mis manos y sus ojos se le llenaron de lágrimas, y en ese instante me arrepentí, a pesar de todo lo que me había hecho no me gustaba verla llorar, se veía tan vulnerable. La solté en ese instante y casi se cae. —Solo quiero lo mejor para los dos —dijo sollozando. —Lo mejor para vos querrás decir —caminé lejos de ella —. Seguís siendo la misma —murmure, e hice énfasis con la cabeza. —Lo mejor para los dos, para que puedas ser libre. No podemos ni siquiera hablar sin discutir o lastimarnos, ¿cómo será cuando convivamos y tengamos que vernos todos los días?. Vamos a terminar matándonos —trato de convencerme. —Ni todos tus argumentos manipuladores me harán cambiar de opinión. Yo pierdo más que vos. Y ahora andate. No quiero volver a verte hasta que hablemos de la boda —sentencié y ella salió casi corriendo de la casa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD