5

1580 Words
Maldita Livie y mil veces malditas Kate y Jules, buscándole un jodido pene a Livie. Había espantando unos cuantos penes... ¿5, 10? Quién mierda sabe. Livie estaba matándome con la mirada, bien, las tres perras podrían seguir tirándome dagas y yo aún seguiría bloqueando cada jodido pene que viera cerca de mi rubia. Cuando pensé que se había rendido, empezó a ser una jodida lesbiana ahí, restregándose contra Kate y Jules y todos, incluyéndome, estábamos babeando, jodidas perras locas calientes yo podría acabar con esa maldita calentura entre las piernas de Livie, podría, pero no debía, así que mantendría mi polla en mis pantalones cuando esté cerca de ella. No sé si sea de nuevo mi imaginación haciéndome delirar, Livie se está acercando más con sus dos perras tomándola por todos lados. Mi cabeza dolía… las dos, sí, me mira mientras, yo la desnudo lentamente…. mentalmente claro, y parecía totalmente de acuerdo con ello. Mis ojos se encuentran con los de ella y mierda, ahora sólo estábamos ella y yo aquí, nadie más existía en este lugar, sólo Olivia y yo… Me gusta Olivia. Me levanto para ir hacia ella y decirle que debe hacer que esas perras dejen de tocar todo eso que es mío, pero entonces una chica alta con el cabello rizado y enormes tetas apenas cubiertas por una camisa o excusa de camisa, se para enfrente de mí y quiero jodidamente empujarla porque no quiero sus tetas falsas, quiero a la perra rubia ebria que está detrás de ella. — Hola guapo, soy Daisy, ¿quieres bailar? — la perra pone su mano en mi pecho y sólo quiero empujarla de ahí por estorbarme. — No — gruñí. — Uff qué enojado, vamos, te vas a divertir, bebé. Sí estaba enojado, muy malditamente enojado y a esta perra le iría muy mal si no salía de mi camino. — Mierda, perra, dije que… — no termino, porque ahí está Livie, empujando a la perra lejos de mí. Vaya, eso es divertido. Mi buen humor regresa al cien por ciento. — ¡Este pedazo de mierda es mío, perra, así que quita tus jodidas manos de él! ¿De ella? Vaya, eso es nuevo, me gusta…hago una nota mental, Livie ebria es muy divertida. — ¡Jódete, loca de mierda! — la perra se va, tambaleándose en sus jodidos tacones y Livie la empieza a seguir, pero la tomo de la cintura y la atraigo hacia mí. — ¡Livie! ¿Qué carajos estás haciendo, nena? — ¿Que qué carajos hago? Le enseño a esa perra — la señaló —, que eres mío y que… — ¿Quieres bailar, cariño? — ¿Qué? — Que si quieres bailar. — Si — dice, dejándome tomar su mano. La llevo a la pista de baile y nos empezamos a restregar… digo, bailar al ritmo de esta mierda de música. Nos vemos a los ojos, todo el maldito tiempo pero estoy muy consciente de su cuerpo contra el mío y mierda, no pasaban cosas buenas cuando Livie y yo bailábamos. — Max —susurra. Diablos, de nuevo ese sentimiento que no sentía hace dos años, aparece de nuevo. Quiero besarla, besarla hasta no sé, ¿sacarle el alma? Joder y justo cuando lo voy a hacer, la perra se da vuelta y me empieza a bailar aún mas tentador. Carajo, su trasero se está frotando contra mi maldita erección, la erección que tengo desde que la vi en ese maldito vestido y eso sólo me vuelve más demente y menos pensante. — Joder, Livie — susurro y entierro mi cara en ese montón de cabello rubio suyo. Grave error, huele malditamente bien, a fresas y eso sólo es una tortura más. Livie, Livie, Livie… Llegó un momento en que esta maldita mujer tentadora del jodido infierno, tomó mis manos entre las suyas y las pasó por su jodido cuerpo, incluyendo esas tetas fantásticas que recordaba perfectamente como si fuera ayer y maldición, me iba a correr en mi pantalón, como un jodido niño de 15 años. Livie movía un dedo y yo estaba duro. Maldición, iba a follar a Livie de nuevo esta noche, no había duda de eso y me iba a convertir en hombre muerto, en un hermano de mierda y de nuevo iba a estar en esa maldita incertidumbre de no saber si iba a vivir otro día más, pero lo único que me preocupaba verdaderamente era que si no vivía más, entonces no podía volver a enterrarme en ese lindo coño apretado de Livie. Maldición… eso me ponía de malas, pero además de eso, no me importaba si moría ahí mismo, pero me iba a follar a Livie, ese era un hecho. Sabía cuándo una mujer quería mi polla y Livie la quería, al menos esta noche la quería y yo no me haría el rogar para nada. — Livie — gruñí en su oído y ella se dio vuelta para vernos frente a frente. — Vamos — tomó mi mano y me arrastró entre el montón de idiotas sudados bailando, hasta llevarme a los baños. Joder, ¿en el baño? Vaya, no conocía la parte de puta salvaje de Livie pero estaba jodidamente feliz con ello. Entramos a un pequeño cubículo que nos dejaba jodidamente apretados. — ¿Aquí? — sonreí y ella asintió. — Maldita pervertida. — ¿Podrías cerrar tu boca, Max? — gruñó. Mi mirada cayó a sus labios. — Eso podrías hacerlo tú, nena — la acorralé, poniendo las palmas de mis manos a cada lado de su cabeza, cerrando la pequeña distancia que había entre nosotros. Entonces ella me besó, era un maldito, jodido beso duro y desesperado. Mordía sus labios y los succionaba, sentía mis dientes chocar contra los de ella, metí mi lengua en su maldita garganta y a ella jodidamente le encantó, porque se subió en mi como una maldita araña, envolviendo sus piernas alrededor de mi cintura. Eso hizo que su vestido se subiera hasta su cintura y maldita sea, al parecer no sólo yo estuve ansiando esto de nuevo. Tomé su hermoso y redondo trasero en mis manos y apreté la carne ahí, estaba como todo el maldito día, viendo ese lindo culo suyo. — Lo querías, ¿verdad? Querías mi polla de nuevo. Ella echó su cabeza para atrás y sonrió como una maldita psicópata, empezando a mover sus caderas. Empujé mi erección contra su coño, para que sintiera mi dureza. — Sí, sí, he soñado que me follas una y otra vez — confesó y mierda sentí que mi polla se había convirtió en granito ahí mismo. Joder, necesitaba meter mi polla en esta maldita rubia borracha ahora o si no, algo dentro de mí iba a explotar. La perra había soñado conmigo y yo había estado masturbándome en su honor esos dos años, así que valía la pena morir por follar con ella. — Joder, nena — pasé mi maldita nariz por su cuello, embriagándome una vez más de su aroma, mientras movía mis caderas contra ella para restregar mi erección en su coño y maldición, ella estaba tan mojada, que su humedad traspaso la tela de mis jodidos jeans. — Por favor por favor — rogó desesperada, jugando con mi cabello y sin dejar de moverse. — ¿Tú lo deseas también, verdad? — Sí… te deseo, Olivia — mordí su labio, rompiendo algunos vasos, el sabor del hierro se infiltró en mi boca y me encanto. — Te deseo tan malditamente, que si no entro en tu coño ahora mismo, voy a explotar. Ella asintió. — Entonces hazlo, Max, ¿qué estás esperando? No me hice el rogar, busqué en el bolsillo de mi chaleco el pequeño paquetito de aluminio, lo rasgué y baje mi bragueta, saqué mi polla lista para todo ese hermoso coño, puse el condón, aparté sus empapadas bragas y entré en ella de una vez. — Mmmm. — Joderrrr — gruñí, al sentir aquellas malditas paredes asfixiando y apretando mi m*****o, tanto, que pensé que iba a correrme como un maldito idiota en ese segundo. ¡No! Iba a disfrutar esta mierda, si iba a morir por ello, jodidamente valdría la pena. — Oh, Max. — Estás tan estrecha, perfecta bebé, joder — ella sonrió y cerró sus ojos fuertemente. — Sólo tú, Max… sólo haz sido tú aquí adentro. Santa mierda, puse mi frente contra la suya. — Eres mía, Olivia — tomé sus mejillas —, mía — empujé más fuerte y ella gimió. — Dilo — le dije al oído, no podía detenerme, ella me lo dio a mí, solo a mí. ¿Por qué? Ni puta idea, pero estaba jodidamente feliz con ello, y ahora que lo pienso, si alguien siquiera piensa que se puede meter aquí adentro donde es mío, va a tener mi cuchillo en su maldita garganta, porque ella es mía, mía, mía, mía. — Di que eres mía, nena. — Max… — ella me miró sorprendida y la besé. — Dilo, Oliva. — Tuya. — Sonrió. Intensifiqué mi ritmo cuando escuché eso, ahí fue cuando ella me tuvo…mierda, la pequeña rubia borracha me tenía por completo a su merced. Le di lo que los dos queríamos; fuerte, duro, contra el cubículo de un jodido sucio baño de club. Nadie iba a tener a mi pequeña rubia borracha nunca y yo me aseguraría de eso y si perdía mis malditas bolas en el intento, pues adelante…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD