3

1710 Words
Dos años después — Te digo que Alex es un dios griego y folla taaan bien, apenas puedo caminar — dice Kate, dándole vuelta a un panqueques, mientras yo pinto mis uñas de los pies de rojo, encima del desayunador de la cocina del club. Odio que mis amigas follen con Alexander. ¿Por qué siempre tiene que meterse con mis amigas? Creo que lo hace por joder pero claro… es imposible para mí hacer tal cosa. — Ohh Dios, cállate, eso es asqueroso, no quiero oír de cómo mi hermano te folló, Kate. Ella sonríe. — Tú deberías seriamente, hacer una movida con Max, nena. La miro sorprendida. — ¿Qué? — Ohh vamos, no le quitabas el ojo de encima anoche. —Max es un idiota, Kate. — Puede que sí, pero te gusta. — Dije que no —ella ríe y se hace a un lado su largo cabello azul. Kate es muy bonita, tiene ojos azules, una piel blanca y muchos tatuajes en su brazo derecho; una enredadera de rosas. Es delgada, muy delgada dicen algunas personas, pero de verdad es muy bonita y es mi mejor amiga…y asco, se folla a Alex. — Bien, bien, vamos a hacer como que si no te gusta — la miro mal y ella ríe, poniendo otro panqueque en la enorme pila que lleva. ¿En serio se me nota tanto? No quiero…no quiero que el lo sepa es un idiota después de aquella noche de mi graduación lo odié, lo odié tanto, pero luego me odié a mí misma por squiera haber pensado que había sido una noche romántica o alguna mierda idiota de película. Luego, me di cuenta que al estar actuando como una perra con Max, sólo le estaba demostrando que en realidad, daba más que dos pedazos de mierda por esa maldita noche… pero no es culpa de Max… digo ¿Por qué carajos iba a siquiera pensar que él iba a ser diferente? “No confíes en nadie bebé, porque nadie te va a querer, porque eres como yo, a las mujeres como nosotras nadie las puede amar”. Carajo, me obligó a dejar de pensar en eso, cuando de repente, escucho a Max hablar sobre dedos y algo asqueroso. — ¿Qué? — digo viéndolo. Mierda, él es sexy recién levantado. — Que es asqueroso que pongas tus pies en el maldito desayunador. Le saco el dedo del medio y sigo pintándolos. — Jódete. — Los pies de Livie son sexys —dice Kate, ya tiene a Alexander detrás de ella, arrimándole todo al trasero. Ugh, asqueroso. — Mmm, déjame ver — dice Max, bajando su torso para estar más cerca de mis pies. — Tienes razón, son sexys. — Deja de verle los malditos dedos a mi hermana, imbécil — le dice Alexander, pero la sonrisa de Max sólo se extiende más y eso me molesta, así que pongo mi pie en su mejilla. — Huelen a menta — dice riendo. — Ohh Alex, creo que deberíamos dejarlos solos, esto se pone caliente. Alex frunce el ceño y pone los ojos en blanco. — Ya déjala — le dice empujándolo. El idiota solo ríe de nuevo y va a tomar un panqueque. — Entonces, Alex… ¿para cuándo la boda? Ustedes parecen muy enamorados — dice. Me río, porque Alexander es el hijo de puta más mujeriego que hay en el mundo. Una sonrisa y una palabra con ese estúpido acento inglés suyo y, ¡bum! Todas caen a sus pies y él lo sabía, el maldito sabía que a todas se les bajaban las bragas y rogaban por un momento con él. — Max, cierra la boca — le dice Alx, tomando un panqueque también. Kate hace como si no escuchó nada y me da miedo que se esté enamorando de él, porque bueno, definitivamente Alexander no se estaba enamorando de ella para nada. — Además, ¿dónde está tu puta, Rose? Max me mira de reojo y desvío la mirada rápidamente. — No sé, le dije que se fuera en cuanto terminé con ella — dijo, untándole miel de maple a su panqueques… Rose era la puta personal de Max, si no tenía un coño fijo para una noche, ella siempre estaba disponible, entonces la loca pensaba que tenía algún derecho sobre él y lo mismo sobre Alexander, también tenía su puta personal, esa era Maddie pero ella no era una total perra como Rose, era tranquila y estaba feliz solo con que Alexander volviera a ella, creo que piensa que con el tiempo le va a proponer ser su vieja dama, cosa que no sucederá. — ¿Alguna vez se van a tomar algo en serio? — dije, bajándome del desayunador. Entonces ellos dos se miraron y se sonrieron y eso era un “claro que jodidamente no”. — Vive libre y ten diversión, Livie — dijo Alex. — Eso no se puede con una mujer reclamando tu polla por todos lados. — Son unos idiotas — dice Kate. — Livie, ¿vamos a ir esta noche al bar nuevo, verdad? — Claro — ¿Cómo? ¿No van a estar en la fiesta de hoy? — preguntó Max. — ¿Hoy también hay fiesta? — Kate elevó sus cejas. — Aquí siempre hay fiesta, cariño. — Es el cumpleaños de Javier, Livie. — Y por eso siempre hay fiesta, porque es el cumpleaños de este o del otro o porque alguien se casó — reí. — Podríamos venir un rato, después de ir al bar — dijo Kate. — No creo que a papá le guste que esté aquí hasta tarde, las cosas se vuelven locas después de las dos de la madrugada. — Si traes a Jules, yo puedo lidiar con papá, Livie. Kate pone los ojos en blanco y Alexander la abraza. — Es para Max, no para mí. Miro a Max elevando una ceja. ¿Jules? — ¡Kate, vámonos! El maldito sólo desvía la mirada y diablos, eso me enfurece, así que tomo la mano de Kate, unos panqueques y la arrastro hacia mi nueva habitación que papá por fin me dejó tener en el club, claro que no siempre me puedo quedar aquí. — Wow, wow, wow — dice Kate, cerrando la puerta. — ¿Qué diablos fue eso? — ¿Qué cosa? — le digo, haciéndome la tonta. — No te hagas, estabas totalmente celosa ahí abajo, cariño. — No lo estaba. — Joder, Livie, sabes que puedes confiar en mí. Sientes algo por Max, ¿no? — No. — Ella se cruza de brazos y me mira fijamente así que suspiro. — Está bien, tienes razón. — ¡Lo sabía! Bueno… hace tiempo lo sabía. ¿Y qué pasa? ¿Por qué no haces nada al respecto? — Porque es un imbécil. — Siempre dices eso, ¿pasó algo? Mierda, se que lo diré, le digo todo a Kate, así que me siento en la cama y me preparo psicológicamente. — ¿Recuerdas que te dije que la noche de la graduación fue una mierda? Ella asiente levemente. — Sí, nunca me quisiste decir porqué — sé que ya se lo imagina. — Fuiste con Max al baile y… oh, mierda. ¡Lo besaste! Sí, sí recuerdo, pensé que sólo habías tomado mucho ponche. — Kate… follé con Max. — ¡Santa mierda! — Y era virgen. — ¡Santa mierda! — ¡Kate! ¡Deja de repetir santa mierda con cada cosa que digo! — exclamo, tapándome la cara con la almohada — ¡Pensé que aún eras virgen! — Bueno, pues no… — No me digas… ¿fue bueno contigo? — asentí y ella suspiro de alivio. — ¿Y estaba grande? — ¿Qué? — la miré, confundida. — ¡Su cosa! ¿Su cosa? Ohh su cosa… vaya, nunca pensé en eso como “su cosa” buen nombre. — Enorme — susurré, cada vez más avergonzada. — Era como meter una sandía en el ojo de una aguja. Kate estalló en risas y se sentó a mi lado. — Eres una tonta — sonrió. — Pero si ustedes… ¿por qué estás siempre odiándolo? O evitándolo. — Al día siguiente, me dijo que lo que habíamos hecho, había sido un error y que nunca debió pasar porque él no era el indicado o alguna estupidez de esas y me dejo ahí, encima de ese maldito chevy, desnuda y confundida. — ¿Un chevy? ¿El del granero? — ¿En serio sólo a eso le prestaste atención? — No no, es un imbécil — suspira. — Pero, ¿por qué diría algo así? — Porque no le gusto, obvio. — Nena, no sé por qué carajos no te has dado cuenta de que Max está siempre viéndote a cada jodido minuto del día. — Eso es porque papá se lo encargó, lo de cuidarme y eso. — Te ve como un pedazo grande y jugoso de carne, Livie — reí y negué. No iba a creer eso. — No Kate, no insistas con eso, Max seguro ya no se acuerda de lo que pasó. — No creo que uno olvide que le quitó la maldita virginidad a la hija del jefe, cariño. — Ohh, Kate — suspiré. — Deja de decirlo así. Ella sonrió y me abrazó. — No sé por qué, pero las mujeres somos estúpidas si nos rechazan, parece que nos gustan aún más, tal vez Max sólo no quiere joder a Alex, sabes que él es muy celoso — asentí —, y tu papá también. — Sí, eso he pensado, pero es más fácil pensar que sólo soy una chica más para él con la que se acostó. — No lo creo, ¿sabes? No recuerdo la última vez que salimos y algún chico del club no está siguiéndonos. Muerdo mi labio. — Lo siento por eso. — Nada de eso, haz que tu papi haga que Max nos acompañe hoy, vamos a hacer que el maldito muera de celos. — ¡No! — ¡Sí! — Está bien. Lo sé, lo sé, no me haré de rogar, porque tal vez… tal vez pueda lograr sacar algo de Max.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD