[GENESIS]
Al día siguiente: 24 de diciembre
Una vez más el pasado ha vuelto a golpearme, no sé cuántas veces me ha sucedido ya, tan solo sé que esta vez ha sido cara a cara y el impacto ha sido mucho mayor. Durante toda la noche se me ha aparecido su perfecto rostro en mis sueños, sus ojos grises me miraban con la intensidad que solían hacerlo cuando estábamos juntos, pero esta vez no era aquel adolescente que se estaba convirtiendo en un hombre quien lo hacía, esta vez era el hombre quien me miraba y yo sentía que me perdía en cada uno de sus perfectos detalles.
He tenido que escapar de la casa de mis padres, todos los preparativos para la celebración de esta noche son más extravagante de lo que creía. Según me ha contado mi madre, después de que yo me he marchado a Estados Unidos ellos han comenzado a dar fiestas cada noche buena y cada fin de año. No me ha querido dar muchos detalles, pero supongo que ha sido para poder llenar un poco el vacío que yo he dejado en casa, o tal vez estoy equivocada y solamente lo han hecho porque sí.
Continúo caminando por esta playa solitaria mientras siento que las olas mojan mis pies a medida que rompen en la orilla, y me es imposible no recordar todo lo que he vivido aquí. "Te prometo que tú y yo terminaremos juntos." Me dijo al oído aquella vez que nos escapamos aquí aquella noche del 8 de mayo después de mi fiesta de cumpleaños número 17.
"Somos muy jóvenes Leo, ¿Cómo puedes prometerme algo así?" Le preguntaba yo con todo el miedo que me consumía ante todo lo que sentía por él.
"Porque nunca amaré a nadie como te amo a ti, nuestro amor es único, y aunque puedan pasar otras personas por nuestras vidas en un futuro, siempre regresare a ti porque al final té y yo terminaremos juntos." Me susurro antes de besarme y a partir de ese beso nuestras prendas comenzaron a desaparecer para darle rienda suelta a la pasión. Aquella noche Leo y yo hicimos el amor por primera vez, aquella noche convertimos en hechos la promesa que hicimos de que seriamos los primeros en la vida del otro. En ese instante todos nuestros sentimientos tomaron una dimensión inmensa que solo crecía con el pasar de los días.
«¿Puede ser posible que, aun con tan solo recordar aquel momento, sienta esas mismas cosquillas que sentí aquel día?» Instintivamente llevo una de mis manos sobre mi abdomen y me masajeo con la esperanza de que esto desaparezca, pero no funciona.
—Creí que no vendrías aquí. — Lo escucho decirme desde atrás y me asusto ya que no esperaba que algo así ocurriera.
Me doy la vuelta para verlo, y allí esta con un pantalón corto, camiseta gris, y gorra negra. —¿Qué haces aquí? — Pregunto algo confundida y se sonríe.
—Supongo que lo mismo que tú. — Rebate sin abandonar esa sonrisa que trae en su rostro.
«Esto no ha cambiado en nada» —¿Y qué supones que estoy haciendo? — Refuto y ahora estamos los dos riendo.
Él arquea sus cejas con picardía —Caminando por la playa, claro está. — Responde e intenta no reír.
—Pues has adivinado, la paz que hay aquí no la hay en ningún sitio del mundo. — Sentencio mientras que comienzo a hacer una trenza en mi cabello para que no se siga enredando con el viento.
Leo da dos pasos hacia mí y sorpresivamente lleva uno de sus dedos a un mecho de mi cabello y lo acomoda detrás de mi oído —Y los recuerdos que hay aquí tampoco. — Comenta y sus palabras provocan un desorden total en mi corazón.
—Leo...— Digo en un susurro —No creo que este bien que estemos aquí solos hablando de lo que sucedió en esta playa, tú te has comprometido ayer y yo...— Intento decir, pero no me salen las palabras.
—Lo sé, pero me es inevitable no pensar o recordar lo felices que fuimos aquí, ¿no te sucede? ¿acaso no estabas pensando en eso cuando llegue? — Me pregunta y me doy cuenta que había olvidado lo mucho que me conoce.
—Es difícil de explicar, pero hasta el día de hoy no había tenido oportunidad de reencontrarme con mis recuerdos. Cuando me fui de aquí pensaba que regresaría pronto después de estudiar, pero todo eso cambio repentinamente haciendo que mi vida cambiara por consecuencia— Me explico.
—Y con ello hiciste que mi vida también cambiara, se suponía que al regresar volveríamos a intentarlo, pero los años siguieron pasando y tú no regresaste. — Explica y sé que tiene razón, que tal vez es mi culpa que no estemos juntos, pero las cosas fueron como fueron.
—¿Tu hubieras regresado si te ofrecían grabar para los discos de los artistas más importantes del mundo? — Le pregunto sabiendo que entiende a la perfección de lo que hablo.
Él se sonríe y niega —Por supuesto que no, es más, yo también me he marchado de aquí cuando comencé a grabar los discos de mi música. Supongo que de alguna manera u otra hubiéramos terminado puesto una pausa a lo nuestro. — Se explica.
—Tú y yo sabemos cómo es la vida de un pianista Leo, por eso no le veo lugar a los reproches. — Comento.
—Y no te estoy reprochando nada, jamás podría hacerlo, no contigo. — Me dice mirándome fijamente.
—¿Entonces? —
—¿Qué? — Pregunta confundido.
—¿Por qué tú has venido aquí? Yo tengo mis motivos, pero ¿tu? — Presiono.
—Porque, aunque tú no me creas, la noche de aquel 8 de mayo que pase aquí contigo se ha quedado grabada en mi memoria para siempre. Ha sido la noche más hermosa de mi vida y cada vez que regreso a Barcelona, vengo aquí para recordarla. — Confiesa haciendo que mis piernas comiencen a temblar y por una parte odio que aun tenga ese poder en mí.
—Para mí también ha sido la noche más hermosa de mi vida.— Confieso con mi voz entrecortada a causa de los nervios y solo nos quedamos mirando.
El silencio se hace presente por algunos cuantos minutos y creo que ninguno de los dos sabemos muy bien que decir ni cómo actuar —¿Caminamos y me cuentas de tu trabajo? — Propone y supongo que es el tema de conversación más apropiado que podemos hablar.
—Si, claro. — Digo y doy el primer paso.