El Pacto Entre Los Dos

Capitulo 3 “El Pasado Vueleve a Tocar a la Puerta”

[GENESIS]

El encuentro con Leo ha sido demasiado incomodo, ni él ni yo sabíamos cómo actuar y no es para menos, ninguno de los dos esperábamos volver a vernos y mucho menos el día que él se está comprometiendo con otra mujer. Roció parece ser una chica muy simpática y ni hablar de lo guapa que es. Supongo que Leo se ha vuelto un poco más exigente en cuanto a sus gustos, o quizás ha sido pura coincidencia de que ella sea rubia, delgada, y que parezca salida de un catálogo de modelos de las marcas de ropa más caras de todas.

—¿Te encuentras bien hija? — Me pregunta mi padre cuando ya Leo y Roció han terminado con la ceremonia de compromiso y ella ya lleva un increíble anillo de compromiso en su mano.

Lo miro, sonrió y asiento —Si, solo que necesito ir a hablar con Sergio por teléfono. — Miento —Iré a un sitio más alejado para poder hablar mejor— me excuso y me alejo de ellos.

Conozco este jardín como la palma de mi mano a pesar de las nuevas plantas que hay aquí y de algunas mejoras que han hecho. Me alejo de toda la gente que hay aquí y me voy hacia un rincón solitario detrás de algunos árboles que dan privacidad, este era el lugar donde Leo y yo veníamos a besarnos a escondidas cuando estaba aquí en su casa pasando el día. Todo me lleva al pasado y no entiendo porque me siento tan extraña, los años han pasado, nuestras vidas han cambiado... no debería sentirme así. Apoyo mi espalda contra el tronco del gran árbol, y cierro mis ojos como intentando centrarme en lo que realmente debe ser importante para mi ahora, mi prometido, los proyectos que me esperan en New York, y planear la boda de mis sueños... «No pienses en nada mas Génesis» Me digo a mi misma y me pierdo en mis pensamientos.

—¿Qué haces aquí sola? — Me interrumpe su voz y al abrir mis ojos lo veo parado frente a mí con dos copas de champagne. —¿Quieres? — Me pregunta y agarro la copa que me ofrece.

Sus ojos me miran expectantes en espera de mi respuesta y no puedo creer que se vea de esta manera. Los años le han sentado de maravilla, su metro ochenta de altura ahora están compensados por un físico que evidentemente es producto de horas de gimnasio y esos ojos grises resaltan de maravilla con ese cabello oscuro —¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué no estas con tu prometida? — Pregunto bastante sorprendida y por supuesto que nerviosa.

—Ha ido a despedir a sus amigas porque tienen que regresarse a Madrid, y yo... bueno, necesitaba tomar un poco de aire y al no verte junto a tu familia supuse que estarías aquí. — Me responde sin dejar de mirarme a los ojos y debo intentar mantener mi pose —¿Por qué has venido aquí? — Insiste al no haber obtenido respuesta de mi parte anteriormente.

—Necesitaba estar sola, desde que he llegado ayer siento que mi vida está siendo sacudida por el pasado. — Explico mirándolo —Necesitaba respirar— Añado e intento respirar profundo.

—¿Por qué nos has regresado antes? — Pregunta algo confundido.

Apenas puedo mirarlo —Porque recién ahora he podido viajar fuera de Estados Unidos. He estado haciendo todos los trámites para convertirme en ciudadana americana y así poder seguir trabajando allí, pero durante el proceso, el cual es bastante largo, mi abogado de inmigración me ha sugerido no salir del país. — Explico de la manera más clara que puedo.

Él hace un gesto de esos que no se bien que significa —Imagino que has echado mucho de menos tu tierra, tu familia, tus amigos...— Comenta y es realmente extraño conversar con él como si fuéramos dos desconocidos o, mejor dicho, dos conocidos muy lejanos, cuando en algún momento entre nosotros dos hubo de todo.

—Mis padres han viajado un par de veces, pero si extrañaba muchas cosas de aquí. – Comento.

—Puedo imaginarlo, cuando voy de gira me pasa lo mismo y es solo que es por un par de meses nada más… imagínate. — Dice animado y tan solo puedo sonreírle. —¿Ya has ido a tu playa favorita? — Me pregunta y no sé si quiero que la conversación vaya por ese lado.

—Aún no, pero tampoco sé si deba ir. — Digo y es mi manera de decirle que no sé si sea bueno que removamos el pasado.

Sus ojos observan el anillo que tengo en mi mano y luego me mira a los ojos —¿Cuándo te casas? — Pregunta cambiando de tema drásticamente.

—No hemos puesto fecha aún, me lo propuso el día antes de viajar aquí y por todo este asunto del viaje no hemos hablado de cuándo será la boda, supongo que dependerá de nuestras agendas. — Explico —¿Y tú? — Pregunto mirándolo.

—En seis meses, finales de junio después de terminar una gira que tengo... — Responde y bebe un sorbo de champagne —Y dime… ¿Cómo se llama el afortunado? — Indaga.

—Sergio Torres. — Digo y prácticamente se ahoga en un ataque de tos.

—¡Leo! ¡¿Qué sucede?! ¿Te encuentras bien? — Pregunto mientras me acerco a él para golpear su espalda y ayudarlo.

—¿Es broma? ¿Sergio Torres? — Me pregunta mientras se recupera y no sé qué le sucede.

—Si, ¿Qué hay con él? ¿lo conoces? — Pregunto alarmada.

—Acabo de firmar un contrato con su empresa, él es el promotor de la gira que hare en Estados Unidos. — Me dice y prácticamente me quedo paralizada.

—¿Tu eres el pianista del que él estaba hablando y con quien él quería que yo tocara en algunos de sus conciertos? — Pregunto con un hilo de voz.

—¿Qué? — Dice en un susurro — O sea... ¿tú eres la excepcional pianista que el describió en nuestra conversación? Es que...— Intenta decir, pero comienza a reírse y no entiendo de que.

—¿Qué es lo gracioso? — Pregunto sin entender que es lo que pasa por su cabeza.

—Pasa que nos íbamos a reencontrar de cualquier manera. — Explica finalmente y me sonríe.

—Supongo...— Digo sin saber muy bien cómo reaccionar.

—¡Mi amor! ¡¿Dónde estás?!— Escuchamos gritar y es la voz de Roció.

—Me debo ir. — Dice y se da la vuelta sin más explicaciones.

—Sí, tranquilo, ve— Me limito a decir e intento comprender que es este juego maléfico que tiene el destino para hacer que deba trabajar con Leonardo Córdoba cuando yo ya asumía que el pasado nunca volvería a tocar mi puerta.