Capítulo 5 “Hay Cosas Que Nunca Cambiaran”

1245 Words
[Horas más tarde] Al parecer mi madre ha sacado a relucir todas sus habilidades como planeadora de eventos y bodas, la casa se ha transformado en el escenario idóneo para una fiesta de navidad digna de los artistas más famosos del medio. No sé qué tanta gente haya podido invitar, pero mi padre ha de haber invitado a los socios de su empresa y a quien sabe quién más. Termino de arreglar mi cabello, me miro una vez más al espejo, y me doy cuenta de que estoy más elegante que de costumbre, pero la fiesta es de gala y como la hija de quienes la han organizado, no puedo desentonar. El vestido de lentejuelas doradas largo y con un gran escote en su espalda brilla a causa de la luz de la habitación haciéndome sonreír. —¡Cuñis, que ya comienzan a llegar los invitados! — Me grita Celina del otro lado de la puerta y golpea tal y como si no la hubiera podido escuchar con el grito que ha dado. Abro la puerta sin responderle, y al verla me doy cuenta de que ella también luce súper elegante, vestido rojo largo y un escote bastante pronunciado —Pero que elegancia...— Comento y luego le sonrió —Mi hermano de seguro se ha vuelto loco con ese vestido. — Bromeo haciendo que ella ría también. —¡¿Y tú?!— exclama —Es que no te quedas atrás, si tu prometido no te cuida, corre peligro de que un gavilán español intente conquistarte. — Bromea y si bien lo que me dice es gracioso, para mi en estos momentos significa muchas otras cosas. —Mejor salgamos de aquí— Propongo evitando que siga que la conversación continua por ese camino —¿Me he perdido de algo? — Indaga mientras salimos de mi habitación y cierro la puerta detrás de nosotras. —No, no te has perdido de nada, mejor bajemos— Insisto y sin más bajamos la escalera en absoluto silencio hasta llegar al salón.  —¿De dónde ha salido toda esta gente? — Pregunto al notar que mínimo ya hay cuarenta personas aquí. —Genesis, no sé si sepas, pero tu padre es un empresario muy reconocido aquí. Sus proyectos han sido reconocidos a nivel nacional y aquí en Barcelona, ni te digo. — Me explica y tan solo puedo mirarle confundida. —No entiendo, solo me ha dicho que la empresa seguía a estable y que pudo trabajar en alguno que otro proyecto, pero ¿Por qué no me ha contado que se ha convertido en uno de los ingenieros más reconocidos?— Pregunto bastante confundida. —Él no quería que sintieras que no lo apoyabas en sus triunfos al no poder venir aquí, pero déjalo que él sea quien te lo cuente, me matara si se entera. — Bromea. —¡Hija, ven! — Me pide mi padre haciendo una pausa en la entretenida conversación que parece tener con algunos hombres, y sin dudarlo me acerco a él y sonrió amablemente a sus invitados. —Les presento a mi hija Génesis, es una increíble pianista y vive en New York donde trabaja con muchísimos de los cantantes más importantes del momento. — Explica con orgullo y luego me los presenta uno a uno haciéndome saber que como siempre él me apoya en lo que elegí que fuera mi carrera. [...] A cada momento que pasa la casa se llena de más gente, tanto que ya el jardín, el salón, y hasta el salón de juegos están invadidas de personas, realmente no se aleja mucho de las fiestas a las que he asistido con Sergio en Nueva York —Y yo que creía que sería una fiesta familiar. — Me quejo mientras busco mi vía de escape al subir a la terraza. Aquí arriba también se puede escucharse la música, y al parecer nadie les ha dicho a los invitados que en esta parte de la casa también hay mesas de coctel, comida, y alcohol ya que nadie ha subido. Aprovecho este instante de soledad y me sirvo una copa de champagne para luego acercarme al barandal y quedarme observando la bellísima vista que hay desde aquí arriba. La ciudad no ha cambiado tanto, pero al parecer mi familia sí. No comprendo en qué momento se han convertido en esta familia popular y rodeada de gente, «¿Qué ha sucedido con nuestras intimas fiestas navideñas donde solo estábamos nosotros y los amigos cercanos?» Aquellos amigos también incluían a la familia de Leo, claro está... Intento no confundirme más, pero es prácticamente imposible. Después de nuestro encuentro en la playa siento que algunas cosas siguen iguales entre nosotros dos a pesar de ambos sabemos que no es así. —¿Tú también crees que hay mucha gente aquí?— Dice y creo que me estoy volviendo loca. «¿Leo? No, no puede ser...» Doy la vuelta y para mi sorpresa allí está el con un traje color n***o y camisa blanca desabrochada — ¿Leo? ¿Qué haces aquí? — Pregunto demasiado confundida y al parecer esto le causa gracia. —¿Tus padres no te han dicho que seguimos pasando navidad y año nuevo las dos familias juntas? Este año al parecer hay más gente de lo habitual, pero estas fiestas ya son prácticamente una tradición. — Se explica mientras que se acera a mí. —¿Y porque no me lo has dicho cuando nos hemos encontrado en la playa hoy? — Pregunto y es casi un reclamo. —Creí que lo sabias. — Rebate y sé que está diciendo la verdad, sus ojos nunca han sabido mentir. —Pues ya ves que no. — Sentencio y bebo un sorbo de champagne —¿Y tú prometida? — Pregunto observando el paisaje de la ciudad que tan hermoso que tengo frente a mí. —En Madrid, han ido a pasar las fiestas con su hermana que vive allí. Ayra es doctora y este año no ha podido viajar para las fiestas. — Explica mientras se sirve una copa. —¿Y porque no has ido con ella? — Cuestiono sin poder mirarlo a la cara. —Porque yo casi nunca puedo estar con toda mi familia junta, y lo ha entendido muy bien. — Se explica. —Ya veo…— Digo y es que no se me ocurre nada más que decirle. —Te ves muy guapa esta noche. — Comenta y ahora sí que no puedo evitar mirarlo a la cara. No debería decírselo, pero no puedo callarme —Tú también te ves muy guapo.— Digo y esquivo su penetrante mirada. —¿Te has sentido incomodo con toda esa gente allí abajo?— Pregunto intentando romper con el tenso momento que se ha formado entre los dos. —Sí, y además supuse que estarías aquí arriba. — explica como si nada y no puedo más que reírme. —Odio que me conozcas tanto. — Digo sin parar de reír. —Pueden pasar mil años, pero hay cosas que nunca cambiaran y los dos lo sabemos. — Dice clavando su mirada gris en mí. —Supongo que no— Consigo decir cuando de repente la canción "Dance with me" en la voz de Michael Buble suena de fondo haciendo que los dos sonriamos. —¿Bailas conmigo? — Me propone y a pesar de que no debería, asiento con mi cabeza.
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