[LEO]
Sé perfectamente que ni siquiera se me debería cruzar por la cabeza pensar en lo hermosa que se ve esta noche, pero no lo puedo evitar, ha cambiado tanto físicamente, que es increíble. Recuerdo a esa chica de 17 años que tuve entre mis brazos aquella primera noche y si, no estaba muy lejos de lo que es ahora, pero la mujer que sujeto ahora mientras bailamos es una mujer de figura escultural y provocativamente hermosa, sin duda alguna los años le han jugado a su favor.
Mi mano ubicada en la parte baja de su espalda envía señales de peligro a mi cuerpo y es que el sentir su piel sobre mi piel es como un viaje en el tiempo, con la única diferencia que ahora todo su cuerpo esta tonificado y supongo que al igual que yo, pasa horas en el gimnasio. Una de sus manos está sobre mi hombro y el sentir este contacto tan sensual a causa de cómo sus dedos se ubican sobre mí me hace sonreír. Agradezco que no pueda ver mi rostro a causa de la manera que estamos bailando, sería muy notorio lo que me sucede. Estoy recordando todas las noches que la hice mía, estoy sintiendo que los recuerdos me traicionan y me piden regresar. No quiero sentirme así, no cuando ayer me estaba comprometiendo con otra mujer, cuando ella está comprometida con otro hombre, pero la mente no funciona a modo de borrar recuerdos y reemplazarlos por algunos nuevos. La mente recuerda todo, sobre todo las cosas más bonitas que te han sucedió en la vida, y nuestra relación fue exactamente eso.
La canción de Michael Buble llega a su fin abriéndole paso a un nuevo tema un poco más movido y con ello nos alejamos un poco. Es hasta que está a dos pasos de mí que me percato que me había perdido también en su aroma. La miró fijamente y noto como sus ojos se han cristalizado «¿estaba por llorar?» —¿Qué sucede? — Pregunto rompiendo nuestro silencio y vuelvo a acortar la distancia entre los dos.
Sus dedos pretende arreglar el perfecto maquillaje que tiene y niega —Nada.— responde con un tono de voz bastante peculiar y claramente no le creo.
—A mí no Génesis, puedes engañar a quien tú quieras, pero a mí no. Te conozco desde que éramos dos niños.— explico con firmeza y termino de acortar la poca distancia que existía entre nosotros para sostener delicadamente su rostro y hacer que me mire.
—Pero ya no somos esos dos niños Leo. El tiempo ha pasado, tú y yo hemos rehecho nuestras vidas.— Intenta decir y hace una pausa.
—Lo sé, pero... ¿acaso soy yo solo el único que siente que el tiempo no ha pasado entre nosotros? — Pregunto tan bajito que apenas puedo escucharme.
—En algunas cosas ha pasado. — Responde mirándome fijamente y me pierdo en esos ojos verdes eran el motivo de mi locura, y tengo la sensación de que siguen teniendo ese mismo efecto en mí.
—¿En cuáles?— Consigo rebatir a pesar de todo el enredo emocional que me envuelve en estos momentos.
«Joder... esto no puede ser posible... ¿Aun la deseo?»
«¡Suficiente Leo!» Me reclamo.
—Ha cambiado en que tú y yo ya no somos libres. Tampoco somos aquellos niños que vivían pegados el uno al otro creyendo que era una simple amistad lo que les unía, pero luego al crecer se dieron cuenta que se morían de amor el uno por el otro. Hemos crecido, la vida nos ha llevado por diferentes caminos...— explica y entiendo que sus palabras tienen lógica, pero ¿la lógica sirve en estos casos?
—Tú sabes que lo hemos hecho para que ambos pudiéramos cumplir nuestros sueños, no ha sido por falta de amor, sino todo lo contrario. — Rebato firme interrumpiéndola.
—¿Y por eso debemos lastimar a los demás? — Pregunta al borde de las lágrimas.
Por algún motivo sus palabras me hacen sonreír, y es porque me doy cuenta que no es precisamente que me esté negando que le sucede algo... —¿Entonces, no soy yo solo quien siente esto? — Pregunto sujetándola de la cintura sin soltar su rostro.
—Leo, no lo hagas. — Me pide suplicante.
—¿El que? — le cuestiono con una media sonrisa.
—Lo que ambos sabemos qué harás. — Se defiende y ahora soy yo quien se da cuenta que me sigue conociendo a la perfección.
—Dame un buen motivo para no besarte. — Le pido rozando sus labios con mis dedos.
—Nuestras parejas no se merecen esto, y yo tampoco me merezco que quieras convertirme en tu amante. —
—Es un simple beso. — Interrumpo.
—Los dos sabemos que no, entre nosotros eso ya no existe, ha dejado de existir desde que teníamos 17— Rebate y a pesar de que muero por besarla, sé que tiene muchísima razón en lo que me dice.
—¿O sea que no soy solo yo quien se siente completamente alterado ante este reencuentro?— Indago.
Niega con la cabeza — No, pero ¿y si son solo los recuerdos? ¿y si es solo una cuenta pendiente? ¿y si nos dejamos llevar y nos damos cuenta que no hay nada más que un simple deseo? Leo, tú y yo tenemos mucho que perder en todo esto, y no hablo solo de nuestros compromisos, hablo de los negocios que tienes con Sergio. No nos hemos alejado para cumplir nuestros sueños para ahora arruinarlos por esto, piensa. — Me pide.
—Estás haciéndote demasiadas preguntas al mismo tiempo cuando aún ni siquiera logramos descifrar que es todo esto. — Digo en mi defensa.
—Creo que es mejor que no intentemos descifrarlo tampoco. — Rebate y se suelta de mi para alejarse.
Le veo la clara intención de bajar a la fiesta —¡Sabes que soy terco! — Exclamo para que me escuche y ríe.
Ella se da la media vuelta, me sonríe y encoje sus hombros — Y yo soy más Leo.— Rebate y ahora soy yo quien ríe de sus palabras.