De vuelta a casa.

1025 Words
La mañana siguiente me despierto cuando el sol ya está afuera. Es muy extraño en mí que me levanta a estas horas, porque usualmente antes de que el gallo cante, estoy en pie, listo para la batalla. Quizás sea la comodidad de la cama que me ha ablandado, sobre todo después de tanto tiempo sin dormir en una. No tengo tiempo que perder, así que me aseo rápidamente para bajar a desayunar y continuar mi viaje, aunque debo admitir que ansío ver a la pelirroja una vez más, quizás hoy me vaya mejor que ayer, porque sólo a mí se me ha ocurrido insinuármele así a una mujer, que, aparte de no tener pintas de ser una cualquiera, encima me ha tratado con respeto. Sin embargo, aun siento en mi mejilla su mano cálida y fuerte, eso me hace sonreír. Bajo al salón y esta mañana está menos concurrido que anoche. El lugar se ve bastante deteriorado, pareciera que necesita mucha inversión, aunque no puedo culpar a la dueña, por lo que he visto, la clientela es floja, como para invertir en decoración y lo importante es que la comida es deliciosa, eso es suficiente. Me acerco al mostrador esperando a Allison, pero no está por ningún lado. Estoy a punto de llamar, cuando ella aparece detrás de la puerta pequeña que asumo lleva a la cocina, viene cargada con una bandeja con varios platos. Los distribuye rápidamente y vuelve al mostrador. Hoy lleva el pelo recogido en una especie de trenza y está más hermosa incluso que el día anterior. Sus ojos verdes resaltan en su rostro y me siento tentado a lanzarle un piropo, pero estoy seguro que no lo recibirá con buen agrado. –Buen día, ¿qué desea? – pregunta directa como siempre. –Hola, Allison. Quisiera desayunar, por favor – le doy mi mejor sonrisa. –De acuerdo, tome asiento y le sirvo en un momento. La obedezco y justo como dijo, en breve me sirve huevos revueltos, con pan, tocino y una gran taza de chocolate caliente, que sienta de maravilla para la fría mañana. Disfruto de la exquisita comida seguro de que será lo único que comeré en todo el día. Por su parte, ella sigue en sus afanes, igual que el día anterior. Aprovecho para mirarla con detenimiento, a la luz del día su belleza es más notoria. Tiene tez blanca, casi de porcelana, sin embargo, está lejos de ser una muñequita, es fuerte, decidida y muy independiente. Definitivamente estoy ansioso por meterla en mi cama, porque estoy seguro que debe tener la misma ferocidad que le caracteriza. Ya he oído yo que las pelirrojas no son nada fácil. Sigo observándola con disimulo mientras saboreo el chocolate caliente. Una vez termino, me acerco al mostrador, donde se encuentra limpiando con un paño la superficie de madera. –Ha estado delicioso – le informo. –Me alegro de eso, señor – dice y por primera vez me sonríe. –Mi nombre es Thomas, a propósito – le digo porque ella no me lo ha preguntado la noche anterior y eso me desanima un poco, ya que muestra desinterés de su parte y eso nunca me había pasado, por el contrario, las mujeres se me arrojan de manera exagerada. –Mucho gusto, señor Thomas – insiste en tratarme de usted. La mira en silencio y decido no insistir más, de momento, porque debo irme. Cuando vuelva, ya veremos qué tanto se resiste a mis encantos. –Lo mismo digo, Allison. Quisiera saldar mi deuda, por favor. –Treinta chelines – dice sin dudar y sin rodeos. ¿Es que habrá acaso una mujer más directa que ella? Lo dudo mucho, pienso sonriendo. Le dejo una pequeña bolsa que estoy seguro tiene un poco más que lo que me ha cobrado, pero quisiera dejar propina. Ella mira la bolsa de monedas y enarca una ceja. –Ahí hay más de lo que le he dicho – parece seria. –El resto es para la cocinera, la comida ha estado deliciosa – sonrío, le guiño un ojo a modo de despedida, sin dejar que se niegue a aceptar el resto.  Me dirijo a la puerta, colocándome mi capa para abrigarme para el largo camino que me espera. Zeus aguarda por mí justo como lo dejé anoche, pero sé que ha descansado, por lo que lo monto de un salto y salimos disparados para continuar con nuestro viaje. Hamiltong Valley es un lugar asombroso y a pesar de la mala relación que tengo con mi padre, al final me alegro en haber accedido a venir, porque con contemplar los verdes campos, las hermosas llanuras y el río que baña parte de los terrenos, es suficiente para hacer valer el viaje. Aunque a eso hay que sumarle haber conocido a Allison, a quien espero lograr seducir, sin importar lo que haga falta. Tras un día cabalgando sin cesar, cuando el sol empieza a ponerse, ya estoy en el sendero de la entrada de casa de mi padre. Reduzco la velocidad porque, a pesar de todo, no tengo prisa. Duré doce años lejos de este lugar y la única persona que podría alegrarse de mi llegada, se marchó de este mundo hace mucho tiempo. A paso lento, me adentro a los terrenos del señor Billy Graham y es inevitable no sentir un poco de nostalgia. En mi mente se reproducen los recuerdos de mi madre, que, por alguna razón, había guardado en mi mente, quizás para no sentir el dolor de su ausencia. Cuando finalmente llego hasta la enorme casa principal, desmonto mi caballo y echo un vistazo alrededor para contemplar el estado del lugar, y está prácticamente igual a como lo dejé hace más de diez años. Varias antorchas iluminan el exterior y un capataz jovencito sale a mi encuentro. –Buenas noches, milord. ¿Cómo puedo ayudarle? – dice servicial. –Estoy aquí para ver al señor Graham – digo con voz cansada, mientras ato mi caballo al poste. –¿Quién desea verle? – pregunta el jovencito. –Su hijo – digo resignado a ver a mi padre una vez más.
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