Otro día, otra vez la rutina, con una diferencia, una muy importante. Estoy bien descansada, dormí toda la noche, mi hijo está feliz porque dormí con él, y tuvimos una pequeña fiesta de pijamas en donde le permití comer dulces más tarde de lo normal y vimos sus películas favoritas. Sí, fue una buena noche. Y ahora estoy otra vez frente al espejo, arreglándome y poniéndome la peluca porque mi felicidad no podía durar tanto tiempo. Que mierda. Al menos, el lado positivo es que Luna y Giselle ni siquiera han volteado a verme, lo que es señal de que también va a ser una buena noche. – Pete, hoy quiero bailar una canción lenta ¿puede ser? – me acerco a él mientras espero mi turno para salir al escenario. Él hace una mueca y niega mientras se baja el auricular. – Nena, sabes cómo es Sandra