– ¿Todo bien? – arqueo la ceja y le doy una ojeada a Paris por su pregunta. Es sorprendente que hoy no luzca como normalmente es de odiosa. Luce como si realmente quisiera saber. – ¿Por qué? – dejo de enfocarme en ella y me concentro en la imagen que me devuelve el espejo. Limpio mi sudor, retoco mi labial, y acomodo la parte de arriba del sostén para que mis pechos resalten más. – Nunca eres tan vulgar – bueno, supongo que se refiere al numerito que acabo de hacer, y me temo que tiene razón. Hoy viene aquí con un propósito, y es conseguir tanto cliente que mi cuerpo pueda soportar hasta que se haga de día. Así que, para llamar la atención de los que tengan más que ofrecer, fui bastante sugerente. Si no nos repartiéramos lo que nos lanzan a los escenarios, seguro que yo me llevaría un