Narra Camille: El señor Rivas es la descripción gráfica de seductor: está apenas en sus treinta y a pesar de trabajar en el campo, cuenta con un arsenal de modales envidiables que dicen que ha tenido muy buena educación, cualidad que siempre he apreciado en un caballero. Para la ocasión, va vestido con una camisa blanca impoluta y un par de pantalones de tela fina que, combinado con una exquisita colonia, conforman la tentación de cualquiera. Esta noche, ha dejado al caballo y me ha recogido en una lujosa camioneta, que habla de su posición adinerada. El trayecto hasta su residencia ha sido corto, pero no ha habido silencios incómodos, dado que el señor Rivas sabe cómo mantener la conversación sin que muera, otro punto a su favor, propio de un buen anfitrión. —¡Vaya! —exclamo al lleg