Estoy terminándome de arreglar cuando golpean la puerta de la habitación. Voy rápidamente a la entrada y abro la puerta.
-Pasa Pablo. Dame un momento que termino de maquillarme. Le digo y voy nuevamente al baño para terminar de colocarme el rímel. Estoy muy concentrada en mi tarea cuando él se asoma a la puerta del baño.
-Que yo esté listo antes que tú es algo nuevo. Comenta riéndose mientras me observa.
-Lo siento, es que he tenido unos problemitas esta mañana. Digo sin querer entrar en detalles de nada.
-No hay problema. Aun hay tiempo. Dice amablemente.
-¿Has podido dormir algo?
-Más o menos... estoy demasiado ansioso... Dice como niño pequeño y comienza a dar pequeños brincos.
Solo puedo mirarlo entrecerrando mis ojos como diciendo "¿Qué te pasa a ti?"
-No te vayas a lastimar. Le digo sin poder parar de reír a causa de su manera tan extraña de brincar.
-Si mami. Me dice como niño pequeño y se cruza de brazos.
Quisiera matarlo, pero con lo que acaba de hacer solo puedo reír como una tonta. –Vamos a desayunar hijo mío. Le digo siguiendo su juego y dejo todo mi maquillaje en el estuche.
Riéndonos de esta pequeña escena tomo mi bolso y salimos de la habitación para comenzar este nuevo día de promoción en la ciudad porteña. Una vez que terminamos de desayunar en el café del hotel, me coloco mi saco y salimos a la calle para subirnos a la furgoneta.
-Está fresco aun. Digo cruzándome de brazos una vez que tome asiento.
-Si... Replica y hace lo mismo que yo.
No sé si es que ambos estamos cansados aun o es que simplemente no hay tema de conversación entre ambos, pero el camino hacia la primera estación de radio transcurre completamente en silencio. Solo observamos por el cristal los paisajes de la ciudad porteña. Al irnos acercando al lugar, noto como nuevamente hay un montón de gente y sobretodo chicas esperándolo.
-Mueren por ti. Comento sonriente.
-Por mi música. Aclara.
-Aha... como digas. Son las dos cosas Pablo. Le explico y empieza el caos cuando el baja de la furgoneta para entrar a la radio.
Caminos detrás de el, o mejor dicho lo espero a cada dos pasos ya que se detiene a tomarse fotos con todas y una vez que lo consigue finalmente entramos al estudio.
Me presento con los locutores, y como lo he hecho en las otras entrevistas, me siento en un rincón a esperar que el lleve a cabo con su primera entrevista. De esa misma manera transcurre gran parte del día. De una entrevista a la otra, de un punto de la capital porteña a otro; ni tiempo para almorzar hemos tenido. Estamos saliendo del último estudio de radio del día de hoy. Miro el reloj y son casi las cinco de la tarde.
-Pablo, necesito que vayamos a comer algo. Le digo sintiéndome realmente mal
-Alexia, ¿Qué sucede? Pregunta mirándome con preocupación pero no tengo ni fuerza para responderle.
Hago un esfuerzo para comunicarme con él. –La presión. Logro decir e intento subir a la furgoneta, pero me quedo en blanco.
[...]
Abro mis ojos lentamente y al mirar a mi alrededor con reconozco el lugar. Estoy en una camilla y no entiendo nada. Lo primero que veo es a una mujer vestida con un batín blanco.
-¿Dónde estoy? Le pregunto confundida.
-Señorita Belrose, usted está en una clínica. No la ha traído ni más ni menos que el mismísimo Pablo Alboran. Dice sonriente.
-¿Qué me paso?
-El doctor ya viene. Es lo único que me dice y se va.
Sigo mirando a mi alrededor e intento recordar lo sucedido.
-Buenas tardes Alexia. Me dice un joven de cabello n***o y ojos del mismo color. –Soy el Doctor Rivera. Dice presentándose y se sienta en el taburete con ruedas que hay al lado de la camilla.
-¿Qué me paso doctor? Pregunto nuevamente con la esperanza que me responda.
-Bueno Alexia, te ha bajado la presión. Según Pablo me ha dicho que no has comido nada desde la mañana, ¿Cierto?
-Si doctor, no tuve tiempo. Digo algo avergonzada. No puedo creerlo termino en una clínica por no comer. Pienso y sacudo mi cabeza.
-Entiendo, pero vas a tener que empezar a tener tiempo para comer a partir de ahora. Me dice serio y con ese acento que me encanta.
-¿Disculpe? ¿Acaso estoy enferma o algo? Le pregunto preocupada.
-¿No lo sabes? Me pregunta confundido.
-¿Qué cosa?
No me gusta nada este juego de preguntas. Necesito sabe ya que esta sucediendo.
-Estas embarazada Alexia. Me dice sonriente y creo que me esta a punto de dar un infarto.
-¡¿Qué?! ¡No! ¡Eso es imposible! Yo me cuido... Digo haciendo pausas entre cada frase. Esto no puede ser posible...
-¿Qué método usabas? Me pregunta.
-Tomaba pastillas anticonceptivas. Digo bastante alterada.
-¿Las tomaste siempre a la misma hora? Pregunta y mi corazon late demasiado rápido.
-¡Mierda! Exclamo.
-¿Qué sucede?
-¿Cuánto tiempo tengo? Pregunto con un hilo de voz.
Creo que estoy viviendo una pesadilla.
-Apenas un poquito más de cuatro semanas... Me dice.
Es de Pablo... No... esto no puede estar pasándome... es que simplemente no es posible...
-He sido una imbécil. Viví en Estados Unidos dos años y cuando regrese a España seguí tomándolas, pero no me di cuenta de lo del cambio de horario... de tomarlas a la misma hora... ¡Mierda! ¡No pude ser tan estúpida!
-Alexia, no te culpes. Siempre decimos que ningún método es 100% efectivo. Me dice intentando consolarme, pero en estos momentos no hay nada que me pueda decir que me vaya a hacer sentir mejor.
-Si doctor, pero usted no entiende... este embarazo es realmente un problema.
-¿Piensas abortar? Me pregunta asustado.
Pienso en sus palabras, y no... no soy capaz, no podría hacerle eso a mi hijo por más problemas que me vaya a traer... por más que su padre sea quien sea...
-No. No podría... Digo angustiada y una lágrima se derrama por mi mejilla.
-¿Quieres verlo? Pregunta sonriente.
-No se si estoy preparada para verlo. Digo angustiada.
-Veras que te hace bien verlo. Me dice con una media sonrisa y finalmente asiento.
Me recuesto nuevamente en la camilla y el comienza a hacer la ecografía. Después de que lo encuentra, el señala un pequeño puntito que hay ahí.
-¿Ese es mi hijo? Pregunto intentando no llorar.
-Si Alexia, ese puntito es tu bebe. Dice sonriente.
¡Qué fuerte! Tengo un ser creciendo dentro de mí y no tengo ni idea de que voy a hacer. No estaba preparada para esto. Pablo tampoco lo está y nuestra situación no está para esto...
-Doctor, por favor no le diga nada a Pablo de esto, ¿sí? Le pido.
-No lo hare, no te preocupes. Dice mientras me da un papel para limpiarme.
-Gracias.
Una vez que termino de vestirme, el doctor me entrega la foto de mi hijo; la cual guardo en mi bolso y me da algunas instrucciones acerca de cómo debo proseguir. Siento que mi mente es un caos. Ni siquiera sé lo que hacer.
Al salir del consultorio Pablo me mira expectante y yo ni siquiera me atrevo a mirarlo a la cara. Este hombre no me ama. No está preparado para ser padre, tiene un futuro brillante por delante, y una novia a la que ama y con la cual seguramente tiene planes. Yo no puedo decirle ahora que de aquel estúpido reto con mis amigas y de mi imprudencia he quedado embarazada. Simplemente no puedo. Pensara que lo he hecho a propósito, que soy una aprovechada que busca su fama o su dinero... No definitivamente no le puedo decir nada; no ahora...
-¡Dios! Alexia, me has asustado... ¿Qué te ha dicho el doctor? Me pregunta sumamente preocupado.
-No es nada Pablo. Fue una baja de presión. Me ha dicho que estoy un poco anémica y que debo alimentarme mejor, eso es todo. Digo intentando sonar lo más normal posible, pero por dentro estoy muerta de miedo.
-¿Segura?
-Sí, ahora mejor vayamos a cenar algo... Digo y sigo caminando por los pasillos de esta clínica donde me enterado de la noticia más grande de mi vida y de una que no estaba preparada para recibir.