Anuncios Inesperados

1144 Words
Estoy sentada frente a él sin poder mirarlo. Con mi tenedor muevo la comida de un lado del plato al otro. El spaghetti se ve delicioso, pero este nudo de nervios y angustia hace que no tenga apetito. -Alexia, ¿Qué sucede? Me pregunta moviendo su mano enfrente de mis ojos como llamándome a la realidad. -Nada. Me quede pensando. Miento. Si tan solo supieras en lo que estoy pensando Pablo. Pienso. Voy a ser mamá de un hijo tuyo. No creo que esto sea realidad. No puede haber sucedido esto. No por tan solo una noche, por un error... -Debes comer. Ya te lo ha dicho el médico. No quiero que mi publicista estrella se enferme. Dice con una media sonrisa. Sin responderle comienzo a comer. El deja sus cubiertos a un lado y quita su móvil del bolsillo el cual está timbrando. -Discúlpame. Dice y atiende la llamada. -¡Amor! ¿Qué haces llamándome a esta hora? Dice y luego me hace un gesto mientras se pone de pie y se aleja de la mesa para seguir con la llamada. No, definitivamente no puedo arruinar su vida, su relación con ella, su carrera... Él no puede saber que estoy embarazada; no ahora... -Perdóname, debía contestar. Me dice cuando se reincorpora a la mesa. -No pasa nada. Digo y sigo comiendo. -Cada vez que me voy de viaje nos sucede lo mismo. Es muy difícil sobrellevar una relación así. Me explica y no tengo ganas de escucharlo. No estoy con ganas de escuchar sus problemas amorosos, no cuando mi vida está dando un giro de esta magnitud y mucho menos cuando el también está involucrado de alguna manera en este cambio. -Pablo, perdóname, pero necesito irme. Estoy muy cansada. Nos encontramos a la misma hora en la puerta de mi habitación. Le informo y salgo del restaurante ubicado al lado del hotel sin dejar que me diga nada. El viento soplando en la calle pega en mi cara y tengo la sensación de que esto es lo que me hacía falta. Necesitaba respirar aire fresco un instante. Me quedo parada en la acera unos cuantos minutos hasta que comienzo a sentir frio en mi cuerpo. No me puedo enfermar ahora, no con todo el trabajo que nos espera... Entro al hotel y voy hasta mi habitación. A penas entro a la misma solo puedo tumbarme sobre la cama y llevar mis manos hacia mi abdomen. Me resulta tan difícil comprender que llevo un bebe en mi. Es en este instante donde todas las lágrimas que venía acumulando se derraman de mis ojos. Es una mezcla de rabia, tristeza, miedo, angustia... todo menos felicidad. Tomo mi bolso en medio de mi llanto y saco la ecografía que me hizo el doctor. La miro con detenimiento y lloro aún más. Es la realidad golpeándome como en una pelea de box. -Se que tú no tienes la culpa. Le digo como si me fuese a entender o responder. -Es mi culpa. Fui una irresponsable, una imbécil... no solo arruiné mi vida si no la de tu padre. Lo siento mucho hijo. Le digo y ahora sí que el llanto es incesable. ¿Cómo hare para afrontar todo esto? Tengo muchas decisiones que tomar, pero lo único que tengo claro en este momento es que Pablo no puede enterarse de esta noticia. No es el momento. Está en un momento increíble de su carrera y no está para este tipo de responsabilidades y mucho menos si vienen de mí; una mujer a la cual no ama. [...] La alarma de mi móvil hace que deba abrir mis ojos y al hacerlo me doy cuenta de que anoche ni siquiera me he colocado mi pijama. Al parecer caí dormida en medio de mi llanto. Me pongo de pie sintiendo una pesadez en mis ojos y al llegar al baño y mirarme al espejo, me doy cuenta de las ojeras que tengo. -Hoy es uno de esos días donde deberé usar más maquillaje. Me digo a mi misma. Me ducho, me coloco el vestido color blanco que he elegido para el día de hoy, me peino, me maquillo, y ya estoy lista. Tomo un saco y casi como si todo estuviese sincronizado, escucho su golpe en la puerta. -Buen día. Dice sonriente y me mira de manera extraña. -Hola Pablo, ¿Preparado para un día más? -Si, pero hoy desayunaremos muy bien y pararemos para almorzar. Me explica. -Tienes que mejorar esa cara; luces muy cansada y no quiero que me acusen de explotación hacia mi equipo. Dice riéndose mientras cierro la puerta de mi habitación. -No te preocupes, no lo harán. -Nunca se sabe, quizás un día de esto se te ocurre demandarme o algo. Dice entrecerrando sus ojos y mirándome de esa manera. -No lo haría. Créeme que no me conviene. Le explico y él se sonríe. Vamos entrando al café mientras él me explica que hoy por la noche debemos viajar hacia Colombia, cuando el olor de lo que aquí llaman medialunas cocinándose, invade mis sentidos. Es un asco... Llevo mi mano a mi nariz y me cubro intentando no sentir ese olor. -¿Qué te sucede? Me pregunta mientras nos vamos sentando en la mesa. -¿No te gusta ese olor? Es exquisito. -Nuestros gustos son bastante diferentes. Le explico. -Eso es lo que tú crees. Te aseguro que si conversáramos más y nos conociéramos; tu y yo nos llevaríamos de maravilla. Me dice con entusiasmo. -No creo que a tu novia le agrade esa idea. Como te he dicho, es mejor que todo esto se mantenga en un plano profesional. Mis palabras dicen una cosa, pero mi mente me reclama que todo esto ya se ha salido de las manos antes de que comenzara. El hombre que tengo enfrente es el padre de mi hijo... no sé cómo esto pueda ser profesional. -De hecho, no le agrada que este contigo y punto. Me explica interrumpiendo mis pensamientos. -Me lo imagine... pero no te preocupes, no suelo caerles bien a las novias de mis amigos tampoco. Le explico restándole importancia. -Puedo imaginarlo. Natalia debe pensar igual que ellas. Dice con una media sonrisa. -¿Y qué es lo que piensa? Pregunto esta vez con mucha curiosidad. -Que eres muy guapa. En pocas palabras. Esta celosa. -Dile que no tiene por qué preocuparse. Excepto que estoy embarazada de ti. Pienso y tengo ganas de salir huyendo. -Ella lo sabe. Además, antes de venir de que iniciáramos la promoción, le he propuesto casamiento y ella ha aceptado. Sabe muy bien que la amo de verdad. Dice feliz y yo siento que mi corazón ha dejado de latir. -Vaya... felicidades. Logro decir, aunque por dentro me estoy muriendo. Cuando creía que las cosas no podían empeorar; lo hacen... Estoy intentando no llorar enfrente de él, pero se me está complicando mucho. Si antes tenía algún tipo de duda que él no debía saber lo de mi embarazo, ahora me ha quedado clarísimo. Definitivamente no se lo dire. Después de todo este no es un hijo que él está esperando tener. Ni siquiera creo que quiera ser padre.
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