Capítulo 2

1084 Words
—Claro que lo conseguiré. Voy a conseguirlo. Sólo tengo que pensar en otra manera. Tengo que hacerlo- se dijo a sí misma, presa del pánico, pero negándose a aceptar su paralizante ansiedad. Pasó cerca del escritorio de Flora Baker, una empleada de recursos humanos que también había solicitado formar parte del prestigioso programa. —Hola Flora. ¿Has recibido noticias de tu aceptación?. Flora, hizo una mueca y se encogió de hombros. —No me han aceptado. ¿Y a ti?. Jennifer se sintió como un monstruo, pero no pudo hacer otra cosa que responder. —Sí, pero no importa porque no voy a poder hacerlo. Flora, es una chica bajita y pelirroja con pecas y gafas, se quedó sin aliento. —No digas eso. ¡Te han aceptado! Tienes que hacerlo. —No conseguí la beca, Flora- admitió Jennifer calladamente, sintiéndose miserable pero adorando a aquella chica por no comportarse con malicia como lo hubiera hecho mucha otra gente en su situación. Había una grave escasez de buenas personas en el mundo, aquellos que se alegraban de verdad por la felicidad de otros, y Jennifer, valoraba ese tipo de almas. Se propuso hablar con Flora, más a menudo, tal vez salir juntas, llegar a conocerla mejor, ser amigas. ¡No seas tan emotiva!. Flora, acercó otra silla a su escritorio e invitó a Jennifer a sentarse. —Vamos a averiguar si hay otra forma u otras posibilidades de financiación. Me alegro mucho de que te hayan aceptado, Jenifer, no puedes dejar pasar una oportunidad como esa. Jennifer, frunció los labios, agradecida, cuando unas fuertes risas procedentes de la mesa de al lado, le hicieron dar un respingo. —Parece que hoy están de buen humor- murmuró. —Normalmente, parece que todo esté muerto aquí abajo. Flora sonrió. —Hay un millonario buscando un vientre de alquiler; aquí, en la universidad. Y a la mayoría le parece sumamente divertido. —¿Para qué?. —Ya sabes, para tener un hijo. Jennifer hizo una mueca. —¿Un tipo rico está buscando un vientre de alquiler para tener un hijo? ¿En Cambridge? ¿Por qué aquí?. —Por lo visto quiere a alguien inteligente. Jennifer, miró a su alrededor y tomo su bolso. —Es ridículo, la verdad. ¿Por qué alguien inteligente accedería a tener un bebé para renunciar luego a él?. La mirada de Flora, se iluminó y miró fijamente a su compañera. —Jennifer.... Jennifer esperó, observando los ojos de la bonita pelirroja que la miraba como si tuviera una mosca en la frente. —¿Qué ocurre? —Jennifer... ese hombre está ofreciendo un millón de dólares. Podría ser lo que necesitas… Jennifer estaba sentada en su pequeño escritorio, haciendo apuntes e ideas en su cuaderno de notas. De momento, la única opción que tenía era el Programa de Subrogación de la Fundación Victtoria Vita, escrito en tinta roja en su académica letra. Tragó grueso, intentando encontrarle sentido, y ni pudo evitar sentir que Dios le había dado la oportunidad de conseguir lo que quería, pero a un precio demasiado alto. Tendría que alquilar literalmente su vientre durante unos meses. " Nueve", para ser exactos. Lo único que tenía que hacer era conseguir que la aceptaran, dejar que la inseminación intrauterina. Sin necesidad de que un hombre la tocara o sea sin intimida de ningún tipo y entregar el bebé que tan desesperadamente deseaba. A cambio, conseguiría su sueño. El dinero era más que suficiente para cubrir el costo del programa. Incluso podría poner el depósito para un apartamento pequeño. Era muy arriesgado, pero los beneficios eran extraordinarios. Podría solucionarle la vida, como por arte de magia. Pero no podía deshacerse de aquel malestar; siempre había estado en contra de tener hijos, debido a su ambición. Lo único que quería hacer era trabajar, estudiar y ser alguien. Tener un bebé no entraba en sus planes. Aunque en aquella situación no tendría que quedárselo, lo que era una ventaja. Sólo se trataba de ofrecer su útero y por supuesto, un óvulo. Sacudió la cabeza intentando aclararse la mente. No quería pensar en los tecnicismos, porque sólo hacían que todo fuera más complicado en su cabeza. Intentó convencerse a sí misma de los pros del Programa de Subrogación de la Fundación Victtoria Vita. No era degradante, porque sería seleccionada en base a su inteligencia. Era respetable. Pensó en llamar a Gabriela y discutirlo con ella, pero algo la detuvo. Aquello era algo enorme. Era una tremenda inversión, no sólo de tiempo y esfuerzo, sino de carne y hueso - literalmente - para mejorar su futuro académico. Cerró los ojos e inhaló con fuerza. Richard Baker, tenía valor. Había oído hablar de él; también le había visto una vez de lejos, cuando asistió a un evento en la Universidad de Cambridge. Y había escuchado a las mujeres que le rodeaban hablar emocionadas de lo apuesto que era. Alto, aproximadamente un metro noventa de anchos y marcados músculos enfundados en un traje a medida que le sentaba a la perfección, de cabello grueso y oscuro, y penetrantes ojos castaños. A Jennifer, le parecía guapo, por supuesto, pero ella no tenía tiempo para hombres. No sentía inclinación para malgastar horas enviando mensajes a alguien, o hablando por teléfono, o quedando para tomar un café y entablar conversaciones románticas. Tenía cosas más importantes que hacer con su tiempo. Al haberse programado a sí misma para ignorar al sexo opuesto y sus avances, no había prestado demasiada atención a Richard Baker. Pero ahora estaba intentando recopilar información sobre él y, al acabar la segunda copa de vino que se había servido para calmar los nervios, se acercó más a la computadora y escribió "Programa de Subrogación de la Fundación Victtoria Vita" en el buscador. Apareció el sitio web. "Hombre solicita una dama para alquilar su vientre. Debe ser inteligente, contar con una buena salud física y emocionalmente. A cambio de le estara pagando un millón de dólares si cumple con los requisitos y aprobar todos los exámenes médicos ". Jennifer, si pensarlo dos veces, dió click sobre el botón de "Inscribirse". Cerró los ojos y rezó una rápida plegaria. Hizo clic, introdujo sus datos en el formulario y le dio a “enviar”. Después, se reclinó en su asiento y, curiosamente, no sintió ansiedad ni temor ni preocupación alguna. Era la única solución. Iba a participar en el programa, su futuro dependía de ello. Podía hacerlo. Sólo hacía falta que aquel hombre la eligiera.......
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD