Capítulo 20

1029 Words
Jennifer, se levantó de la cama. —¿Para donde vas?. —Quiero bañarme. Henry se acerca para ayudarla. —Estoy, bien. Puedo hacerlo sola. —Mmmmmm. Hizo una mueca y antes de que Jennifer, pudiera protestar la levantó en brazos y la llevo hasta el baño. —Quedate quieta. Voy a poner a llenar la bañera. Recuerda que no te puedes apoyar mucho en el pie. —Puedo hacerlo. Henry sin contestarle entro al baño. Abrió el grifo y empezó a caerse el agua, regresó por Jennifer, para llevarla hasta la bañera, le rego sales de baño e intentó ayudarla a quitarle la ropa. Jennifer le colocó la mano en el pecho. —Tranquilo, puedo puedo hacerlo. —Disculpa, sólo quise ayudarte. —Lo sé y te lo agradezco. Pero puedo hacerlo. —Voy a estar afuera por si se te ofrece algo. —Gracias. Henry salió del baño. Y Jennifer quería que esa situación fueran distinta, ella con Henry en la bañera y no él afuera. Pero ella ahora estaba ahí con un esguince y con un deseo s****l increíble. Y ahora Henry todo el tiempo cerca de ella. Cargándola en brazos, llevándola a la cama, sintiendo su olor que parecía tener feremonas que le alteraba todos los sentidos, despertando un voraz apetito s****l. Mientras estaba en la bañera sus manos recorrieron todo su cuerpo, imaginandose que Henry la acariciaba los senos, sus manos bajaron lentamente hacia su abertura que estaba húmeda y no precisamente por el agua, empezó a acariciarse su botón rosado y cuando estaba a punto de explotar pronunció el nombre de Henry, toda excitada y enseguida este abrió la puerta y ella quedó paralizada, con los senos al aire. —¿Terminaste de bañarte?. —Si. Deseando que Henry no se diera cuenta de lo que estaba haciendo. —Ya te busco una toalla. —Gracias. Henry, dió la espalda mientras ella se cubria, la volvió a tomarla en brazos para llevarla a la habitación, la depósito nuevamente en la cama y reprimió una sonrisa. Jennifer, estaba esperando que Henry, saliera de la habitación y en vez de salir, buscó un cepillo, la crema corporal, el desodorante. Y empezó a secarle el cabello con una toalla y le cepillo el cabello, Jennifer quedó en shock, con el comportamiento de Henry. —¿Que haces?. —Te secó el cabello. En verdad este hombre era único, era una fantasía de hombre, cualquier mujer se moriría por tener uno así a su lado. Y se decía. ¿Cómo no enamorarme?. Un hombre a pesar de su expresión fuerte, era el hombre más dulce, tierno y delicado que había conocido. Jennifer quedó estaciada, con esa actitud. En verdad era maravilloso y estaba loca por él. Intentaba en no pensar en nada para que Henry no se diera cuenta de sus sentimientos. Y lo dejo que la peinara, que le colocara la crema y hasta dejo que le colocara la ropa. Henry, vivía inquieto, ya que Jennifer le daba indiferencia. Ya se habían perdido aquellas conversaciones amenas. Siempre estaba en su oficina haciendo algo. Cómo extrañaba, ver una película o que ella le pidiera una opinión sobre un trabajo. Henry, a veces llegaba de la oficina y observaba a Jennifer, metida de cabeza en la computadora que él le regalo. A veces ni cuenta se deba cuenta que él estaba ahí observandola. Se preguntaba si estaba pendiente de ella. ¿Por el bebé?. O ¿Porque se estaba enamorando?. Ya casi no quería ni ir a la oficina. Con la excusa de estar cerca de ella y que tenía que llevarla a todas partes a causa del esguince. No podía soportarlo más indiferencis. Un día durante la cena, Henry, observó que ella mantenía la mirada fija en el plato. —Lastima, que tengas que estar en casa todo el tiempo. —No, importa, cuando el tobillo mejore, pasaré más tiempo afuera, haciendo lo que no he podido hacer aquí. Henry levantó la mirada. —¿Cómo que?. —Reunirme, con mis amigas para hacer unas investigaciones. —¿Y, por qué no invitas a tú amiga que venga a la casa?. Jennifer, levantó la cara del plato y miró sorprendida a Henry. —¿En verdad, la puedo invitar que venga a la casa?. —Por supuesto. ¿No me digas que pensaste que nadie podía venir a visitarte?. —Pues si, lo pensé. —¿Por eso, es que nadie a venido a visitarte?. Jennifer, se puso roja. —Pense, que no gozaba con ese privilegio. Total yo estoy de pasó. Ese comentario hizo que Henry se estremeciera. —Puedes invitar a quien quieras, total vives aquí. He tratado de que estes comoda, que te sientas como en tú casa y tú puedas hacer un cambio en la casa, en el menu, disponer del chofer, del personal, de lo que tú quieras. Invitas tus amigos a pasar un día en la piscina, a ver una película. Quiero que disfrutes todo lo que puedas, no quiero que te sientas que estas en una jaula, eres libre, tú sabes que tiene que cuidarte por tí y por el bebé. Pero nada te impide a disfrutar la vida. Jennifer, quería era alejarse un poco de Henry, con la excusa de hacer unas investigaciones y sin embargo él le a respondido con dulzura, en verdad era un hombre muy especial. —Gracias, tomare en cuenta tús palabras. —Perfecto. Ahora debo retirarme. Dijo colocandose de pie. Tengo unas cosas por hacer. Con tú permiso. Y salió del comedor. Jennifer, cada día amaba a ese hombre. Se sentía confusa quería alejarse de él y a la vez quería estar a su lado, pero tenía mucho miedo. Sabía que cuando él bebé naciera todo aquel encantó se iba a terminar. Y que iba a pasar con el bebé. El también era parte de ella. ¡Hay Dios, en qué lío se había metido!. Nunca pensó llegar a enamorarse de Henry Smith. Nunca pensó que ese hombre era tan especial y maravilloso. Y ella. ¿Quien era ella?. Sólo era un vientre en alquiler. Dónde se estaba procesando el Milagro de la Vida.
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