Juliana Muñoz
Mi padre nos mandó llamar a la hora de la cena, perfecto, lo más seguro es que quisiera que cenáramos todos juntos para que su noviecita Patricia nos conociera, en el evento de presentación habría medios de comunicación que de seguro le preguntarían como nos llevábamos. Que carita pondría mi padre y Patricia cuando respondiera que no se de quien me estaban hablando. Esbocé una sonrisa con malicia, cuando se trataba de fastidiar era muy buena haciéndolo y no me importaría dejar en ridículo a mi padre por que él ya lo ha hecho conmigo, me prometió que yo sería la imagen femenina de la campaña y no lo cumplió. Ahora que se atenga a las consecuencias.
Mi padre se sentó en el asiento principal, a un lado de él patricia. Alan a un lado mío frente a ella. Mi hermano y yo nos mirábamos con sonrisa picaresca, sabíamos que las cosas podrían tornarse de peor a mucho peor, en cualquier instante, el silencio nos rondaba, yo me dedique a comer el estofado con verduras que nos habían servido ya, mientras observaba atenta la rodaja de limón que flotaba en mi vaso con agua ignorando por completo a la mujer frente a mi que pretendía ser mi nueva madrastra.
Mi hermano carraspeo.
- ¡Pero que silencio tan incomodo! Normalmente soy yo quien incomoda a todos por aquí – exclamó Alan en forma sarcástica.
Patricia sonrió fingiendo recibir el cumplido de mi hermano con gusto.
- Me alegra ser yo quien te releve de esa carga – dijo mientras dibujaba en su rostro una sonrisa mordaz.
Casi se me sale el agua de la boca, era divertido el intercambio de cumplidos entre ellos, mi padre asesino con la mirada a mi hermano.
- De haber sabido que se pondrían en ese plan, hubiera inventado que no podrían asistir a la presentación, como por ejemplo – se dirigió a mi hermano – que te comió un hipopótamo en tu viaje más reciente por África, o a ti Juliana – ahora me miraba fijamente, entrecerré los ojos – hubiera dicho que te quedaste a vivir en México y jamás regresarás.
Abrí mi boca fingiendo que estaba ofendida.
- No te preocupes cariño – dijo la mujer al momento que tomaba su mano de una manera tan cariñosa que me daba nauseas – he escuchado tantas cosas de ustedes que no me sorprende su actitud, infantil, se que se sienten amenazados ante la llegada de un nuevo m*****o de la familia a la casa, pero pronto me conocerán mejor y estoy segura que me amarán tanto como yo podré amarlos a ustedes.
- Si, pero nosotros no hemos escuchado nada de ti, Patricia – solté de manera acusatoria.
- Fue por eso que los llamé antes de la fiesta de presentación del partido, para que se conozcan – dijo mi padre – Patricia es mi asesora de relaciones públicas, nos conocimos hace dos meses, casi fue amor a primera vista – fruncí el ceño – desde ahí ya no la solté y no lo haré.
Di un gran sorbo a mi agua.
- Ahí papá, pero si sólo es una fiesta de presentación del candidato oficial a la presidencia del país por el partido democrático de Colombia, todo puede pasar – dije con ironía, no pensaba dejarle el camino tan fácil a esta tipa, no se quedaría con lo que me corresponde por derecho – he terminado, provecho…
Solté los cubiertos y me puse de pie, salí a paso rápido del comedor con dirección a la parte oeste de la casa, donde se encontraban las habitaciones de los empleados. Algunos de ellos sospechaban de la relación clandestina que mantenía con Demetrio, pero era tal el miedo que tenían por quedar despedidos que guardaban el secreto de lo que sucedía al otro lado de su puerta, el único que jamás ponía atención de lo que realmente pasada a su alrededor era mi padre.
- ¿A dónde va señorita Juliana? – escuché la voz de Adam, el era el asistente, amo de llaves y encargado de que todo en casa funcionará tal cuál como le gustaba a papá, además era tío de Demetrio y fue el quien le consiguió este trabajo.
Sonreí inocente.
- Voy a caminar un poco.
- ¿A las habitaciones de los empleados?
– me acusó con la mirada, claramente el sabía lo que pasaba entre su sobrino y yo.
- ¿Por qué no? De hecho, voy a buscar a Demetrio, necesito que me lleve mañana antes de la fiesta a un par de lugares – le guiñé el ojo sonriente, el entorno los ojos poniéndolos en blanco.
- Si tu padre se llega a enterar Juliana, nos echará de patitas a la calle a los tres, incluyéndote a ti – me crucé de brazos, Adam era tan aburrido, el típico señor de casi sesenta años, canoso y calvo de la parte superior de la cabeza, con expresión más fría que un cubo de hielo, pero a final de cuentas le agradaba, había trabajado con mi familia desde mucho antes de que yo naciera, era casi como una nana para mí, me conocía perfectamente.
Me acerqué a abrazarlo.
- No se enterará de nada, te lo prometo.
Nuevamente Adam rodó sus ojos y se marchó al interior de la casa.
Caminé hasta la habitación de Demetrio, cuando lo visitaba sólo abría la puerta nunca tocaba.
- ¡Ooohh por Dios! – exclamé cuando lo vi salir del baño todo mojado y con una toalla tapando de la cintura para abajo.
El me sonrió de manera lasciva, cerré la puerta con seguro a mi espalda y caminé hasta donde estaba de pie, lo miré de arriba abajo y me mordí el labio inferior al mirar los grandes pectorales de Demetrio, este hombre me volvía loca, acaricié con mis dos manos desde sus hombros pasando por su pecho hasta su abdomen donde apreté con mis manos la toalla que lo cubría, se la arranqué de golpe dejándola caer al suelo, su mirada se oscureció de deseo.
- ¿Ahora si podemos terminar lo que dejamos pendiente por el mediodía? – preguntó con una voz ronca y sensual.
Asentí ampliando la comisura de mis labios en una sonrisa traviesa.
Rodeé con mis brazos su cuello, nos miramos fijamente, sus ojos ardían de deseo por mí, sabía que también lo volvía loco. Eché mi cabeza atrás ofreciéndole mi cuello a lo que él respondió con rapidez pasado sus labios sobre mi piel, me ericé al instante sintiendo sus besos por el borde de mi quijada después el mordisqueo en el lóbulo del oído. De un movimiento me alzó, rodeé sus caderas con mis piernas, Demetrio me deposito en medio de su cama.
- Cuidado con mis zapatos, grandulón – le advertí justo cuando los iba a jalar de mis pies, la última vez rompió la correa y estos eran el doble de costosos que los anteriores y me gustaban mucho, batallé para conseguirlos eran unos MCQueen preciosos, después de quitar con dificultad mis zapatos desabrochó el botón de mi pantalón, retirándolo de mi cuerpo de un jalón, me quedé sólo en bikini, pronto le fui diciendo adiós a toda mi ropa.
Me deslicé hacia atrás como si fuera un conejito acechado por un lobo, un lobo feroz ardiente de pasión, que subió a la cama ahorcajadas, lo recibí con mis labios resecos deseosos de sus besos, los besos más sensuales que he probado en mi vida. Nos devoramos completos, me besó en cada parte de mi cuerpo con dedicación sin dejar ni un espacio libre de él, lo acaricié de la misma manera, jadeamos, gemimos y gozamos el uno del otro, pronto llegamos a la cima de nuestro placer corriéndonos al mismo tiempo.
Procuraba no quedarme mucho tiempo después de que terminábamos de jugar, así que ya satisfecha y llena de él me dispuse a ponerme de pie, pero el me jaló del brazo cayendo de nuevo en la cama.
- ¿Por qué te vas tan pronto? – preguntó clavando su mirada seria en la mía.
Desvíe la mirada, no quería estropear el juego que él y yo teníamos, por que si le decía lo que pensaba se enfadaría y ya no estaría disponible para mí y por ahora era el único hombre con el que me interesaba tener intimidad.
- Tengo sueño, es tarde y mañana hay muchas cosas que hacer antes de la fiesta de presentación, que por cierto tu me llevaras a conseguir algunas cosas que necesito.
El sonrió amargamente mientras yo fruncí el ceño sin entender.
- Okey vete – soltó de forma seca.
Se puso de pie y comenzó a vestirse con premura, estaba enfadado.
- ¿He dicho algo malo? – pregunté confundida.
- Es lo que no has dicho Juliana… - tragué saliva, se venía la conversación que había estado evitando por semanas – llevamos meses, ocho malditos meses acostándonos, y ni una vez te has quedado poco más de lo que dura el acto, nunca has dicho alguna palabra que me haga saber que, aunque sea sientes un poquito algo de lo que yo si siento por ti.
También me puse de pie.
Ahora si estaba realmente enfadado, el tonó de su voz era grave y ronco, amenazante, nunca me había hablado así.
Abrí los ojos, sorprendida de sus palabras.
- Yo siempre he sido sincera contigo, sabes que no puedo ofrecerte algo más que un acostón, no seas tonto y no te engañes por favor, yo te aprecio, pero es lo único que puedo sentir por ti, lo siento – comencé a vestirme rápidamente.
El comenzó a dar vueltas por la habitación, sacudiéndose el cabello como si pensará en que decir.
- Esto se acabo Juliana, si quieres a alguien con quien sólo tener sexo, ve y búscatelo en otra parte.
- Bien – solté con enfado.
- Bien – gruñó.
Sali de su habitación dando tremendo portazo, camine hasta mi habitación, como se atrevía Demetrio a terminar lo que fuera que no teníamos, es un tonto, pero ya me rogaría. Después me encargaría de él, ahora lo que principalmente rondaba en mi cabeza era la fiesta de mañana, Patricia haría su presentación como prometida de mi padre y figura femenina de la campaña, próxima primera dama del país, tomé un florero que estaba en la mesita junto a la puerta de mi closet y lo aventé del coraje.