1. Arrepentimiento
Título: Álvaro Duarte Amor errante 2
Autor: Nancy Rdz
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Esta obra está registrada bajo derechos de autor.
Prohibida su reproducción total o parcial.
Código de registro: 2108269041517
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Esta historia está ambientada en los años noventa, recuerden que Álvaro es padre de Ernesto (Inesperado Amor), todo lo que se relata en esta historia es ficción y todo parecido con la realidad es mera coincidencia.
Esta historia puede contener escenas de violencia física y mental.
Álvaro Duarte
- Mi nombre es Álvaro Duarte, estoy encerrado aquí porque abusé de una mujer, la mujer que más he amado... ¿así? - solté con ironía en tono amargo frente a la “psiquiatra” que me atendía.
Ella suspiró derrotada, durante días desde que Cazares me encerró en este lugar, me he negado a hablar, porque no estoy aquí por enfermedad, estoy aquí por venganza.
- Álvaro, si no cooperas con tus terapias te quedarás internado por mucho tiempo – dijo en su tono dulzón habitual que siempre utilizaba cuando venía a visitarme.
- O usted es muy ingenua o es muy buena actriz - sonreí con sarcasmo.
La doctora pareció apretar los dientes, podía notar el fastidio en su rostro, la atravesé con la mirada.
- Aseguras que estás encerrado en este centro de salud mental por una venganza, uno de los síntomas más comunes de la esquizofrenia, el delirio y las alucinaciones - ¿Qué? Apreté mis puños con fuerza para después sujetarla de los hombros, ¡yo no estoy loco! Grité. En cuestión de segundos ya tenía a dos enfermeros, sujetándome con fuerza uno en cada brazo, me arrastraron hasta la cama donde me sujetaron con unas bandas blancas inmovilizándome todo el cuerpo, después proseguían a inyectarme un líquido transparente que hasta ahora no sé qué es, pero hace que me duerma grandes lapsos de tiempo.
Mientras mis ojos se van cerrando la imagen de Emily se proyecta en mi mente, ella era tan bella, fue mía, vivíamos felices hasta que la arrebataron de mis brazos, que más podía hacer estaba desesperado, me iba a abandonar, cada día que pasa me arrepiento de haberle hecho daño, no era a ella a quien debí atacar, debió haber sido a Cazares, pero en ese momento no lo ví, me dejé llevar.
Sólo esperaba el día en que pudiera salir de este maldito lugar, lo primero que haría sería buscarla y pedirle perdón, por todo el daño que le hice, ella seguro me odiaba y eso me atormentaba cada noche que dormía.
Cuando desperté ya no estaba amarrado, me senté sobre la cama. Por la pequeña ventana de cuarenta centímetros se colaba la luz intensa de la mañana, era ya otro día, ese medicamento que me inyectaban me mantenía sedado es como si nunca tuviera fuerza de nada, a veces me preguntaba si Emily sabría que estaba encerrado aquí, o todo esto fue obra de Cazares para mantenerme alejado de ella. También pensaba en Mara, en la empresa, todo se fue al carajo, toda mi vida me la arrebataron, era como si estuviera muerto en vida. Esto era una verdadera tortura.
Días después, la doctora y yo estábamos sentados frente a frente para nuestra “terapia” de rutina.
- Álvaro, platícame un poco de tu vida, tal vez así pueda ayudarte mejor, después de esto te prometo hacer un nuevo diagnostico a tu enfermedad, pero necesito que me demuestres que no estas enfermo de esquizofrenia como dice aquí tu diagnóstico previo, ¿estamos? - Qué otra alternativa me quedaba, además ya me estaba aburriendo de solo ver estas cuatro paredes blancas donde en la habitación sólo está la cama y dos sillas, ningún otro mueble.
Aclaré mi garganta, me era muy difícil hablar con alguien sobre mi vida, pero esta doctora era una completa desconocida, de tanta insistencia comenzaba a creer que no sabía nada sobre la verdadera razón por la que me habían ingresado en este centro psiquiátrico.
- Esta bien - respiré profundo – una vez di todo por una mujer y perdí todo por ella también, tenía planes de estar a su lado siempre. Tengo un diagnóstico desde los dieciséis años, ataque de ira intermitente, no estoy enfermo de esquizofrenia, estaba controlado con medicamento hasta que ella me dejo por otro hombre, yo sospechaba que eso pasaría, unos días antes deje de tomar mis pastillas, cuando ella decidió irse de casa no pude más con la furia que sentía, la cabeza me estalló, yo la amaba, la había defendido incluso de mi padre, la había cuidado y me destrozó el corazón, me sentí tan traicionado que la tomé a la fuerza, recuerdo que ella lloraba – mi voz salía lenta y amarga, entrecortada, mis ojos estaban humedecidos, mi voz se volvió ronca – gritaba pidiéndome que no la tocará, siendo que días antes habíamos estado juntos, ¿entonces ella siempre fue una farsa? Sólo fui su consolación, cuando quise ser todo para ella. Cada día me arrepiento por haber actuado así, pero también ella jamás se detuvo a pensar en el dolor que me causaría.
Nuestras miradas se cruzaron, ella desvió su mirada.
- Ahora cuéntame de tu vida desde la niñez - los recuerdos de mi madre vinieron a mi mente, en ese entonces era feliz.
- Siempre fui un niño obediente, me gustaba estudiar, siempre me gustaron los negocios soñaba con un día dirigir la mediana empresa de mi padre y convertirla en un consorcio y lo conseguí, después de su muerte. Mi madre siempre fue una persona muy amorosa con mi hermana y conmigo, en cambio mi padre siempre le recriminaba a mi madre que nos consentía demasiado, ella falleció cuando tenía quince años, la sorpresa fue que mi padre casi al instante mi padre comenzó a salir con una mujer con la que se casó al poco tiempo, esa mujer siempre la aborrecí, era una oportunista, tenía una hija, Emily, ella tenía una mirada profunda que siempre me intrigo, cuando tuve 16 años, le pedí a mi padre me enviara al extranjero a estudiar, vivía con unos familiares de mi madre, una vez que termine mi universidad, regresé a vivir con mi padre y mi hermana, su esposa y su hija. Ese día, salí a buscar a un amigo, habíamos quedado de vernos en un bar, entonces la vi, tenía el cabello pelirrojo, me encendió al instante como si de fuego se tratara, era la mujer más hermosa que había visto, pero no sabía que era ella, mi hermanastra, me dijo un nombre falso, habían pasado más de diez años desde la última vez que la había visto y ella tampoco me reconoció, tuvimos relaciones esa noche, fui el primer hombre en su vida, desde entonces no pude quitármela de la cabeza, ella iba a ser mía, pero siempre hubo otro hombre, el que ella amaba, no sé qué le veía, él siempre estaba pegado bajo las faldas de su padre, no tenía carácter pero ella lo eligió.
- Has pensado que tal vez ella no era para ti - soltó en seco.
Me quedé en silencio.
- Quiero pensar que conmigo hubiera sido feliz.
- Pero abusaste de ella...
- Fue un error.
Un error que ahora estoy pagando caro. Los siguientes días lo mismo, la doctora me hacía preguntas y yo contestaba todo. Prometió que pronto podría salir al jardín una hora al día para tomar aire. Cambio mi diagnóstico a ataques de irá intermitente en lugar de esquizofrenia. Pero me mantenían internado. Varias veces le pregunté hasta cuándo estaría encerrado en este manicomio, pero evitaba mis preguntas y desviaba su mirada, era claro que no podía hacerme esperanzas de salir pronto. La única persona que tenía el poder de decidir sobre eso era Esteban Cazares.
Dos semanas después por fin pude salir al jardín a tomar algo de aire, el clima estaba fresco, todos los demás pacientes que salían a pasear al jardín, ellos si parecían enfermos, los miré con compasión agradeciendo de alguna manera no estar en su misma situación al menos a pesar de estar encerrado seguía manteniendo mi cordura, podía pensar lucidamente. Camine todo lo que pude por las jardineras creo que di como unas diez vueltas, me sentía alegre de poder aspirar aire fresco, me senté un rato en una banca que estaba sola, a veces me preguntaba por qué Esteban no me eliminó por completo, fácil hubiera sido asesinarme pero no lo hizo, en cambio se tomó toda la molestia para internarme en un manicomio, pensó que sufriría más aquí que muerto, sonreí, al principio mis días fueron difíciles pero después de un mes uno comienza a acostumbrarse a la soledad, comienzas a pensar y analizar tu vida, las cosas buenas y malas que te han sucedido, y te sientes agradecido por qué pudiste llegar a estar peor.
Un enfermero que nunca había visto se sentó junto a mí, me entregó unas pastillas y un vaso de agua, tomé las pastillas las metí a la boca y tomé el agua. Me había cansado de ser rebelde por qué me encerrarían de nuevo sin poder venir al exterior.
- Álvaro Duarte, por ahí dicen que alguien p**o mucho dinero para tenerte cautivo en este psiquiátrico – enarqué una ceja, lo miré con desconfianza, él sonrió con malicia al ver mi rostro desconcertado – está bien, es un secreto a voces en este lugar.
- Todos fingen que no saben, ¿Por qué tu no? – le cuestioné mientras apoyaba mis brazos sobre las piernas agachando un poco la cabeza.
- Mi nombre es Pablo Sánchez, tengo una vida fuera de este trabajo, me enviaron aquí por ti, dime Álvaro que estarías dispuesto a hacer a cambio de tu libertad - fruncí el ceño mirándolo fijamente.
- ¿A qué te refieres? ¿qué es lo que tengo que hacer? - pregunté, lo que más deseaba era poder salir de este maldito lugar, estaba dispuesto a muchas cosas, pero necesitaba más información.
Como leyendo mis pensamientos, el enfermero me observo por medio minuto.
- Piénsalo bien Álvaro, qué estarías dispuesto a hacer para obtener tu libertad, volveremos a hablar en unos días - observé desconcertado mientras se puso de pie y camino hacia el interior del edificio.