XX. El vuelo

4132 Words
Cinco minutos después estoy apagando el motor de mi auto, me bajo y subo la vasija vacía donde llevé mi almuerzo, subo en el ascensor hasta el apartamento de Carolina y timbro, ella me abre la puerta con una sonrisa y me da un abrazo con sus brazos y sus piernas, casi me hace perder el equilibrio y de paso se golpea duro en su rodilla derecha con mi arma, luego se baja y me devuelve mi cuerpo mientras se consiente su rodilla por el golpe y se queja: -        ¡Auch Marion!, ¿Por qué usas esa cosa?, me golpee duro, ¡auch! -        Caro, es parte de mi uniforme y me ayuda a protegerme. -        Pero será de tus amigas. -        Ja ja, no seas boba, a que se debe… Mis palabras se quedan atoradas entre mi cerebro y mi lengua, pues me quedo sorprendida con un letrero grande colgado sobre el comedor que dice: “Feliz viaje Marion” y en la mesa un par de floreros con alstroemerias y claveles, y un pastel cubierto de fresas con chocolate y una botella de vino tinto; entonces me dice: -        Ven, siéntate, ¡auch! (aún se frota la rodilla), te tengo una sorpresa. -        ¿Otra? Alcanzo a sentarme y voy a quitarme el bolso para dejarlo en el suelo, pero Carolina me lo quita y lo lleva al cuarto, a los segundos regresa con una tableta y la bota de su pantalón de pijama sobre la rodilla roja. -        Perdón por lo de tu golpe, ven te echo una cremita o algo así, ¿Qué tienes acá? -        ¡Uy si!, eso es buena idea, sostenme acá. Me da la tableta apagada y se regresa por el pasillo, al cabo de un minuto regresa con la rodilla cubierta levemente por una sustancia blanca que huele a talco y lavanda, no cojea pero su sonrisa está forzada, luego se sienta a mi lado y me dice: -        ¡Enciendela! Así que le hago caso y aprieto el botón de encendido suavemente, aparece la pantalla de color verde claro con unas hojas haciendo un collage, luego ella pasa el dedo para descongelar la pantalla y aparecen en dos cuadros diferentes Amanda y Solangie. -        ¡Awww! Amigaaaasss, que sorpresa tan linda –Digo mientras siento una buena corriente de energía recorrer todo mi cuerpo. Ellas quitan su silencio y se emocionan también al verme, todas gritamos y estamos emocionadas, entonces me fijo que mientras Amanda tiene una blusa sin mangas de color azul pastel, Solangie tiene un saco alto vinotinto y está en un lugar que no identifico, así que después de saludarnos y preguntar ¿Cómo están? Le pregunto a Solangie quien tiene su cabello crespo y rubio un poco alborotado, ¿Dónde se encuentra? -        Pues es que como todas estamos distantes, pensé que ya no había que contarles nada. –Responde la muy grosera. -        Oye, no, la distante eres tu gorda, que por cierto has bajado de peso, ¿Qué has hecho? –Le dice Carolina. -        No pues es que han pasado cosas, –Responde Solangie- imagínense que mi esposo consiguió un buen empleo y yo conseguí algo de medio tiempo remoto, así que lo puedo realizar desde cualquier lugar del mundo, y pues bueno, eso nos ha liberado de las deudas y con eso metí al niño al jardín, así que me he dado un poco de tiempo para mí. -        Ay pero que rico, yo quiero algo así –Amanda interviene- ya quiero volver a tener cinturita de avispa. -        Ay niñas, seamos sinceras, la única que siempre tuvo cinturita de avispa, es la avispada esta que tengo al lado. –Responde Carolina mientras me pega en el hombro derecho. -        ¡Au, boba, no me pegues! –Me quejo, pero todas sueltan la risa, luego Amanda le reclama a Carolina. -        Bueno niñita, no me le pegue a mi protegida, ¿Dónde quedó su promesa? Entonces veo que Carolina se lleva un dedo a la boca para pedir silencio y luego disimula recogiéndolo disimulando que no ha hecho lo que si hizo; así que pregunto apoyando mi cabeza en el brazo izquierdo, mi arma golpea la mesa, así que me desacomodo para quitármela y dejarla en el piso. -        ¿Cómo así Carito? -        ¿Qué? – ella abre los ojos disimulando que nada sucede, pero obvio si sucede. -        ¿Por qué le dices a Amanda que se calle? –Tanto Amanda como Solangie sueltan la risa pero la disimulan. -        Noooo, por nadaaa. – Me responde Carolina. -        Si no es por nada, ¿Por qué usas ese tono taaaan sospechooooso? -        Jum, ni idea de lo que hablas, niñas, ustedes saben ¿De qué habla está loca? -Pregunta ella a la cámara. -        Ja ja ja –Ellas dos no responden, pero ya no ocultan la risa – -        Ja ja, si muy divertidas, riámonos de Marion, ja ja, ¿Haber? ¿Qué sucede?, me dice alguna pues, o la niña acá al lado paga. –Respondo con una mirada picara. Pero Carolina no puede contener la risa, así que se pone a reír y con ella todas nos contagiamos, luego entonces me acuerdo que nos estamos riendo de algo que ignoro y cojo a cosquillas a Carolina, ella se encoge como puede en la silla y comienza a gritar mientras no puede de la risa y me pide parar. Entonces luego de un rato escucho que me dice: -        ¡Para, para que me voy a orinar! Me detengo por esa petición, pero ella se devuelve y me agarra a cosquillas lo que hace que me vaya de para atrás, pero regreso a mi ataque hasta que Carolina cae al piso, luego grita mientras tiene lágrimas en los ojos: -        ¡Marica yaaaa!, me rindo, me hiciste orinarmeeeee. Entonces me detengo y me levanto arreglándome el uniforme, miro a la pantalla y veo una Solangie muerta de la risa y una Amanda que sacude la cabeza mientras dice: -        Bueno, espero que ya hayan dejado de agarrarse las tetas y podamos contarle a Marion lo que sucede. No puedo evitar reírme, pero le respondo: -        ¿Amanda?, ¿Tu diciendo eso? Ja ja ja, tu sabes que no pasó eso, ja ja ja. Ella se aleja de la cámara mientras sacude las manos y responde: -        Yo no sé, no lo vi, ustedes desaparecieron de la cámara…no sé más. -        ¡Uju, Amanda! ¿Te han atendido estos días? Te percibo que andas como hormonada, ja ja ja. –Le contesto, lo que hace que Solangie suelte la carcajada de nuevo y en ese momento se levanta Carolina arreglándose la pijama y diciendo. -        ¡Ay ya! Alguna cuéntele a esta psicópata lo que está pasando, voy a cambiarme el panty que ésta loca me hizo orinarme encima. –Luego Sale Carolina caminando con las piernas abiertas por el pasillo. Todas nos morimos de la risa y luego Solangie me dice: -        Bueno Marion, siempre has sido la consentida de todas, pero por favor, no me desarme a la niña, ¡Eeeh mijita!, así nooo. Ja ja ja. Nos vamos calmando de tanta risa hasta que Carolina regresa y ella pregunta: -        ¿Y? –Cómo ve mi cara normal y sin emoción extra, se da cuenta que ninguna ha dicho nada así que interfiere de nuevo. -        Bueno niñas, le cuento yo. -        ¿Qué cosa? –Pregunto. -        Pues que si puedo mantener mi promesa de cuidarte. -        ¿A qué te refieres?, no me digas que te vas conmigo para Argentina, porque tendrías que …bueno no sé qué tendrías que hacer, pero eso sería wow, y sin embargo no podría dedicarte mucho tiempo pero sería un gesto muy…. –Pero de nuevo me callo cuando veo que ella niega con su cabeza.- ¿Entonces? Así que veo que todas solo sonríen y Solangie rompe el silencio. -        Pues mi Mari, lo que es la vida, al final si no es una la que está pendiente de ti, es la otra, y esta vez seré yooooo. -        ¿Qué? ¿Cómo?. –Me emociona oir eso, giro mi cabeza de la tableta a Carolina y de ella a la tableta, ahí miro a Amanda y a Solangie que solo sonríen y me miran.- Pero no se queden mirándome con risa tonta, díganme, ¿Qué pasa? -        Ay Mari, pues que sin saber que ibas a venir, yo estoy acá paseando con mi esposo, bueno, en realidad él está trabajando, pero yo estoy acá en el apartamento que nos puso la empresa y estamos viviendo eeeen ¡Buenos Aires, Argentina! -        ¿Quéeeee?, pero eso es buenísimo, me alegro mucho por ti amiga, de verdad, felicitaciones, pero esto si es lo más raro del mundo, ósea, de algún modo tenemos que seguir juntas, miren estas coincidencias. ¡Wow! -        Si Mari, por eso estamos tranquilas de que vas a estar bien cuidada, porque Sol ha aceptado que mientras estés allá en Buenos Aires, te quedes con ella en su apartamento, no tienen sino una habitación, pero sabemos que te puedes quedar en un colchón inflable mientras tanto y no sufrirías como cualquiera de nosotras. -        Pues chicas, la verdad es que es no sólo la mejor sorpresa sino que rico, que las puedo ver a todas de nuevo, y siii, por supuesto, yo me puedo acostar en una varilla si es el caso, pero mejor que sea en un colchón inflable, ja ja ja. –Les respondo. -        Si  Mari, sabemos que serías felíz sentándote en una varilla, pero contentate con que te puedes quedar en casa de Sol. –Me responde Carolina, lo que hace que le devuelva el golpe que me dio más temprano en su hombro izquierdo mientras la llamo boba por usar su doble sentido. Todas seguimos riendo un rato y hablando de tantas cosas, que cuando sentimos la puerta abrirse sobre las ocho de la noche y vemos que entra Julio, nos damos cuenta que llevamos una hora entera hablando, para ser sincera, no llevamos mucho comparado con lo que nos falta por adelantar, pero al día siguiente todas tenemos que trabajar y yo tengo un vuelo que tomar. Así que duramos una media hora más despidiéndonos y mandándonos los mejores deseos, luego poco antes de cerrar la llamada, le digo a Solangie: -        Amiga, te veo mañana, ¡bye!. Y cuelgo la llamada, entonces Carolina sale corriendo a la cocina y comienza a preparar unos sanduches mientras revisa las ollas con la comida del día siguiente, entonces me pregunta si me empaca, y le respondo que no, porque no sé qué horario tenga, pero le prometo comer bien, y ella acepta un poco a regañadientes, pero luego me llena a punta de sanduches, dice que así al menos me voy recordando lo bueno que se pasa con ella, ja ja. Ella es todo un caso… Una hora después con la barriga llena recojo mi arma y me voy a la habitación, me quito el uniforme y lo doblo para empacarlo, dejo mi blusa envuelta en una bolsa para echar a lavar después, pero en ese momento entra Carolina a mi habitación trayéndome el otro uniforme completamente limpio, seco, doblado y planchado, entonces le agradezco y me dice: Puedes dejar esa blusa y esa ropa interior encima de la cama, yo te las lavo y te las envío luego, o las recoges cuando vuelvas a Colombia. Entonces hago caso y me despreocupo un poco, me dejo el brasier y me pongo mi pijama semitransparente, ella me ve y me dice: -        Pensé que después de lo de esta mañana ibas a dejar de usarla. -        ¡Es que es muy cómoda! -        Si, lo sé, por eso no la he botado, ja ja ja -        Si, la verdad, pero por si acaso no me voy a exponer. –Ella me mira al pecho y ve que tengo el brasier puesto y se muere de la risa otra vez; entonces pienso que quizás extrañe estas risas cuando esté en Argentina, pero igual es algo que quiero hacer. Me acuesto a dormir y ésta vez descanso como una bebé hasta la mañana siguiente a las cuatro de la mañana, como los últimos días me levanto, me baño y me arreglo, luego le escribo a Vanesa para saber si está lista y me confirma que sí, pero le digo que he decidido que se tome un poco más de tiempo, ya que la noche anterior no alisté la maleta y pues ya que no vamos para la oficina, podemos irnos con más calma. Ella acepta mi propuesta y entonces me dedico a arreglar mi maleta, al cabo de media hora escucho que Julio se levanta y se arregla en el baño de su habitación, luego también escucho a Amanda y al cabo de una media hora salen los dos a la mesa, pero en ese momento Carolina abre la puerta y me dice: -        ¿Mari?, ¿No vas a ir? ¿Está todo bien?, has tenido otra “pesadilla” – Ella hace comillas con sus dedos. -        Si Caro, todo bien, es sólo que caí en cuenta que no tengo que estar tan temprano en el aeropuerto, así que decidí quedarme un ratico más y apenas voy a irme. -        Ah bueno, pero entonces ven y desayunas, vamos, yo salgo por ahí en una media hora, Julio ya se va, pero siempre come algo, ven, vamos. Entonces sucede como ella lo había dicho, y paso una media hora muy divertida con mi amiga, luego nos subimos al auto y después de recoger a Vanesa la dejo en su trabajo que afortunadamente quedaba camino al aeropuerto, bueno, tuve que desviarme un poco pero nada que me impactara mucho en tiempos. Entonces al dejar a Carolina nos bajamos todas del auto, le presento a Carolina a Vanesa y cuando le presento a Vanesa a Carolina le digo: -        Caro, te presento a la posible quinta mosquetera. -        ¿Cómo?, ¿Qué? Jefe, ¿A qué se refiere? –Responde Vanesa. -        ¡Hum, ya veremos! –Responde Carolina mientras se agarra la barbilla y mira con los ojos entrecerrados a Vanesa, luego añade- Le haremos la prueba cuándo regreses Mari. -        Si, tenemos que hacerle la prueba. –Imito a Carolina tanto en tono como en postura mientras miramos de arriba abajo a Vanesa como analizándola y ella sólo se pone tensa y roja. –Ja ja ja, eso es lo que más me agrada de ella, parece una muñequita manga, ja ja ja. -        Ja ja ja, ¡Marica es cierto!, justo estaba pensando eso. –Responde Carolina, luego nos damos un abrazo, chocamos las palmas de las manos como si fueran espadas y ella gira para entrar a su trabajo, Vanesa se regresa al costado derecho del auto pero le digo: -        Ah ah, no señorita, usted conduce ahora. -        Si señora. Entonces Vanesa regresa y pasa por en medio de mí y el auto roja como un tomate, luego retomamos nuestra ruta. Media hora después llegamos al aeropuerto, reviso la hora y apenas son las ocho, nos identificamos en la garita de la entrada y les indico que mi conductora se regresa porque es la encargada de la seguridad de palacio y que yo si me voy en el vuelo que sale para Argentina a las nueve, después que confirman, me dejan pasar y conducimos un buen rato hasta que llegamos a la segunda garita vigilada medianamente, entramos y buscamos las oficinas, me presento con un coronel que se apellida Aponte y entonces me indica que mi equipo me espera en los hangares, así que regreso al auto, saco mi maleta para el viaje, ahora va más llena y me despido de Vanesa, no le doy abrazo porque aunque seamos mujeres, yo soy una superior y se vería muy mal, aun así le encargo mi auto y ella se sube al auto y se va. Yo regreso a la oficina y me subo al auto del coronel, él conduce hasta el hangar donde ya está reunido el equipo, a algunos los reconozco del trabajo en palacio, a otros de la carpeta con los expedientes de cada uno, entonces el coronel nos dice al grupo: -        Buenos días señores, espero se encuentren bien, ella es la teniente Marion Durand, y es la comandante de la seguridad de la cumbre, a partir de ahora cumplirán las ordenes de la teniente. Luego me dirige la mirada y me dice: -        Teniente, ¡Todos suyos!. Entonces se da media vuelta, se sube al auto y se va: -        Buenos días señores y señoritas (Hay solo dos mujeres más en el grupo, pero igual es bueno darles su lugar), cómo lo dijo el coronel, soy la comandante designada por el general Sepúlveda para esta… -        ¿Qué pasó con el coronel Cortés? -        ¿Disculpe? Mayor González, ¿Por qué me interrumpe?, En este momento soy su superior y no debe interrumpirme de esa manera. -        Usted no es superior a mi teniente, yo soy Mayor así que la imprudente aquí es usted y… -        Mire Mayor, si soy su superior, pues soy la comandante de la seguridad de la cumbre, la orden viene desde el general Sepúlveda y si a usted no le gusta o no le parece, se puede quedar, e ir a hablar con él. Él se queda callado, me mira con resentimiento, pero no se va, así que continúo: -        Ahora, con respecto a la pregunta del Mayor, el coronel se encuentra en Tunja y no puede venir, y si alguno otro o otra le parece que soy muy joven para dirigir la misión, o no le agrada de algún modo, que me lo diga de una vez y no va, no pasa nada, pero prefiero ir con un equipo con el que pueda confiar y pueda asegurarme que me harán caso en todas las ordenes que les dé, así que si me tengo que ir sola, lo haré, y después ustedes le explicarán al general Sepúlveda que sucedió.-Entonces se levanta una mano. -        ¿Si capitán Torres? –Pregunto yo. -        Disculpe teniente Durand, sin excusar acá a mi mayor, pero ¿Cómo podemos estar seguros que usted es la comandante en esta cumbre? -        Por varias razones capitán, primera, lo acabó de decir el coronel Aponte, segunda, lo dice ésta carta firmada por el general Sepúlveda –Saco mi teléfono y muestro la foto que le tomé a la carta- Y tercero, porque lo digo yo, y créame, no estaría acá si no me lo hubieran encargado, tengo el número del general, si quiere lo llamamos y que él se los confirme. Entonces el capitán sube las manos como defendiéndose y agacha la cabeza, entonces viendo eso les digo. -        Gracias por llegar temprano, por favor subamos el equipaje al avión y mayor González, por favor busque al piloto para confirmar si es posible salir ya. Él me mira feo, pero aún así me hace caso y levantándose de una mesa sobre la que estaba recostado y me dice: -        Si mi comandante. Reconozco un tono de resentimiento, pero sé que es una cuestión de ego herido luego con los demás vamos subiendo al avión que está detrás de nosotros y le ordeno al capitán Torres que le suba el equipaje al Mayor González, quién acata la orden sin rechistar. Unos diez minutos después sube al avión el Mayor y detrás de él otro Mayor de la Fuerza Aérea, quién se presenta ante mí y dice: -        Buenos días teniente Durand, me han dicho que hoy la comandante es usted, mucho gusto yo soy el Mayor Augusto Calvo de la fuerza aérea colombiana y voy a ser su piloto. –Me sonríe de forma coqueta con sus gafas de piloto e intenta subirme la mano como si fuera a darme un beso en el dorso, pero solo la mantiene simulando la posición de la mano de una princesa, entonces se la retiro. -        Gracias Mayor, ¿Podemos despegar de una vez? -        Si, si podemos teniente. Y dicho esto, veo que todos los demás se han sentado en las sillas por parejas y yo me siento sola al frente. Minutos después despegamos, la sensación es abrumadora, jamás había volado y ahora salgo del país, luego de que ganamos altura, solo se escucha el murmullo de los demás en la parte de atrás, quisiera dormir, pero con éstas personas sintiéndose incomodas con mi presencia, sería una estupidez, así que me preparo para leer el libro del coronel sin interrupciones. Dos horas después estoy cansada, no soy de leer libros y menos de tipo romántico, miro para atrás y algunos duermen, otros solo charlan, algunos juegan en sus teléfonos y otros están leyendo igual que yo; pero afortunadamente no hay motín ni más molestias, sonrío mientras agradezco el silencio y entonces me levanto de mi asiento para hablar con el mayor Calvo. -        Mayor, sé que aún falta tiempo para llegar, pero me preguntaba, ¿Qué se hace normalmente en éstos vuelos tan largos? ¿Y siempre viaja usted solo?, Digo lo pregunto porque normalmente sé que viajan piloto y copiloto. -        Teniente, siéntese por favor en esa silla –Señala la del copiloto, pero veo que no lo hago, entonces me dice- aaah ja ja, se la han hecho, está bien, tome asiento o quédese  de pie, cómo quiera, éste es mi avión y acá mando yo, así que no hay reglas, bueno,  manda usted, pero…usted me entiende. -        Pues creo que lo entiendo, pero por favor respóndame.- Le digo mientras me siento en la silla que me indicó. -        Pues teniente, normalmente no se hace nada, pero casi nunca se hacen vuelos largos, en esos casos normalmente se le paga el pasaje de avión comercial a una o dos personas, en este caso como son tantos, le sale más barato al gobierno enviar un avión exclusivo con todos. Pero si se fija el avión no es muy grande, normalmente realizo vuelos de apoyo, apenas para que se envíen máximo unas cuarenta personas o se recojan los heridos. Ahora, respecto a de si normalmente viajo solo o acompañado, le digo que teóricamente si debemos viajar siempre de a dos, pero eso solo sucede en los vuelos comerciales, en los vuelos militares no es tan rentable enviar doble personal, ya que si por alguna razón se derrumba a la nave, sólo se pierde una persona, así que sí, estoy acostumbrado a viajar solo, igual, si se da cuenta, éstos aviones se pilotean solos –Lo dice mientras retira las manos del mando- Ve, claro, no se debe hacer por seguridad, pero de igual tampoco es tan grave. -        Comprendo –Le digo mientras miro a través del vidrio de la cabina el mar de nubes pasar despacio por debajo y a través de nosotros, una que otra totalmente transparente deshacerse como si fuera humo, el tono amarillo del sol por la derecha y dorando las nubes, el cielo completamente azul frente a nosotros, entonces le pregunto- Es hermoso esto, pero supongo que puede llegar a ser aburridor, ¿Verdad? -         Teniente, con todo respeto, usted no vuela a menudo, ¿Cierto? Lo miro de arriba abajo y dudo en responder, pero al final decido decir la verdad. -        Ni normalmente ni nunca, es mi primera vez en un avión. -        Ja ja, de razón la veo tensa, no se preocupe, a menos que tengamos tormenta o algo así, el viaje va a ser suave. Y respondiéndole, no, no es aburridor, eso les pasa a los pasajeros, pero para mi como piloto, cada vez que me subo a un avión, siento que tengo el control, no estoy encerrado como en una silla de las de atrás, es decir, allá tienen ventanas, literal están para que la gente no se enloquezca encerrado en una cabina metálica herméticamente cerrada, pero acá, usted misma lo dijo, todo es…Hermoso – Y con esa última palabra me dirige una mirada, es evidente que intenta coquetear conmigo, pero me mantengo seria, ya que no sería mala idea tener un novio piloto, pero hoy soy la comandante y no me puedo dar el lujo de mostrar debilidad frente a los pasajeros que son mis subalternos, así que aunque me causa gracia, río para mis adentros y le contesto. -        Si, es cierto, ese mar de nubes es hermoso. Con eso me levanto y me voy para atrás a mi asiento y antes de salir de la cabina le digo, gracias por la conversación mayor, voy a vigilar a mis pupilos. Ja ja.
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