XIX. El día anterior.

4545 Words
 Me encuentro en una habitación pequeña con paredes mohosas del piso al techo, hace frio pero me sienta bien, hay vendas con sangre sobre mis piernas y a mi lado derecho, frente a mi tengo un platón con una botella de whisky, unas pinzas para cejas y dentro del platón dos balas de plomo sin su ojiva, estoy enojada y miro de frente, hacia el espejo de un baño que permanece a oscuras, veo que se levanta mi cabeza en el reflejo pero no es clara la imagen, me duelen ambos hombros sobre todo el izquierdo, me reviso el tríceps y veo una costura hecha de hace apenas unos días, también veo en la mesita una cuchara la cual caliento sobre una vela y me la pongo en cada herida, el dolor es insoportable, me siento agotada después de mi esfuerzo, estoy sudando tengo un pantalón n***o puesto y unas botas tácticas, con esfuerzo me levanto de la cama y camino al baño, abro la gaveta al lado del espejo y saco unos analgésicos, me tomo dos pastillas y veo que la laminilla de pastillas va a la mitad, entonces cierro la gaveta y enciendo la luz para lavarme la cara, abro la llave y la sangre fluye por entre mis dedos hasta que ya se limpia toda, el lavamanos está de un color rojizo debido a la cantidad de sangre, halo el sifón que está atado a una cadenilla de pepitas de aluminio a la base del grifo, espero a que el agua salga totalmente, un hilo de sangre desciende de cada uno de mis hombros hacia mis manos pero se detiene a la mitad de mis antebrazos y cae al lavamanos, me lavo de nuevo y se ve la sangre diluida con agua volviéndose más clara, me hecho agua en la cara, lo cuál me refresca, parece que tengo fiebre, seguramente por la infección de no haberme sacado las balas de inmediato, entonces levanto la mirada y veo mi rostro mojado con el agua goteando de cejas y pestañas, tengo unos ojos azules y cabello n***o, una sombra en la barba y la barbilla cuadrada, la nariz ganchuda completa mi rostro y caigo en cuenta de quién soy, soy el asesino… Despierto sobresaltada sintiendo el dolor de las heridas de bala en los hombros y el tríceps izquierdo estoy empapada de sudor, estoy caliente y tratando de respirar, abro los ojos en la oscuridad e identifico la habitación de invitados del apartamento de Carolina, me levanto un poco y enciendo la lamparita que tiene en la mesita a un lado de la cama donde tengo todas mis cosas, reviso la hora en mi teléfono y son las tres y quince minutos de la madrugada; hago consciencia de que todo ha sido sólo un sueño, o una visión, pero no soy yo, no soy la que está herida, yo estoy sana y salva en mi pijama semitransparente en una cama cómoda y calientita. Recupero mi aplomo y salgo a buscar agua a la cocina, cuando llego, algo me llama la atención pues la luz está apagada pero la nevera está abierta, su luz ilumina gran parte del mueble de la cocina y el marco de la puerta, me acerco lentamente y busco en la mesa algo que me sirva de arma, sólo tengo unas frutas de plástico del frutero falso de la mesa y el plato de madera, retiro lentamente cada fruta y agarro el plato, avanzo hasta llegar a la puerta de la cocina y en ese momento la luz de la nevera se acaba, han cerrado la puerta y entonces voy a golpear en la cabeza a quién esté ahí y quedo con los brazos en alto sosteniendo el plato de madera del frutero, un hombre me mira en la oscuridad en una camiseta blanca esqueleto y un pantalón azul y blanco a cuadros. -        ¡Julio!, ¿Tu qué haces a esta hora despierto? Él no me responde sino que enciende la luz, y ahora luce atontado, entonces veo que no me mira a los ojos sino a mis senos, que tienen los pezones erectos por el frío de la mañana, me demoro unos segundos en reaccionar y me tapo con el plato el pecho, lo que lo saca de su embobamiento. -        Peerdón, no debi, yo…, estaba…, tenía hambre y …. -        ¡Ya!, No importa, vete a dormir. -        ¿Peerdón?, ¿Me estás mandando a dormir en mi propia casa? Medito unos segundos su pregunta, pero siempre he sido de responder rápido, así  que sin dejar de taparme el pecho con la mano izquierda le agarro el brazo y lo halo llevándolo por detrás de mí mientras le digo: -        Bueno, que esperas para irte, ya me viste el pecho, ya lárgate. -        Lo siento pero no, yo me voy cuando yo quiera. -        Bueno, haz lo que quieras, pero no me mires más, o le diré a Carolina que me viste desnuda. -        Yo no he hecho eso. -        Es como si lo fuera. -        ¿Decirme que? ¡Aaaaahhhmmm! -Una Carolina somnolienta está detrás de nosotros, mientras bosteza nos dice- ¿Qué hacen los dos a éstas horas?, ¿Por qué tanto ruido y gritería? -        Nadie está gritando mi amor – Le responde Julio. -        Aaaaahhhmmm, cómo si lo fuera, éstas paredes son de papel…Bueno, -Abre un poco más los ojos y trata de recuperar la conciencia- ¿Qué me tienen que decir? -        Nada mi amor, acá que Marion nos está armando alboroto en la madrugada. -        No señor, Caro, tu marido me vió al pecho directamente. -        ¿Qué? No, amor, eso no es cierto, yo me levanté a comer algo y … -        Momento, se me calman los dos, ¿Qué pasó?, ¡me lo dicen bien claro y ya!, primero Julio. -        Gracias amor, es que yo me levanté porque tenía hambre y vine a la cocina, luego llegó tu loca amiga y casí me pega con eso – Señala el plato de madera que tengo en el pecho- y me acusa de verla al pecho y… tu sabes que no te miento. -        Dime tu versión Marion. -        Pues yo…estaba teniendo una pesadilla y vine por agua y vi que había alguien en la nevera así que cogí algo para defenderme y cuando se lo voy a poner en la cabezota, él prendió la luz y me vio durante minutos al pecho. Y no digas que no. –Le digo a Julio mientras el mueve la cabeza negando. Carolina nos mira con su mirada de sueño y enojo juntos y luego dice: -        Ja ja ja, en esta casa ya te conocemos Mari, lo siento, pero no es culpa de mi marido que te hayas puesto esa pijamita transparente, pensé que por eso habías comprado las nuevas, ja ja ja, y amor, no tienes de que avergonzarte, mi amiga está buena y todos saben que los hombres no piensan cuando ven algo así de lindo. Nos miramos de reojo entre Julio y yo y ambos nos ponemos tan rojos como es posible, entonces ella se devuelve y dice mientras avanza por el pasillo, resuelvan como adultos y dejen dormir, ja ja ja. -        Bueno, Marion, perdón de nuevo y que sigas durmiendo. –Se aleja con un vaso de leche en la mano. -        Si, igual, que te rinda… Me siento ofendida, aunque reconozco que Carolina tiene razón, fue netamente un accidente, no puedo dejar de sentirme como usada, es extraño, no es la primera vez que un hombre me ve desnuda, pero esta vez sin embargo me siento incomoda, quizás sea porque quien me vio es un hombre que está ocupado… Dejo el plato del frutero sobre el mesón de piedra de la cocina y busco un vaso de vidrio, lo lleno de agua fría del tanque de la nevera y comienzo a tomar el agua mientras pienso, al cabo de un rato, siento pasos de nuevo y busco el plato, me lo pongo contra el pecho, pero es Carolina. -        Tranquila, soy yo, me devolví porque recordé que dijiste que habías tenido una pesadilla y quiero escucharte. -        Gracias mi Caro. Le cuento lo que soñé o vi, lo que sea que haya sido y ella se agarra la cara con las manos, todo vestigio de sueño se ha evaporado mientras le cuento lo que vi, luego me dice: -        Mari, eso que me cuentas es muy extraño, y ese hombre ¿Quién es? ¿Tienes alguna idea? -        Si Caro, si lo sé, pero si te digo más, literal te pueden estar matando. -        Tú…tú crees… -        ¿Qué? -        ¿Tú crees que sea tu futuro amor? -        No seas boba –Me río y cogiendo un coge-ollas que está colgado en la pared del fondo del mesón se lo lanzo- Obvio no es alguien bueno, pero… no importa, lo que me asustó es ver todo como si yo fuera él y… - Mis palabras quedan ahogadas mientras tomo otro sorbo de agua. -        Si la verdad es que eso debe dar susto, ¿Ya te sientes mejor? -        Si gracias Caro –Le doy un abrazo- Creo que mejor te vas a dormir, yo ya creo que va siendo hora de bañarme e ir alistándome. -        Bueno. -Ella comienza a salir de la cocina cuando le pregunto. -        ¿Hacemos una video-llamada de las mosqueteras en la noche? -        Me parece una muy buena idea, pero tenemos que avisarles temprano, deja yo me encargo de buscar a las otras dos locas. -        J a ja, vale, gracias. ¡Te amo! –Le grito mientras ella sigue avanzando por el pasillo. -        Yo también Mari, que tengas lindo día. Con esto ella se aleja y vuelvo a quedarme a solas en la cocina, termino mi vaso de agua y voy a encender el calefactor para ducharme en un rato, recojo el plato y voy a la mesa, ordeno el frutero y regreso a la cocina a apagar la luz, regreso a mi habitación y reviso la hora, faltan cinco minutos para las cuatro, así que cojo mi toalla, saco un panty limpio y me llevo una higiénica conmigo, camino al baño y comienzo mi rutina de aseo, al cabo de una media hora salgo en medio de una nube de vapor, entonces me cepillo los dientes y me paso una peinilla por la cabeza, me miro al espejo con mi toalla envuelta, una idea me cruza por la cabeza y entonces limpio el espejo, luego me suelto la toalla y me veo al espejo, entonces me da una risita tonta de pensar, que si yo fuera Julio también me hubiera quedado viendo, mis senos son grandes y bonitos, no puedo juzgarlo. Me cierro la toalla y camino a mi habitación, me visto y cojo mis armas y me las pongo como parte de una armadura, me gusta pensar que soy una especie de heroína griega con su armadura, recojo mi bolso y voy a la cocina lista para salir, faltan diez minutos y reviso sobre el mesón hay tres recipientes con comida marcados con el nombre de cada uno, ¿Cómo no los vi antes?, eso o Carolina se levantó mientras yo estaba en la ducha o en el baño y los empacó. Al coger mi recipiente noto que está frio, así que comprendo, ya los había empacado desde ayer, pero los debió sacar de la nevera en algún momento cuando yo no vi, no importa, le agradezco mentalmente y busco una bolsita para llevarlo, cojo mi bolso y salgo del apartamento, al llegar al auto pongo a calentar el motor y  después de cinco minutos salgo a la calle conduciendo mi vehículo. Al llegar a la casa de Vanesa me bajo del auto y me vuelvo a subir en el asiento del copiloto, entonces ella me mira como extrañada, así que bajo el vidrio y le digo: -        Rápido Vanesa, vamos tarde, hoy conduces tu. -        ¿Qué?¿Jefe, cómo? Le abro los ojos e inclino la cabeza indicándole que se suba, ella asiente y se sube en el puesto del conductor, cuando la veo ella me acuerda a las clásicas muñequitas de anime que se comportan todas tímidas, y me causa gracia, mientras pienso en eso una sonrisa se dibuja en mi boca y ella lo nota y me pregunta que me pasa, entonces le digo: -        Me recuerdas a una caricatura. -        Supongo que debo decir ¿Gracias jefe? -        Ja ja ja, pero no te ofendas, es que pareces una de esas muñequitas de caricatura japonesa donde la niña es toda tierna y sumisa. -        Humm veo, pero no soy así. Yo soy bastante fuertecita si tengo que serlo. -        Te creo Vanesa. Ella nos lleva relativamente fácil y a buena velocidad, así que no me arrepiento de la petición que le hice. Casi una hora más tarde llegamos al palacio y de nuevo esperamos cinco minutos para entrar, entonces le indico al guardia que a partir de hoy la sargento López conducirá mi auto mientras yo esté fuera, para que no tenga problemas al entrar, de nuevo firmamos la minuta tanto para notificar el ingreso antes del cambio de guardia, como para informar lo del cambio de conductora temporalmente. Entramos a la oficina y Vanesa me pregunta: -        Jefe, ¿Cómo le pareció que conduje? -        Para mí lo hace bien Vanesa, sólo me pregunto es ¿Por qué no ha sacado el pase? -        Ah jefe, eso es sencillo, porque no lo necesitamos con la tarjeta militar, si tenemos la habilidad ya no es necesario nada más, además que es un costo un poco alto, y la verdad no le he dado la prioridad. -        Bueno, pues vaya dándosela, ya que no siempre conducirá con el uniforme puesto y eventualmente me regresarán a Tunja, sería bueno que usted pueda seguir trabajando sin tantas incomodidades en el transporte público. -        Si jefe, tiene razón, y sin embargo no quisiera que usted dejara de ser mi jefe, digo, el coronel no está mal, pero con usted me siento más confiada. -        Dirá confianzuda López, ja ja ja. -        ¡Ay jefe! Usted y sus observaciones. Veo que se pone roja pero aun así no se enoja, entonces por fín ejecutamos nuestro plan, y cerramos la puerta de la oficina luego ella en su puesto y yo en el mío nos recostamos un ratico a dormir un par de horas mientras llegan los demás. Sobre las siete y media alguien golpea la puerta, yo reacciono levantando la cabeza y veo como si fuera un resorte salir saltando desde detrás de la división una Vanesa bastante apresurada por abrir, entonces prendo mi computador y espero a que pueda usarlo, mientras tanto le pido a Vanesa que se consiga un par de cafés para las dos. Al cabo de unos quince minutos ella regresa con su clásica sonrisa trayendo dos pocillados de café y me dice: -        Jefe, hoy si hay cafetería a esta hora, y le dije a la señora que atiende, que me diera dos bien grandes, espero que le guste. -        Si Vanesa, justo estaba pensando que hoy necesito gran cantidad de café. No le quiero contar nada de lo que está pasando, tanto Amanda como Carolina saben de mis sueños, y visiones, pero no saben realmente que está pasando, no quiero involucrarlas a ellas ni a Vanesa en más conflictos y menos a ella contarle que no duermo bien por soñar con ser el asesino que nos persiguió. Seguro se preocupa por mi salud mental y aunque no es esencial ir a Argentina en éste momento, la verdad reconozco que estoy muy ilusionada por tener tanta responsabilidad a mi cargo y estoy maravillada de ver como las cosas se están dando tan fácilmente, si mi mamá estuviera acá diría que tenga cuidado porque lo que fácil viene fácil se va, no quiero creerlo, y sin embargo en éste caso aplica bastante, pues sé que una vez que regrese de Buenos Aires tendré que seguir en este cargo en palacio por unos meses más y luego regresaré a mi oficina de investigaciones en Tunja, Boyacá. Horas más tarde tengo adelantado todo el trabajo de las dos semanas así que saco el libro del coronel y comienzo a leerlo, más tarde Vanesa me avisa que va a salir a almorzar  y suspendo mi lectura para irme con ella a la cafetería a calentar mi almuerzo, ella se sorprende y me molesta por ser inteligente y empacar mi almuerzo: -        Pero no me de tantas flores Vanesa, la que empacó el almuerzo fue mi amiga, yo sólo lo traje. -        Bueno jefe, pero dese un poquito de crédito, si usted no lo hubiera traído, hoy otra vez estaría buscando restaurante. -        Está bien, eso sí, pero como diría mi abuelo que en paz descanse, al toro no lo capan dos veces -        Ja ja, totalmente jefe, ¿Hace mucho murió su abuelo? -        Si, ya hace dos años, ya era muy viejito, pero está bien. -        ¿Era muy apegada a él? -        Si la verdad, comprenderá que siendo los únicos abuelos que conozco en persona, es bastante seguro que así fuera, pero ya igual las cosas han pasado, primero se fue mi abuela y meses después mi abuelo, supongo que por eso mi papá me insiste en que vaya con él a Francia, a conocerlos antes que se mueran, lo otro es que si no voy, ellos vendrán éste año y pues para mí es un viaje muy largo para ellos, creo que lo mejor sería evitarles ese viaje. -        Si tiene razón jefe. Después del almuerzo continuo con mi lectura, sólo interrumpida de vez en cuando por alguno de los muchachos o las chicas que trabajan en la oficina para pedirme permiso para alguna cosa, o entregarme algún reporte de los que he solicitado, la semana que viene estaré en Buenos Aires, y la siguiente semana volveré a hacer el estudio de seguridad, aprovecho también para leer el expediente de todos los que van a ir a Argentina conmigo en el vuelo y me aprendo los nombres y las caras de todos, así no habrán dudas de que soy la comandante de la seguridad de la cumbre. Llegadas las seis de la tarde vamos saliendo todos de la oficina, Vanesa es la última en salir conmigo y entonces le pregunto si quiere conducir de vuelta, pero me contesta: -        Jefe, yo de mil amores conduzco hoy, pero si me lo permite abusar de su confianza, el día de hoy estoy muy cansada y me gustaría llegar ya a dormir. -        Si le comprendo López, pero no crea que me puede salir con esa excusa mañana. -        No jefe, mañana no podré, usted estará en Argentina je je. -        Ah, conque haciendo bromitas a costas mías. –Ella se pone roja y dice bajito. -        Perdón. -        Ja ja ja, Tranquila Vanesa, yo soy de molestar bastante a la gente con la que trabajo. -        Bueno jefe Nos subimos al auto y de nuevo yo detrás del volante nos vamos a la casa en perfecto silencio, aunque lo agradezco es extraño, entonces le pregunto a Vanesa que tiene y veo que no me contesta, así que en un semáforo aprovecho la luz roja y la sacudo un poco, entonces me doy cuenta que está dormida, entonces le pregunto: -        Vanesa, no me molesta que se duerma en mi auto, pero me preguntaba, ¿Está bien? -        Si, si jefe, es sólo que anoche me trasnoche de manera pendeja. -        ¿Y eso? -        Jefe me da pena contarle -        Bueno no pasa nada, si quiere no me cuente. -        No jefe, si le quiero contar, pero me da pena. -        Ja ja López, lo que haga con su vida privada no es mi asunto, yo que le cuento todo a usted porque soy una boquifloja, ja ja ja. -        No jefe, usted es bastante reservada, es sólo que confía en su gente, y eso está bien. -        ¿De verdad lo cree? Alguna vez tuve un jefe que decía que la confianza no se gana sino se pierde… Nunca lo entendí porque nunca confió en nadie, y si parecía que confiaba en un compañero, el pobre tenía tanto trabajo que vivía reventado, afortunadamente me cambiaron de unidad y nunca más tuve que verlo. -        Que ridículo, realmente no tiene lógica su frase, digo, es lógico lo que usted dice, ósea eso de que para perder la confianza significa que se la ha dado en un inicio, pero si nunca la da, siempre viviría debiendo al mundo, pobre hombre, debe tener una vida muy triste. -        Sii, eso creí, pero como le digo, yo no le veo sentido a eso, prefiero confiar en mi gente, aunque eso casi me cuesta la carrera y la vida en Tunja. -        ¿Se refiere a lo del atentado? -        Si Vanesa, he estado pensando si mi viaje a Buenos Aires será una coincidencia del destino, o habrá alguien manipulando los hilos para que yo me encuentre con el hombre que me traicionó. -        ¿Se refiere a su ex? -        Ja ja si López, pero a mi ex subalterno. -        ¿Cómo así?, no le había entendido, es decir, ¿un subalterno suyo la traicionó? -        Si, de alguna forma, aunque he averiguado y al parecer fue presionado, lo que no comprendo es por qué prefirió hacerlo a confiar en mí y contarme, lo hubiéramos solucionado diferente…Pero bueno. -        Pero no le comprendo jefe, pero ¿En qué tiene que ver el viaje con ese asunto? -        Pues en que al parecer, él huyo a buenos aires, y eso no me preocuparía si lo hubiera hecho solo, pero sé que se fue con un sospechoso que es casi un fantasma. -        Y si es un fantasma, ¿Cómo sabe usted que fue así?, es decir, ¿Cómo lo ubica como sospechoso? -        Es complicado de explicar Vanesa, quizás se lo cuente otro día, por lo pronto, ya llegamos a su casa. Sin embargo cuando estamos frente a la puerta de la casa de ella, no se quiere bajar, así que le pregunto ¿Qué le pasa? y se pone a llorar. Cómo no lo comprendo, entonces le vuelvo a insistir y ella me dice: -        Si jefe, estoy bien, es solo que…Es que es mi novio y… -        ¿Qué Vanesa?, Dígame, ¿Qué pasa?. -        Es que, por eso le dije que me daba pena, pero le quería contar. Entonces ella se suelta su chaqueta del uniforme, se saca la camisa de la falda y sube sus prendas un poco, me muestra su costado y tiene un golpe grande, entonces le pregunto: -        ¿López, que le pasó ahí?, ¿No me diga que fue él? Ella asiente con su cabeza, pero está llorando sin consuelo. Por favor Vanesa, tu eres policía, ¿Cómo puedes dejar que eso pase? -        Jefe, no me regañe, es que me cogió desprevenida, pero igual él es más fuerte. -        Pero Vanesa, usted tiene tácticas y entrenamiento. -        Él también. Entonces lo comprendo, él también es policía o militar de algún modo, así que se lo pregunto para confirmar. -        Vanesa, ¿Él es policía? -        Si, jefe, y es oficial, normalmente se porta bien, pero ayer llegó borracho y ... -        La golpeó. -        S, pero es que no sé qué hacer, no quiero denunciarlo porque le dañaría la carrera, pero no quiero que me vuelva a golpear. -        ¿Él está ahí dentro? -        No, no creo, tenía trabajo hoy igual que todos, pero anoche llegó y me hizo un escándalo hasta que le abrí, yo lo quiero, pero… Ella sigue llorando, yo quiero comprenderla, quiero entender sus razones, pero mi lógica me lo impide, con el corazón roto solo le puedo decir: -        Vanesa, no te puedo ofrecer que vengas conmigo, porque donde me estoy quedando no es mío, pero sé que en una emergencia, mi amiga no se opondría, sin embargo, podemos hacer algo, y de verdad se lo pido, no, mejor le ordeno, si esta noche viene de nuevo su novio borracho, llame a la policía, ellos le ayudarán. -        Si jefe, pero le dañaría la carrera. -        Bueno Vanesa, usted es mi subalterna y con el dolor del alma, yo sé que lo ama, pero no puedo permitir que le siga haciendo daño. La necesito viva y bien, usted no puede seguir aguantando esto y poniendo de paso en riesgo a su familia, a su otra hermana, o a su hermano que por irla a defender quién sabe que le haga, si él se le daña la carrera, es decisión de él. No suya, usted no le dice que se vaya a tomar y luego la venga a coger a golpes. -        Pero jefe, es que si hago eso, él me dejará. -        Pues Vanesa, sé que para la sociedad sigue siendo muy importante que una mujer se case y tenga un hombre, pero le tengo noticias, Vanesa, el mundo está cambiando, y las mujeres podemos ser exitosas sin un hombre al lado, tal vez yo no sea un buen ejemplo, pero le puedo asegurar, que todo lo que he logrado, lo he hecho sin estar dependiendo de un hombre, y voy a lograr más, no digo que no sean necesarios como compañeros o jefes, es inevitable tenerlos, incluso de pareja pueden ser muy buenos, mis amigas tienen sus parejas y viven felices, pero un hombre que se vuelva tu completo amo, está mandado a recoger. -        La comprendo jefe, discúlpeme ponerle estas preocupaciones, pero no tengo con quién más hablarlo. -        No se preocupe López, como jefe le digo que puede contarme esto, y cómo amiga, le pido que me lo cuente. -        Jefe, ¿Usted es mi amiga? -        Pues yo ya la considero mi amiga, ¿usted no a mi? -        Pues si, pero pensé que era por la relación de jefe subalterna. -        En ese caso estaría pecando porque podría denunciarme por acoso, y sería s****l, ja ja. -        ¡Ay no jefe!, pero usted me dijo que no es gay… -        Y es que no lo soy, pero usted y yo sabemos que en caso de poner una denuncia de ese tipo, a nadie le interesa la orientación s****l, sino las pruebas. -        Jefe, no tengo nada en contra suya, no sería capaz. -        Es bueno saberlo Vanesa, ahora le doy otra orden, mañana después de dejarme en el aeropuerto, se me va al médico a que le revisen eso. -        Bueno jefe, ¿Y qué digo si me preguntan que me pasó? -        Yo diría la verdad, pero sé que usted no lo hará, así que lo que quiera estará bien, pero si le pido como amiga, quiérase López, usted merece un mejor hombre. -        Si jefe, le comprendo, hasta mañana. -        Vaya y descanse Vanesa, hasta mañana. Ella se baja del auto y abre la puerta de su casa, espero a que entre y cierre, entonces arranco mi auto rumbo a la casa de mi amiga.
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