XII. El nuevo cargo

3986 Words
Me regreso a la oficina y nuevamente me identifico como veinte veces, afortunadamente en ésta ocasión me demoro menos, ya que la guardia reconoce la identificación interna de inmediato, luego llego a la oficina y me siento en la silla que normalmente sería del coronel, quiero llamar a mi casa y avisar que he llegado bien, pero una corazonada me dice que no debo hacerlo, reviso el techo y encuentro una cámara de seguridad apuntando en mi dirección, de manera que no es mucho lo que puedo hacer, entonces veo el teléfono y realizo una llamada a la estación en Boyacá. -        Estación principal de policía de Boyacá, sede Tunja, buenas tardes, ¿En qué podemos ayudarle? – Reconozco la voz de Martha, ya que no he llamado al número de atención al usuario, sino al privado de la oficina, entonces le contesto -        Hola Marthica, Soy la teniente Marion Durand, ¿Cómo estás? -        Hooola mijita, ¿Cómo has estado? Veo que ya llegaste, ¿Qué tal el viaje? -        Bien bien, Marthica, todo excelente, ya llegué acá hace un ratico, pero usted sabe como es esto, apenas me puedo sentar. -        Si mijita la comprendo, cuénteme, ¿En que le puedo ayudar? -        Gracias Marthica, me preguntaba si me puede comunicar con el área de investigaciones. -        Ah si por supuesto, si, porque el coronel no está. -        Si señora lo sé, muchas gracias. -        Bueno mijita, que esté bien, la dejo comunicada. Escucho el pitido de cuando pasa la llamada, luego como cuelga el auricular, y de nuevo cuando descuelgan en Investigaciones, entonces escucho una voz masculina que me dice: -        Estación principal de policía de Boyacá, área de investigaciones habla el teniente Víctor Castillo, con quién tengo el gusto. -        Hola Castillo, soy yo -        ¿Teniente Durand? -        Si, ¿Cómo han estado? -        Bien, bien teniente, acá trabajando, hace falta teniente. -        Para qué, ¿Para tener a alguien a quien criticar? -        No necesariamente Durand, hablo en serio, hace falta, pero de momento no le puedo comentar nada, de igual supongo que usted tiene buen trabajo allá. -        Si es correcto, sólo quería comentarle que ya había llegado en caso de que quisiera saberlo y pues comentarle que ya estoy acá en el nuevo cargo. -        Si lo veo, digo me doy cuenta por el número de origen de la llamada, veo que no es una llamada local. -        Perfecto teniente, eso es todo, muchas gracias. Durante lo que quedó de la tarde me dediqué a revisar documentación de varias estrategias de seguridad que terminar de ejecutar durante el fín de semana, así como nuevas estrategías de seguridad que planear para el resto del mes, sin mencionar la cantidad de trabajo de rutina que se debe monitorear; cerca de las seis de la tarde todos comienzan a irse, entonces mi ahora asistente me dice: -        Jefe, ¿Se va a quedar en su primer día? -        Disculpa…Va.. -        Vanesa, si mi teniente, ¿Se va a quedar hasta tarde hoy? -        No Vanesa, gracias – Leo su apellido en su uniforme por encima del bolsillo superior derecho y entonces le termino de responder – López, le agradezco que me avise, no me había dado cuenta, normalmente me pasa que me concentro en el trabajo y no me doy cuenta de la hora, ¿Cuál es el horario laboral de acá? – Ella me mira extrañada pero sonríe y me contesta. -        Normalmente vamos de ocho a seis mi teniente, pero no trabajamos los fines de semana a menos que sea necesario, disculpe que nadie le informó, pero es cierto que en las oficinas de los demás municipios se trabaja de ocho a doce y de dos a seis. -        Sí, es cierto, pero también se trabaja el sábado completo y se descansa el domingo a no ser que sea necesario trabajar. Si, ya recuerdo gracias López –Ella parece preocupada a pesar de mi respuesta entonces me pregunta. -        Mi teniente. -        Dígame López -        Es que, disculpe, es una bobada, pero normalmente acá en la oficina, entre las mujeres nos tratamos por el nombre, el apellido solo lo usan los hombres acá. -        Okey, veo venir una petición. -        Si mi teniente, es que quisiera si es posible que me llame por mi nombre y a las demás chicas que estamos acá. -        ¡Hum! pues no le veo el problema, sólo que no estoy acostumbrada, verá Lo… Perdón, Vanesa, es que yo he trabajado principalmente con hombres de manera que a las demás mujeres las trato por igual, pero prometo tratar de hacerlo, sólo ténganme paciencia, ¿De acuerdo? -        De acuerdo jefe, muchas gracias. Y de nuevo le pregunto, ¿Se queda? -        No, no, ya la oí desde que me lo preguntó la primera vez y me puse a organizar, ya estoy apagando. -        Ah bueno jefe, si, porque para quedarse hay que hablar con el general, y hoy está acá, pero normalmente no. -        Ah comprendo, gracias. – Ella se da la vuelta para irse y de nuevo la quiero llamar – Lo… Vanesa. -        Je je, dígame jefe -        ¿Por qué vino el general hoy? -        No lo sé jefe, cuando él viene no nos dice nada, supongo que el presidente lo llama, aunque hoy no se ha movido sino al almuerzo. -        Y cuando él viene, ¿Dónde trabaja? -        Bueno jefe, si me permite una confidencia, pero no lo sostengo ante nadie – Dice bajando la voz, pero no he visto nunca que él trabaje, a ratos se hace en la sala de juntas, a ratos se sienta en uno de los puestos y se pone a leer un periódico, y en otras solo consulta su correo en internet, pero nunca sé que más hace, creo que viene a vigilarnos, sobre todo cuando no está el jefe, supongo que hoy vino por que usted venía, a conocerla creo. -        No, ya nos conocíamos, pero si, puede ser que haya venido hoy por mí, gracias Vanesa. –Ella levanta los pulgares, se gira y coge su bolso, entonces me dice: -        ¿Lista jefe? -        Si Vanesa, vamos. -        Ah otra cosita jefe, sé que se puede usar el uniforme sin inconvenientes, me refiero al arma, pero no la usamos realmente nunca, si se da cuenta acá estamos muy bien protegidas. -        Sí, eso veo Vanesa, pero eso si es una recomendación del coronel Cortés. -        ¡Ah! Comprendo, bueno, pues si no le molesta usarla todo el tiempo… -        Pues la verdad es que si me molesta, pero la última vez que me separé de mi arma, bueno, no quiero recordarlo. -        ¡Comprendo jefe! Caminamos hasta la salida de la oficina juntas, ella me va contando sobre algunas de las cosas que suceden a diario, en resumen si ordeno todo, el trabajo acá es agotador por la cantidad de cosas que hay que hacer pero es relativamente sencillo, en el sentido que es todo de oficina, supongo que extrañaré las salidas intempestivas al campo y a deshoras para confirmar una información, en fin, cuando ya estamos saliendo, ella se pone una chaqueta y me dice: -        Jefe, ¿Dónde coge el transporte? -        Ah, tengo carro, pero gracias por recordarme, no he llamado a donde voy a quedarme, ¿Para dónde va Vanesa? -        Ah jefe, voy hasta suba, por eso salgo a… -        Suba, suba, creo que es para dónde voy, si quiere me acompaña y la acerco. -        ¿De verdad jefe? -        Si no veo por qué no, y mientras pueda lo haré. -        Ah pero jefe, ¿Usted no tendrá pico y placa? -        ¡Uy había olvidado eso!, no lo sé, ¿Hoy le toca a que número? -        No sé, creo que a los pares. -        Confirmemos, si es así, podemos salir, pero me preocupa mañana. -        Bueno, mañana no trabajamos jefe. -        Es cierto, no acabo de acostumbrarme – Ella se ríe bajito, pero trata de disimularlo. -        Pero jefe el lunes puede tener problemas. -        Si es cierto, ¿Qué puedo hacer? -        Si quiere el lunes por mañana tendría que venir muy temprano para que no la coja, pero más tarde la puedo ayudar a conseguir un permiso, eso se hace aquí mismo en la alcaldía. -        ¿De verdad López? Eso es buenísimo. Digo Vanesa, perdón, ya me acostumbraré. -        Si, ya verá. Entonces nos devolvemos para ir a la zona donde tengo parqueado mi vehículo, abro el auto y nos subimos, ella se abrocha el cinturón y me pregunta: -        Jefe, ¿Dónde se va a quedar? -        ¡Ahm todavía no lo sé!… -Pienso en mentirle, pero entonces recuerdo las palabras del coronel y le respondo- Estaba pensando en la casa de una amiga, pero no la he llamado, se me ha olvidado y le dije que la llamaba antes de ir a su casa. Entonces cojo mi teléfono y le marco, escucho que timbra dos y tres veces pero no me contesta, entonces después del segundo intento decido enviarle un mensaje de voz y le digo: -        Hola Carito ya voy para allá, me avisas si es posible el favor que te pedí, o si mejor busco un hotel esta noche. Enciendo el motor y voy saliendo en reversa cuando el mensaje con la respuesta de ella llega: -        Hola mi hermosa, perdona que no te contesté, había dejado el teléfono cargando en la oficina y yo estaba en el baño, ni se te ocurra buscar un hotel, yo te espero en mi casa, ¿En cuánto llegas? Le pregunto a Vanesa cuanto se gasta normalmente hasta su casa y me responde que entre una hora y hora y cuarto, así que le doy ese tiempo por respuesta a mi amiga y girando el manubrio hacia la izquierda, salgo por la misma calle que entré, pero al salir a la décima, la calle está totalmente colapsada de vehículos, entonces le pregunto a Vanesa si conoce otra ruta, me dice: -        A veces cuando pido taxi me llevan por la circunvalar, salé más costoso, pero es más rápido Le tomo la idea, y buscando devolverme subo a la circunvalar después de lidiar con cuanto indigente se atraviesa y las personas que limpian vidrios en los semáforos me hacen algunos caras de terror como ofendiéndose conmigo por el hecho de llevar el uniforme de la policía puesto. -        La policía no es muy querida acá, ¿Verdad? – Le pregunto a Vanesa. -        No jefe, la verdad por eso es que uso esta chaqueta, es inevitable que se den cuenta que soy policía, pero cuando tienes una parte de la ropa en civil, la gente te trata más “normal” – Levanta sus hombros mientras me cuenta esto. -        Lo comprendo bien. -        Ah por cierto jefe, el arnés de pecho para el arma no se usa tanto acá, se usa más el de cintura. -        Gracias Vanesa, lo tendré en cuenta, ¿Dónde puedo conseguir uno así? -        Hay una tienda militar cerca de la escuela de policía donde podría conseguir uno. -        ¿Me puedes llevar? -        Si por supuesto, ¿Usted no ha ido? -        Si he ido, pero no recuerdo la ubicación. -        Ah claro jefe, será un gusto acompañarla. Comienzo a comprender las palabras del coronel Cortés, pero recuerdo que Laso era así y un nudo me salta en la garganta, quiero soltarlo y respiro profundo para no pensar de momento en eso. Conduzco por una vía que parece carretera, los vehículos van rápido hasta que toca volver a bajar, entonces hay un trancón tremendo que es inevitable, me lleno de paciencia y avanzo lentamente, en el camino he conversado sobre diferentes cosas con Vanesa, me cuenta entre otras cosas, que él sistema de vigilancia de las cámaras de mi nueva oficina y del resto del palacio está bajo nuestra custodia, así como toda llamada que sale o entra a través de las líneas telefónicas. Le pregunto si quedan guardados los registros de esas llamadas y por cuanto tiempo, me responde que en promedio se guardan unos cinco años, pero que en palacio solo se mantienen registros de los últimos tres meses, luego se llevan a otra ubicación en Bogotá. Así que básicamente comienzo a entender que la seguridad entera del palacio depende de mí. Poco tiempo después logramos bajar a la autopista y cogemos en vía recta hasta llegar a la carrera treinta, ahí buscamos la salida a la suba y entonces volvemos a movernos bastante rápido para la velocidad promedio de Bogotá, al llegar a la casa de mi asistente, le pregunto por la dirección de mi amiga y ella me da las indicaciones para llegar, aún me falta camino, pero afortunadamente no tengo que desviarme mucho de la ruta que tengo, entonces quedo en pasar por ella al día siguiente y con una sonrisa me da las gracias, entonces arranco nuevamente y siguiendo las instrucciones de mi asistente llego hasta un punto donde por donde miro son solo conjuntos de edificios altos y parques largos, para donde miro veo lo mismo, entonces llamo a mi amiga y ella parece más perdida que yo, entonces decido girar a la derecha y avanzo hasta quedar frente a una portería, luego sin colgar le dicto la dirección del conjunto que estoy viendo y después de diez minutos o más aparece ella caminando con una risa que no puede contener, sostiene el celular en una mano y parada al lado de mi ventana vestida con un pantalón rojo y zapatos de tacón alto, blusa con unas abejitas rojas con su cabello castaño y mechones amarillos. Salgo del auto y me acerco a ella cuidadosamente ella me ve y su risa se detiene, me mira con una cara de asombro y me dice: -         ¿Qué me vas a detener? -        Si, quedas arrestada por ser tan linda, ja ja ja Nos abrazamos y nos damos un pico en la mejilla, entonces ella me responde: -        Tu eres la que está divina, y así vestida te ves tan… ¡tan policía! -        Ja ja ja, soy policía boba. -        Oye casi no te ubico, yo sólo sé llegar a mi casa y con suerte sé dónde queda el mercado. -        Pues te felicito, ahora sabes dónde queda este conjunto, ja ja. -        Ella solo se ríe, nos subimos al auto y sigo sus indicaciones para llegar al conjunto dónde ella vive, nos toca pedir permiso para parquear el auto en uno de los parqueaderos internos, me dicen que cuesta cincuenta mil el día y comienzo a sacar cuentas, de seguir así, no va a haber sueldo que me dé, Bogotá es mucho más costosa que Tunja. -        Oye, ahora que lo pienso, ¿Por qué no usaste el GPS? Te hubieras ahorrado la perdida y a mí la caminada a estas horas de la noche. – Me dice Carolina. Pongo cara de triste y asombrada, entonces le contesto: -        No lo sé, lo uso todo el tiempo, pero lo olvidé, supongo que estoy cansada, hoy he conducido toda la mañana y para venir de la oficina también fue una hora en trancón. Ya recordé porque no me gusta ésta ciudad, pero ni modo, supongo que tendré que acostumbrarme Subimos un ascensor que me lleva hasta el piso octavo, luego volteamos a la izquierda y al entrar me siento como en un palacio, con luces amarillas y el piso reluciente, se parece en algo a mi apartamento, sólo que yo tengo muchas cosas menos, ella me invita a sentarme y yo descargo mi maleta junto con la bolsa de la ropa de civil que me había puesto en la mañana. -        ¿Vas a trabajar mañana? – Me pregunta. -        No, me lo contó mi asistente hace un ratico. -        ¡Ujum!, Con asistente y todoooo… -        No me molestes, son solo cosas del trabajo. -        Bueno, entonces…¿Te tomas algo? -        Pues sí, un vasito de agua estaría bien. -        No seas boba Marion, te pregunto que si te tomas un vinito o que quieres. -        ¡Ah!, ¡uy, hace mucho no tomo!, pero supongo que es una ocasión especial, no sé ¿Qué tienes? -        Tengo un vino tinto que compre ayer, pensando en echarnos una noche de chicas hoy. -        Ah rico, si sírvelo ¿Y  tú marido? -        Ah hoy salió con sus amigos, espero que no llegue tan tomado, no tengo ganas de lidiar con él hoy -        Eso está bien, ¿No te dan celos que salga con otra mientras tú estás acá conmigo? -        No, le dije que iba a salir, y si quieres aún podemos salir, pero la verdad prefiero quedarme en la casa hoy, estoy muy cansada. -        Si yo también. -        De igual, si quiere serme infiel lo será hoy, o mientras está en la oficina, o a la hora del almuerzo, eso tu sabes que cuando quieren fallarte no hay hora ni lugar, sólo lo hacen y ya, por eso no me preocupo. -        ¿Qué hay del tuyo? -        Tu sabes que yo no tengo esos compromisos. -        Ja ja, si lo sé, eres de vida más libre. -        Exacto. -        Entonces cuál es el de turno. -        El de turno es el de siempre, pero hace rato no lo veo, no sé, ya me empecé a cansar de lo mismo. -        Si amiga, te comprendo, no hay nada como tener un fijo y de vez en cuando una canita al aire, ja ja ja. -        Que no te oiga Amanda o te regaña ja ja ja -        Cuente mejor que ha sido de tu vida, hace rato no hablamos, que hace la bruja esa de Amanda, y Solangie la que siempre está perdida… Nos pasamos buena parte de la noche charlando y riendo, yo actualizandole los pocos datos que se de mi amiga Solangie y revisando cuidadosamente que le puedo contar de Amanda, es decir, somos las cuatro todas amigas, pero hay cosas que son solo de las dos, y cosas sólo de ella. Al cabo de un rato nos hemos acabado la botella de vino, y pedimos un domicilio, ella no sé cómo hace para bajar y recogerlo, yo me siento ya bastante mareada, así que después de comer, hablamos otro rato, me ubica en una de las tres habitaciones que tiene en su apartamento y ubico mis cosas allí; luego de cambiarme de ropa con una pijama viejita que ella me presta, ya que a mi se me olvidó empacar una, me cepillo los dientes y me recuesto en la cama, ella se sienta a un lado y como si fuera mi mamá me da las buenas noches, cierra la puerta y se va. El vino me ayuda a dormir rápido, pero comienzo a repasar los hechos más importantes del día en mis sueños, después de recordar con detalle lo sucedido en la carretera, recuerdo las palabras del coronel Cortés: -        “No se detiene hasta obtener su objetivo” Eso me produce escalofrío y me despierto, al abrir los ojos veo la luz de la mañana filtrándose a través de una cortina azul medianamente ligera y cuando se me da por estirar el brazo y alcanzar la cortina blanca de debajo el rayo de luz me da directo a los ojos lo que me obliga a quitar la cara y soltar la cortina, no sé qué hora será, pero sé que me acosté antes de doce, y sin embargo siento que recién me acosté, la cabeza me vibra y una sensación de sed me hace recordar el desmadre del día anterior. Hundo mi cabeza en la almohada pensando en que agradezco mucho no tener que trabajar hoy, luego recuerdo que no le escribí ni a Amanda ni a mis papás que había llegado, de tanto tener charlas con tantas personas, he olvidado revisar el celular, así que lo busco con los ojos entre cerrados y lo veo en la mesita que está al lado, con todas mis cosas, no sé cuándo las puse ahí, pero agradezco que todo esté correcto, mi armas están en el suelo, que descuidada he sido, entonces cojo el teléfono y trato de activarlo, pero no enciende, un pequeño susto se apodera de mi, hasta que caigo en cuenta que seguramente está sin batería, entonces en contra de mis deseos me levanto y busco el cargador en mi bolso, luego recuerdo que éste quedó en la sala y me mando una palmada a la cabeza. Mala idea, eso hizo que sintiera nauseas de manera automática, así que me levanto y abro la puerta lo más silenciosamente posible, escucho por si hay algún ruido, pero nada, todo parece estar en perfecto orden, entonces salgo por el pasillo y llego a la sala, ahí está mi bolso en el mismo sitio que lo dejé anoche. Me acerco y lo recojo, con la misma cautela me devuelvo a mi habitación y justo cuando estoy por entrar escucho que alguien al lado se despereza, entro rápidamente y cierro la puerta, no quiero que el esposo de mi amiga me vea en estas fachas. Después de encontrar el cargador de mi teléfono lo conecto y cuando coge algo de batería lo enciendo, entonces reviso y veo que tengo un montón de llamadas perdidas principalmente de Amanda, también un par de mensajes de mis padres, un mensaje de Víctor y para sorpresa mía uno de un número que no tengo agregado como contacto, me voy a ese de primeras y al abrirlo leo que dice: -        Teniente, le escribo para que tenga mi número en caso de cualquier cosa que requiera, ya estoy de nuevo en Tunja, todo está en orden, gracias por el viaje nada aburrido. No tiene remitente ni nada, pero sé que se trata del coronel Cortés, de manera que lo agrego y le respondo: -        Gracias a usted coronel por la confianza, tiene razón, el cargo me permite ver más cosas de las que había imaginado, de momento todo en orden. Luego me voy al mensaje de Víctor que me informa que el número del cual yo lo llame, no es el número sospechoso, entonces siento que estamos como al inicio. Sigo revisando los mensajes de mis padres y de Amanda, no he alcanzado a responderle a ella cuando ya me está llamando, así que le contesto para escuchar una cantaleta que ni mi mamá me dio: -        Mira Marion Durand, a mi no te me pierdas así, me tenías con el corazón en la mano, no sabía nada de ti, todo el día desaparecida, hubiera sido un día cualquiera pero…bla bla bla. Es agotador escucharla con este dolor de cabeza, pero como no amarla, es tan mamá y tan Amanda, que solo la escucho hasta que termina su retahíla, y entonces le explico que me he quedado sin batería, que llegué bien, no le puedo contar lo del asesino, pero le comento lo del nuevo trabajo y cómo es la casa de Carolina, le cuento que me tomé una botella de vino con ella y de nuevo me regaña, luego vuelve a calmarse y me pregunta por el esposo de nuestra amiga; no lo he visto, si lo sé, es extraño no conocer al esposo de tus amigas, pero la culpa es de Carolina que se casó a escondidas de todo el mundo, incluso de sus papás, bueno, si nos envió fotos, pero no es lo mismo, en las fotos me pareció un tipo casual, pero en persona no lo he conocido. Después de colgar con Amanda, me vuelvo a acostar, no tengo ganas de nada, y sé que si Carolina me necesita vendrá a buscarme a la habitación, entonces justo me está cogiendo el sueño cuando escucho un toc toc en la puerta.
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