XI. En la nevera

3100 Words
Al entrar en el baño, busco el más amplio que es el de discapacitados y familias, ya que es el que tiene el cambiador para bebés, despliego la mesita para cambiarlos y allí pongo mis cosas, me quito la ropa que está bastante sudada y me quedo un rato sintiendo el frio en mi cuerpo, me agacho mientras me congelo en ropa interior, pero a pesar del frio desearía tener una ducha para quitarme todo el calor y el sudor por la tensión que vivimos en el viaje, es increíble, logramos llegar sin volver a encontrarnos con el asesino, sin embargo de solo acordarme se me pone la piel de gallina, me levanto nuevamente y me limpio el sudor con más pañitos húmedos, estoy cansada, pero es la única forma en que se me ocurre refrescarme, supongo que el coronel también se sentirá igual, pero dudo que él tenga pañitos húmedos, ja ja, ventajas que tenemos las mujeres. En fín me acuerdo también de todo lo sucedido y aunque me da un poco de mal genio, también me da risa, reconozco que se ha portado bien el coronel, sin embargo, no sé si fiarme de él, me pongo las medias veladas color piel, la falda del uniforme y los zapatos de tacón, luego me pongo la blusa y la chaqueta, me pongo mi arnés con mi arma, pero la veo sobrecargada para estar elegante, pero no quiero volver a cometer el error de dejarla lejos de mí, por lo tanto la saco de su cartuchera y la dejo lista para sacarla en cualquier momento, guardo toda mi ropa en la bolsa que traigo y también guardo el arma en la mitad. Luego me pongo la pernera en mi muslo izquierdo y guardo allí mi arma pequeña, me pregunto de nuevo si el coronel tendrá permiso para la suya, o será ilegal, en mi caso si tengo permiso, pero la uso como arma de emergencia únicamente, reconozco que hasta ahora no he disparado ninguna fuera del campo de entrenamiento, pero nunca se sabe, salgo de la casilla del baño y pongo mis cosas sobre el mesón del lavamanos, allí me acabo de acomodar todo para que me vea elegante y el arma en mi pierna no se note, debo recordar ponerme mi arma con arnés antes de llegar a Casa de Nariño, pero como ahora vamos a almorzar y la chaqueta del uniforme es bastante ceñida al cuerpo, no tengo como más esconderla. Pensándolo bien, con una amenaza latente, quizás lo mejor no sea esconderla sino tenerla a la mano, así que la vuelvo a sacar y me la pongo sobre el uniforme, desde mi punto de vista le quita elegancia al uniforme, pero igual es la forma correcta de llevarla a menos que esté en una presentación o algo así, en ese caso es mejor confiarnos de la seguridad perimetral. Aunque la última vez no funcionó mucho... Me corrijo el maquillaje y me recojo el cabello, me pongo mi gorro, me aplico perfume y reviso una vez más por todas partes estar impecable, en ese momento entran más mujeres, una de ellas es una niña y cuando me ve quiere devolverse, pero luego sigue avanzando y se queda mirándome a la cola, luego me pregunta: -        ¿Cómo haces para que te quede tan bien la falda? Medito un momento su pregunta, y como no detecto sarcasmo, le respondo: -        ¿A qué te refieres?, es decir, ¿Me estás molestando, te quieres burlar de mí? -        ¿Qué no, no para nada, es en serio, te ves muy bien y eso que en uniforme, normalmente el uniforme afea a la gente y pues… yo odio mi falda. -        ¿Estás en colegio? -        Aja, y cuando nos toca falda, aunque use una licra debajo me siento re incomoda. -        Ah sí, recuerdo esa sensación, desafortunadamente no cambia mucho con el tiempo, ¿Sabes?, Siempre hay alguno tratando de mirar más allá… -        Sí, es cierto, pero es que a ti la falda no te aplana, en cambio a mí, me quita todos los atributos. -        Ah ya te comprendo, no te trates así, el cuerpo de cada una es diferente, pero en mi caso, era muy parecido al tuyo y sólo con todo el ejercicio que he tenido que hacer tengo ahora éste cuerpo, no es el mejor, pero hago lo que puedo. -        ¿Bromeas? Tienes un cuerpazo. -        Gracias señorita, me arreglas el día, pero te aseguro que con esfuerzo tu también lo tendrás. Ella sonríe y se lanza a abrazarme, yo no sé cómo reaccionar, es decir, es una desconocida, evidentemente es una niña pero yo… Sin darme cuenta también la estoy abrazando, luego ella me da las gracias y se mete a una casilla del baño. Es extraño pero una parte de mí revisa que no me haya puesto ningún chicle o papel detrás, ni que me haya quitado nada, y no, todo está perfectamente, es increíble cómo me he vuelto de paranoica, que no puedo creer en que una niña completamente desconocida me halague y además me abrace, la policía en Colombia no tiene la mejor imagen, y sin embargo esta niña me abrazó sin miedo… Supongo que será la energía que manejo, y hablando de energía me acuerdo de mi cajita negra, así que meto la mano en la bolsa y la pienso, allí aparece y saco las cartas, entonces pienso en la conveniencia de creerle al coronel y barajo a mis aliadas de papel, milagrosamente me sale una mujer sentada en un trono con una espada en la mano, representando la justicia, el ocho de espadas que es básicamente la imagen de ocho líneas que se entrecruzan en los extremos verticales y un rey en su trono con dos espadas, si mis recuerdos me acompañan eso significaría que es un hombre justo, honesto y recto, así que supongo que no saco nada oponiéndome constantemente a él, así que ya sé cuál será la siguiente confrontación con el coronel Alirio Cortés. Salgo del baño y camino a mi auto, al llegar allí veo que el coronel ya se encuentra esperando recostado en el respaldo de mi auto con la maleta en la mano, entonces me dice: -        Teniente, le queda muy bien la ropa de civil, pero prefiero verla en uniforme. -        Supongo que debo dar las gracias, ¿Verdad mi coronel? Sonríe y luego me dice: -        Vamos a almorzar -        Si, vamos. Abro el maletero y guardamos nuestras cosas allí, yo saco mi chaqueta de cuero café de la bolsa y las botas cafés y las pongo aparte para evitar dañarlas al doblar las cosas, luego cierro el auto y subimos ésta vez por un ascensor al que me guía el coronel y luego marca el tercer piso, al abrir las puertas nos encontramos en la plazoleta de comidas, entonces él me dice: -        Si estuviéramos de civil podríamos comer acá, es más casual, pero estando ya así, creo que mejor buscamos un restaurante. Asiento mientras caminamos, noto las miradas de muchas personas sobre nosotros, supongo que no es normal ver dos policías tan elegantes caminando a medio día por un centro comercial, luego de caminar un poco llegamos a un restaurante con buena música y doble piso dentro del mismo, decidimos subir y al ubicar una mesa al fondo, nos sentamos, buscamos que ambos tengamos salida rápida en caso de emergencia, luego el camarero se acerca y nos trae el menú. Después de revisar un rato elijo un menú con un buen trozo de carne y algo de ensalada, el coronel pide lo mismo y cuando llegan los platos me dice: -        Veo que es de buen apetito Teniente. -        Sí señor, que mi tamaño corporal no lo asuste, ¡Quizás lo aplaste! – No puedo creerlo, ¿Estoy coqueteando? -        Lamento mucho haberla hecho sentir incomoda con su peso, no era mi intención. -        No pasa nada –Le respondo, aunque obvio si pasa, ¿De dónde salió ese reclamo?, no puedo ser tan tonta de alejar a Camilo y venir a enredarme con un superior…debo comportarme. -        De acuerdo – Me mira como si no me creyera, pero no añade nada más. Luego de un rato de estar comiendo le suelto: -        Coronel, ¿Ha estado diciéndome que todo lo que hace es por mi bien o por el nuestro, verdad? -        Así es. -        ¿Debo hacer una especie de alianza con usted? -        No lo considero necesario, pero ¿A qué viene su pregunta? -        Viene a que quiero saber si puedo confiar de verdad en usted, ya que lo mismo me dijeron en la oficina los muchachos y es evidente que alguno se fue de sapo con usted. -        Ja ja ja, - La risa lo saca de su impecable comportamiento- Ay Teniente Durand, ahora si me hizo reír, déjeme decirle que no es que se fuera nadie de sapo, sino que hay cosas que usted desconoce…ja ja ja, Pero sí, en mi si puede confiar, no me voy a ir de sapo con nadie, ja ja ja. -        Gracias es bueno saber que usted no es como ellos y que lo divierto tanto. – Le respondo en un tono que sonó bastante grosero, pero no tanto como quería. -        Lo siento teniente, fue su expresión de “irse de sapo” - Acota con sus dedos las comillas. -         Si, lo admito, se me salió lo ordinaria, pero no encuentro una expresión mejor. -        Creo que es la correcta – Responde recuperando lentamente el aplomo de su comportamiento típico – Es decir, si hubiera dicho le hubieran ido a contar, o algo similar, hubiera tenido que indagar a qué tema en específico se refería, pero así lo comprendí de una…-Come otro pedazo de su carne y luego de pasar añade- Por cierto, excelente espectáculo el que dio en la oficina, pero para hacerlo creíble, debía haberlo hecho más de arranque, al hacerlo tan medido y calculado, no alcanzó a crear la tensión que quería. -        Así que eso también se lo contaron…-Respiro mientras paso mi comida, luego bebo un sorbo de limonada y continúo- Bien. -        No se enoje con ellos por favor, son un buen equipo, si puede confiar en ellos, pero es que quien me contó me conoce desde más tiempo atrás, así que en una charla de amigos se le salió y … -        Y pudieron reírse de mi. –Digo con un tono de sarcasmo e ironía. -        No voy a decirle que no, pero también me pareció lo más prudente que pudo hacer, sin embargo déjeme decirle que entre más alto se encuentre, más desconfianza, mentiras y traiciones encontrará, por lo tanto es bueno que forje sus amistades y relaciones de confianza desde ahora, esa es la razón por la que se fueron de sapos como usted dice conmigo; no sea tan dura en todas las situaciones, gánese la confianza de sus compañeros y subalternos, no intente ganarse la de sus jefes, ellos siempre van a estar temerosos de lo que usted pueda lograr, así que difícilmente la va a conseguir, y sobre todo haga bien su trabajo, éste mundo es de relaciones, entre mejor relacionado se esté, mejor se vive, ya que por muy brillante que sea, si no tiene a quien pedir apoyo en un momento crítico, estará no solo a la merced del más fuerte, sino que incluso puede ser desgastante…-Toma un sorbo de su limonada – Como en su caso. -        Comprendo, supongo que debo darle las gracias por ese consejo. -        No Durand, tómelo como las enseñanzas de un viejo para una mujer joven. Terminamos nuestra comida en silencio, entonces él levanta la mano, paga la cuenta y nos devolvemos al parqueadero. Durante el resto del trayecto cogemos una vía recta hasta llegar a una estatua grande, la cual él me señala como monumento a los héroes, luego giramos a la derecha y a pesar de ser un poco más de medio día, comienzo a sentir un frio interesante en todo mi cuerpo, al contarle al coronel, el me responde con una risa de medio lado: -        Si teniente, Boyacá es fría también, pero es por épocas, Bogotá, es siempre, bueno últimamente tiene unos días muy soleados, pero en general, es bastante fría. Asiento con la cabeza mientras prendo un poco el aire del auto para subir la temperatura, luego de coger hacia la montaña, volvemos a tomar vía recta hasta una zona que se ve bastante gris, por donde vamos pasando, el me va indicando los barrios, chapinero, Teusaquillo, santa fe, y luego me dice que vamos por la carrera decima, luego sobre la calle sexta tomamos la glorieta y giramos hacia la izquierda para coger la carrera séptima al norte y finalmente llegamos por detrás de la casa de Nariño, allí el coronel habla con unos guardias de la Guardia presidencial y nos dejan parquear muy cerca del palacio. Bajamos las cosas necesarias y el resto lo dejamos en el auto, nunca había estado en el palacio de Nariño (también le dicen así), pero es muy bonito, eso sí, está muy bien custodiado, los alrededores son barrios que generan evidente tristeza social, lo cual me hace pensar en la desigualdad tan evidente que hay en mi país. Cómo sea, después de pasar varios controles de seguridad dónde me identifico permanentemente, logro ingresar a un ala de la casa dónde al parecer hay unas oficinas, son pequeñas y aun así, para mi sorpresa allí está el general Castro. -        Buenas tardes coronel. -        Buenas tardes mi general – Le responde él -        Buenas tardes teniente -        Buenas tardes mi general – Ahora soy yo la que saluda. -        Me complace saber que han llegado sanos y salvos. -        Si señor. -        ¿Todo bien en el camino? -        Excelente mi general, la teniente Durand es muy buena al volante. -        Gracias mi coronel, yo sólo conduje. -        No sea modesta Teniente lo hizo excelente y nos trajo hasta acá en tiempo record. -        ¿De verdad? – Pregunta el general. -        Sí mi general, el GPS indicaba cuatro horas y en cuatro horas hemos llegado. –Es evidente que le ha mentido, lo que no comprendo es el porqué. -        Comprendo, así que deben estar cansados del viaje. -        No se preocupe por nosotros general, ya paramos antes a almorzar y descansar. -        Excelente, entonces podemos poner al tanto a la teniente para que comience de inmediato. -        Sí señor, permítame le presento el equipo a la teniente, le comentaré las funciones y podrá arrancar de inmediato. -        Me parece excelente coronel, pero me pregunto si la teniente se habrá dado cuenta que esto no es una casa de muñecas donde puede estar jugando… -        No se preocupe general, no me voy a dejar deslumbrar por la casa de muñecas, sé que podré con lo que me encarguen. – Le respondo en el mismo tono mordaz al general, de verdad sabe cómo activar mi peor personalidad. -        Confié en nosotros general, le aseguro que todo saldrá bien, yo le explico a la teniente lo necesario y mañana a primera hora me devuelvo a Boyacá. -        Me parece excelente coronel, confío en usted. El general se aleja y el coronel comienza a presentarme uno a uno cada hombre y mujer en la oficina, me presenta como su comandante temporal y luego de una hora cuando se dispone a salir me pide que le ayude con sacar sus cosas de mi auto, así que salimos sin tanto alboroto, entonces le pregunto al coronel al llegar a mi auto: -        Coronel, ¿Me permite una pregunta? -        Si claro teniente. -        ¿Por qué le mintió al general sobre nuestro encuentro con?…ya sabe. -        Durand, es brillante, pero un poco lenta, ¿No se ha dado cuenta cómo la trata? -        Pues es bastante grosero pero… -        ¿Se porta así con todo el mundo?...-Levanta las cejas y mueve la boca hacia un lado como poniendo en duda mi observación- Si lo prefiere ver así… -        Ahora que lo menciona, sólo se porta así con ciertas personas, principalmente…mu…je…res…-Caigo en cuenta lentamente mientras recorro mis recuerdos- Me está diciendo que él es el… -        Yo no aseguraría nada hasta no tener pruebas Durand. Comprendo en silencio, pero no puedo decir nada más, pues él se lleva un dedo a los labios y luego finge que solo se rascaba su recta nariz. Mientras sacamos las cosas del auto, él me explica el procedimiento que debo realizar cada día para poder estacionar siempre en el mismo punto, además me recuerda que debo cargar la identificación del palacio, que me entregó una de las funcionarias que me presentaron antes, finalmente me dice: -        Teniente, use la cabeza, forme alianzas, si me necesita llámeme al número de teléfono personal, mi asistente se lo dará de inmediato, sino más tarde la llamo cuando llegue, y confié en su equipo. -        En cual equipo coronel, disculpe, ¿En el de acá o el de Tunja, o se refiere al que no me ha asignado? -        El de acá y el de Tunja, aunque se hayan ido de sapos, ja ja, puede confiar en ellos. -        ¿Qué va a pasar con Laso? -        Voy a archivar la investigación temporalmente mientras usted reúne el resto de las pruebas, ah sí, y no descarte el consejo del teniente Castillo. -        ¿Cuál mi coronel? -        Saque su pasaporte. -        ¿A qué se refiere? -        Honestamente, no lo sé, pero es una corazonada, creía que de eso sabían más las mujeres. -        Lo dice por lo que la familia de … -        Exactamente – No me deja terminar- Por favor continué con su investigación en silencio, pero no la comente con nadie acá, cuando sea necesario, le agradezco me informe y le podré guiar el siguiente paso. Ahora, hasta luego teniente. -        ¿Se va a su casa? -        En este momento sí, mi esposa me está esperando, luego me iré a saludar a nuestro amigo Víctor. -        ¿Cómo?, pensé que saldría… Nuevamente se lleva un dedo a los labios y luego cierra su puño fingiendo una tos y dice: -        ¡Ajam!, Este frío es una cosa fuerte, abríguese teniente. Y con esto da la vuelta y camina en la dirección opuesta por la que vinimos, luego de atravesar una reja custodiada por dos soldados más, continúa su marcha, entonces aseguro mi auto con el seguro remoto y me devuelvo a la oficina.  
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