IX. Viajando con el enemigo

3837 Words
Al día siguiente me levanto sobre las seis de la mañana, me doy una ducha rápida y me visto con un jean y una blusa blanca de manga corta, es muy escotada pero encima me pongo una chaqueta de cuero café, me pongo unas botas café y me agarro el cabello con un lazo alrededor de la cabeza para que el cabello me vaya hacia atrás me miro al espejo y me veo tan linda y sexy, que me pregunto qué pasaría si Camilo me viera así, ja ja ja, lo reconozco, solo lo uso para sexo, pero me gusta lo que me hace sentir. En fín, no le pienso decir para dónde voy, quizás si vuelve a insistir en vernos se pegue el viaje hasta Bogotá y entonces podamos pasar un rato juntos sin tantas precauciones, mientras tanto, tendré que conformarme con tocarme sola, aunque siendo sincera no es lo que más me interesa, vivo tan ocupada que cuando estoy sola y descansada, lo único que se me ocurre hacer es dormir. Quizás allá en Bogotá me dé más tiempo y entonces tal vez salga con algún otro hombre, quién sabe, quizás encuentro una opción para dejar de meterme en el matrimonio de Camilo y su mujer, ja ja; de igual llevo ya un buen tiempo sacándole el cuerpo y eso es porque por más rico que sea, ya me aburrí de solo ser la otra, no se lo acepto a Amanda, pero a veces quisiera tener a un hombre a quien molestar, otras veces veo lo que viven mis amigas y agradezco seguir soltera. Desayuno y ordeno las cosas en la nevera para que le quede fácil a mi amiga encontrar las cosas cuando venga y las necesite, ordeno la ropa sucia en un solo lugar para que me haga el favor de lavarme esa ropa, y reúno la basura de la casa y la saco de una vez, recojo mi maleta y la bajo al auto junto con mis cosas, enciendo el motor y salgo rumbo a la casa de Amanda, al llegar veo que me ha rendido la mañana y faltan aún tres minutos para las siete de la mañana. Me bajo del auto y timbro en su puerta, está toda despelucada y los niños gritan al fondo, entonces le doy las llaves del apartamento y le digo: -        Recuerda por favor pasar, y please, lávame la ropa que me quedó siii. -        Si amiga, recuerda escribirme o llamarme cuando llegues. -        Vale amita, te amo mucho, eres la mejor. Le doy un abrazo y mis ojos se llenan de lágrimas, sé que estoy haciendo un show pero no quiero solo irme y volver a sentirme adolescente confiando plenamente en la institución, si bien no me ha defraudado, esa etapa fue fuerte y ya la había superado, para ahora volver a repetirla sólo porque a un jefe se le antojó sacarme de su camino. Me subo a mi auto y llego a la estación de policía en diez minutos, parqueo mi vehículo y me quedo allí esperando a que sean las ocho; llevo una media hora sentada mirando como boba a todo el que va llegando, al cabo de un rato se me antoja un café así que salgo del auto y camino hasta la estación, desde el guardia en la puerta que cuida el acceso y las llaves de las patrullas, me desconocen completamente, tengo que estar presentando la identificación que me acredita como funcionaría activa de la policía, y si normalmente siento como me miran el culo, hoy siento que me están desnudando con los ojos, me agrada generar esa sensación, pero reconozco que sentir tantas miradas sobre mí, me hace sentir torpe y debo ralentizar la marcha o terminaré cayéndome y ahí si seré el centro de atención, pero de la manera incorrecta, no estoy dispuesta a que me recuerden de esa manera. Al llegar a la cafetería pido un café oscuro y le añado un cubito de azúcar, me gusta el café dulce, pero no demasiado porque me causa sueño, y en teoría voy a manejar en menos de veinte minutos, así que no es buena idea. Mientras me tomo el café veo cómo arranca el día, siento el aire fresco de la montaña entrar por las ventanas de la cafetería, un suave aroma a caldo de papas con costilla, alguna fritura y quizás chocolate caliente se mezclan y me llenan de una sonrisa tonta, sin mencionar que además me provocan hambre, si lo sé, soy una tragona sin remedio, ja ja, pero afortunadamente la rutina que tengo de ejercicio cada fin de semana y los entrenamientos intensivos me permiten mantenerme en forma. Estoy a punto de levantarme a buscar una donut igual que el día anterior cuando entra Víctor y viéndome allí sentada se me acerca y me dice en un tono bastante coqueto: -        Teniente Duraaand, no la reconocí, ¿Es usted? -        Hola Teniente Castillo, sí, soy yo. -        Ja ja, estoy molestando, si te ves diferente, pero si te reconocí. -        Ja ja que divertido Castillo. -        Pues hablando en serio te ves bien, pero no esperaba verte hoy, ya sabes con todo ese misticismo que creaste ayer… -        ¿Misticismo?, ¿Tú crees que es fácil para mí, asumir que estoy a punto de volver a vivir la vida de cadete en una ciudad que si bien es cierto conozco, no es mi favorita, para mí Bogotá muy capital y todo, pero es demasiado atiborrada para mi gusto. -        De acuerdo, yo si soy de allá y me gusta la ciudad, pero reconozco que Tunja es mucho más calmada, de hecho toda Boyacá es bastante calmada. -        Sí, pero bueno, ¿Cómo vas con el caso? Se acerca un poco más a mí y baja la voz y me dice: -        Ya me dijo ayer, después de que te fuiste, que le dedicáramos más tiempo a otras investigaciones. -        ¿Cómo? ¿Y que va a hacer con el culpable? -        Va a declarar que fue Laso -        ¿Y las pruebas, el arma plantada, el motivo? -        Las armas las encontraron en el campanario de la iglesia como dijiste, no hay huellas, pero es evidente que esa fue el arma que se disparó, el arma plantada se la adjudicaron a los suboficiales muertos, y el motivo, dice que lo va a justificar con que no estaba feliz trabajando contigo y quería desacreditarte. -        ¿Cómo?, ¿Entonces todo esto para nada? -        Básicamente, además dice que se dio cuenta que para la capacidad criminal del departamento de Boyacá y la ciudad de Tunja es muy poca para tener dos equipos de investigación. -        ¿Entonces me va a sacar en serio? -        Le hice la misma pregunta y dice que tan pronto como sea posible, te va a restituir y te va a asignar equipo porque es algo que te prometió y él mantiene su palabra, pero quizás te traslade con tu equipo definitivamente a la ciudad de Bogotá. Me quedo tan fría que siento que necesito un nuevo café para sentirme viva, sin embargo no es prudente decir nada, eso lo puedo ver por el nivel de confidencialidad que usa Víctor, quien por supuesto luego me dice: -        Bueno mi querida teniente Durand, te deseo lo mejor en tu nuevo cargo y gracias por todo, me cuentas cualquier cosa en la que consideres te puedo apoyar. –Se levanta y me da un abrazo, lo que no me permite pensar mucho, luego se va y alcanzo a responderle. -        Gracias teniente Castillo, estaré comunicándome con ustedes. Muchos de los presentes en la cafetería me miran por haber subido la voz para despedirme de Víctor. Me termino mi café fuera de la magia en la que estaba envuelta, entonces me levanto arrojo el vasito de papel a la basura que se encuentra en un lateral de la cafetería y regreso a mi auto, saliendo de la estación me cruzo con el coronel Cortés. -        Buenos días mi coronel -        Bueeee…¿Teniente? -        Si mi coronel. -        Buenos días teniente Durand, un gusto verla, pero pensé que no había llegado aún, ¿Qué hace tan temprano acá? Pensé que nos reuniríamos sobre las ocho. –Reviso la hora en mi teléfono y le respondo. -        Mi coronel, solo faltan diez minutos, y bueno, me gusta estar con tiempo. -        Eso es excelente teniente, ¿Lista para partir? -        Si mi coronel, pero tengo una duda -        ¿Cuál es? -        ¿En qué vehículo nos vamos? -        Hum, pensé que usted tenía uno. -        Sí señor, lo tengo y no tengo inconvenientes con irme conduciendo hasta Bogotá, pero me preguntaba si usted tenía otro plan, como una patrulla o no sé. -        No Durand, lo pensó bien, de hecho la felicito, venirse de civil es muy inteligente, no debemos ir por carretera con nuestros uniformes militares, pero sí, usaremos su auto, de manera que usted pueda tener su vehículo allá en Bogotá, cuando yo tenga que volver, ya me buscaré mi transporte. -        Ah perfecto señor…¿Lo espero? o … -        Si por favor teniente, espéreme en su auto, cómo ve yo tengo que cambiarme de civil, no me tardo. Sigo mi camino y me dirijo a mi auto, me recargo sobre mi precioso Renault clio, gris plateado y reviso tener todo en orden para un viaje por carretera, reviso nivel de llantas, kit de carreteras, y botiquín, lo demás ya será confiar en que mi vehículo no me falle, porque no tengo tiempo de pasar a un mecánico a revisarlo. Al cabo de unos diez minutos sale el coronel vestido con una camisa a cuadros grandes de un tono azulado con un pantalón de drill café y zapatos café, carga en su brazo una chaqueta de pana azul y en la otra mano un maletín n***o de mano que supongo es donde tiene sus cosas. -        Listo para irnos, ¿Y usted? -        Si señor estoy lista -        Teniente, ahora le entiendo que se dirija a mi como su superior, pero en el viaje le agradecería que me llame por mi nombre…-Me quedo mirándolo de manera sospechosa y añade- principalmente para no levantar sospechas… -        De acuerdo señor. Nos subimos al auto y salimos de una sin pensarlo, pongo mi gps activo para indicarme que ruta tomar cuando haya salido de la ciudad y nos vamos. Durante la primera media hora no hablamos nada, entonces él rompe el silencio y me dice: -        Teniente. -        Dígame señor. -        Cuénteme de su vida, ya tiene esposo, hijos, ¿Tiene a sus padres con vida? Pienso seriamente en si debo contestarle, pero no quiero que tenga mucha idea de donde pueda agarrarse para poder chantajearme, no sé si debería pensar así de mi jefe, pero hasta no sacarlo de mi lista personal de los malos, es mejor tener cuidado, no puedo mentir mucho, porque al final es mi jefe y puede saber cosas sobre mí de las cuales no tengo conocimiento. -        Si jefe, afortunadamente tengo aún mis padres con vida. -        Ah eso está muy bien, ¿Y viven en Tunja? -        No señor, pero si cerca, ¿Qué hay de usted? – Me comienzo a sentir interrogada y no lo voy a permitir de civil y en mi propio auto. -        ¿Y tiene novio o esposo? No le respondo, y como ve que no le respondo, insiste: -        ¿Alguna pareja? , Digo, no quiero ofender pero no sé cómo preguntar por esto, y en estos días…de todo se ve. ¿Por qué tanta insistencia con el tema de mi pareja?, sin embargo como ya vamos en carretera, aprovecho la informalidad que me brindó y le respondo: -        No Alirio, no soy lesbiana, y si, tengo un novio, vamos a casarnos, o eso espero, ya llevamos mucho tiempo juntos y saliendo, así que… -Respiro y subo las cejas- Una cosa lleva a la otra, ¿Verdad? -        Ja ja ja, Ay Marion, hace rato nadie fuera de mi casa me llamaba por mi primer nombre, pero admito su tono, me he portado grosero. Para equiparar las cosas le cuento, yo si estoy casado, tengo dos hijos grandes ya, uno tiene quince y el otro ya casi cumple los diecisiete. -        Eso está bien, Alirio – Hago énfasis en su nombre, me divierte que le divierta, pero quiero saber más. – ¿Tiene otro nombre? -        Pensé que había leído mi expediente, ya que está tan interesada en investigar a todos los que fuimos con la senadora a Tunja. Mierda, lo sabe, pero ¿Cómo?, busco no mostrarme nerviosa, tanto él como yo vamos armados, pero yo llevo mis manos en el volante, una estupidez y nos morimos los dos… -        Sí señor, quería saber quién había ido con la senadora a Tunja, para verificar dónde se encontraban y descartar posibles responsables. -        Entiendo, ¿Y dónde los investigó? -        No los investigué señor, ese era el siguiente paso en la investigación, para saber quién plantó el arma en la casa del alcalde, así que no, no he leído su expediente, solo verifiqué la lista en el itinerario de las personas que asistirían a la ciudad de Tunja acompañando a la senadora. -        Bueno, le creo, ese fue un descuido de su parte. -        Si lo sé, pero como le digo, era el siguiente paso. -        De acuerdo, dejémoslo así, mi segundo nombre es Jesús, así me conocen en la institución, de hecho yo también vi esa lista y me pareció curioso que hubieran puesto mi primer nombre, supongo que lo tomaron de la base de datos de la policía. -        Si supongo, entonces, ¿Cómo debo llamarlo señor? -        Como te parezca mejor, tengo dos nombres y los puedo usar sin discriminación, sólo me pareció curioso, Alirio me dicen en la casa, Jesús en los demás lugares, pero se lo dejo a su criterio. -        Lo llamaré Alirio, ya me había hecho a la idea, y se me complica llamarlo Jesús. -        De acuerdo. ¿Qué hay de usted, tiene otro nombre? -        No, solo Marion. -        Bien, y ese apellido Durand, ¿De dónde es? -        Es francés. -        ¿Tiene algún familiar de por allá? -        Si, mi padre. -        Ah eso es excelente, pero su madre si es colombiana -        Sí señor, por eso ellos viven acá, pero mi padre dice que yo podría pedir la nacionalidad Francesa si lo quiero, pero realmente no sé hablar francés muy bien que digamos, mi padre aún sigue quejándose de eso, ja ja. -        Si, los padres siempre queremos lo mejor para nuestros hijos y haremos lo que sea con tal que estén bien. – Dice esto mientras mira reflexivamente a través de la ventana. Me pregunto si él habrá sido el culpable de lo que sospecho, y sin embargo, todo apuntaría a que sí, no tengo pruebas aún, pero su actitud arrogante, el hecho de querer cerrar la investigación lo antes posible, el que me sacara de la investigación, y ahora culpar a Laso sin las pruebas suficientes… -        Por cierto Marion, a su amigo Laso, se le ha dictado orden de captura, imagino que el señor Castillo ya le informó -        No señor, no sabía, pero gracias por decírmelo, sin embargo me surge una duda. -        Dígala -        ¿Por qué dicta orden de captura contra alguien de quien no sabemos su paradero? -        No lo sé, ¿Por qué usted me consideraría un sospechoso? -        No lo he considerado sospechoso. -        No oficialmente, pero acaba de decírmelo. -        ¿A qué se refiere? -        Me acaba de decir que revisó la lista de las personas que asistirían a la ciudad con la senadora. -        Pero eso no lo convierte en un sospechoso, ¿O si? Pucha, acabo de jugarme la carta más peligrosa con él, miro de reojo y no veo su expresión, tiene la cara completamente girada hacia la ventana y en el espejo solo veo sus ojos fríos e inexpresivos. Me da algo de miedo lo reconozco, pero no he llegado hasta donde estoy sintiendo miedo, así que me mando completamente, cómo diría mi mamá, “metida la mano, metido el brazo”. -        ¿Qué sabe usted de la investigación?, ¿Qué quiere preguntarme y no se atreve? -        Marion Durand, esa es la razón por la que siempre llegarás lejos… - Respira y me mira, entonces me dice- Por favor orillate en el próximo parador que veas, necesito ir al baño y prefiero evitar accidentes. ¿Qué será lo que me quiere decir? ¿Será que debo plantearme la situación y llevar mi arma a una conversación con mi jefe?, Sin embargo, quizás solo necesita que hablemos de frente, cómo sea debo tener cuidado, quizás me acabe matando y luego diga que me suicidé, sin pruebas y nadie que nos vea…es una opción que no debo permitir. Seguimos rodando durante otra media hora, pero siempre en completo silencio, al divisar un parador noté que mi pulso se acelera más de lo que ya estaba, aún así, disminuyo la velocidad y entro a la bahía de tierra dónde están otros carros estacionados temporalmente mientras sus conductores están dentro del parador consumiendo algún producto en perfecta tranquilidad, yo en cambio estoy que me como las uñas adivinando que está planeando éste señor que tengo al lado, porque podrá ser muy veterano y todo, pero se nota que se mantiene en forma, un combate cuerpo a cuerpo puede salirme muy costoso, por no decir que tengo que ser más ágil si quiero ganarle, en cuanto a la velocidad de desenfundar, sé que soy buena, pero no se nada de él, quizás lo mejor sea mantenerlo todo controlado y en solo conversación. Apago el motor y descendemos del auto, yo llevo mi arnés con mi arma debajo de la chaqueta, a él no se la veo, aun así, se pone la chaqueta al salir, aún es de mañana y el sol no calienta demasiado, supongo que se la pone por disimular el arma que seguramente lleva en la espalda, pero también puede ser por el frio. Entramos y nos detenemos un rato frente a las vitrinas, yo pido una almojábana con chocolate y él pide un jugo de naranja con buñuelo, nos sentamos en una mesa que da a un costado del parador y tiene vista a la falda de la montaña en la que estamos y al resto del paisaje, en otras condiciones, sería hasta romántico, sin embargo hoy puede ser un asunto de vida o muerte. Una vez que nos llevan el pedido, comenzamos a comer y entonces de nuevo él rompe el silencio: -        Escucha Marion, la oficina es de papel, y en todas partes hay oídos, sé que tu crees que yo soy un sospechoso, pero no entiendo ¿Por qué no lo pusiste en el informe? De acuerdo, si lo sabe. -        ¿Es por eso que me sacó de la oficina y me envía a Bogotá? -        Sí y no. -        Explíquese -        Necesito sacarte de la investigación por tu propio bien, pero realmente necesito a alguien como tu en Bogotá cubriéndome mientras yo siga al frente de la estación de policía de toda Boyacá. No me mal entiendas, es un excelente cargo estar al frente de tan respetada dependencia, pero, prefiero vivir en la capital del país. -        Y yo prefiero no tener que ir para allá, pero acá estamos, presos de las decisiones de otros. -        Ja ja ja, Marion, ya sé por qué no tienes novio ja ja ja. -        Así que si me investigó. -        Sí, yo si hice mi tarea. -        ¿Y? -        Pues no tienes novio porque eres directa como los hombres, las mujeres son más de darle vueltas a las cosas, de enredarlo todo, son más… -Da un sorbo a su jugo y luego de pasar termina- delicadas. -        No me importa si me cree femenina o no. Al punto, ¿Por qué dice que por mi propio bien? -        Digamos que si te dejo seguir indagando, las cosas podrían salirse de control, y creo que eres una excelente detective como para permitir que te acaben la carrera de una forma tan cruel. -        No hay nada que pueda hacer que me acabe la carrera, no si yo no lo permito. -        Es verdad, aún no lo hay, pero siempre puede haberlo, si no sabes cuando parar. -        ¿Me está amenazando? -        Noo, por Dios no, mírame como un ángel guardián tuyo. -        ¿Qué clase de ángel guardián?, será un ángel caído. -        Ja ja ja, tienes mucha gracia Marion. De acuerdo, mírame como quieras, pero si estoy acá contigo es por tu bien, allá en Tunja están buscando tu cabeza hace rato, te saqué de la estación por tu propio bien y sin embargo he decidido acompañarte para asegurarme que llegues sana y salva a Bogotá, por eso te dije que procuraré tenerte de vuelta lo antes posible, pero debes prepararte para vivir unos seis meses en Bogotá, allá será más fácil para ti esconderte si lo necesitas y en las zonas donde no puedas como en el trabajo, estarás más protegida por otras personas, en serio… -Suspira- Lo hago por tu bien. -        Entonces, ¿Debo darle las gracias? -        Sería un gesto lindo, lo reconozco, pero sé que en este momento todo te suena a que te estoy convenciendo de verme como inocente mientras te clavo el cuchillo mientras duermes. -        ¿Lo piensa hacer? -        No, pero yo lo pensaría si fuera tú. Nos quedamos nuevamente en silencio, yo comienzo con mi chocolate, parto un pedazo de almojábana y me la llevo a la boca, al terminar de masticar le digo: -        Lo considero sospechoso, porque es el de más alto rango que tuvo acceso a la senadora, me saca de la investigación y quiere cerrarla lo antes posible, y ahora parece que sabe algo que yo no, y que seguramente interfiere con la resolución del caso. -        De acuerdo, ¿Por qué no lo agregaste al informe? -        ¿Lo habría hecho usted? -        Quizás no, pero quiero oír tus razonamientos. -        Bueno, ya no tiene mucho sentido ocultárselo, ¿Verdad? – El me mira con una sonrisa, las arrugas en los bordes de sus ojos, su seguridad y autosuficiencia…debe tener éxito con las mujeres, y sin embargo…debo mantener mi postura. -        No, no lo tiene. -        De acuerdo, era la forma de evitar que usted inventara una artimaña o coartada. -        Bueno, pudiste preguntar. -        ¿Y? -        ¿Qué? -        Estoy preguntando, ¿Y fue usted? O no. Él bebe de nuevo su jugo, ya casi termina su buñuelo y luego me responde: -        No, pero sé quien plantó el arma y pudo “marcar” a la senadora. Así que eso es todo, efectivamente tengo un topo en el equipo de Víctor.
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