XXVII. Lo encontrado en la bodega.

3305 Words
Unos minutos más tarde estamos entrando en la comisaría, y a pesar de la insistencia de Manuel, vuelvo a ser la que conduce, él finge que no está contento con eso, pero sé que le agrada tenerme ahí a su lado, siento que le gustan las mujeres fuertes y con carácter. Comenzamos a revisar todas las cosas, documentos, armas, llamamos a todos los equipos menos a los líderes de los anillos, que comienzan a hacer guardia por turnos el día de hoy, así que cuento con la mitad de mi equipo y Manuel también tiene la mitad del suyo. Nos armamos y nos ponemos chalecos antibalas, linternas y cascos, nos montamos todos en cuatro autos, y salimos rumbo a la bodega. Si bien es cierto la policía argentina cuenta con un equipo especializado para éste tipo de situaciones, por temas de la disponibilidad de la cumbre, no nos prestan a ningún equipo, sin embargo somos casi unas veinte personas incluyéndome, lo cual es suficiente para ir por los bandidos esos. Dejamos el auto del comisario y de los demás oficiales en la comisaría y salimos en autos tácticos, al llegar cada uno sabe lo que tiene que hacer, el equipo lo encabezamos Manuel y yo, buscamos por todo lado una forma rápida de entrar y al no encontrar ninguna echamos la puerta abajo, entramos apuntando a todo lado, aún es de día por lo tanto nos cuesta un poco acomodarnos a la oscuridad de la parte de debajo de la bodega, nos apostamos en las esquinas de la planta de abajo y ubico unas escaleras, me acerco a ellas y son metálicas, de manera que cada paso que doy resuena por todo el lugar, tratamos de movernos rápido pero lo más silencioso posible, al llegar al segundo piso encuentro de nuevo todo sin luz, pero las ventanas están rotas, una mancha roja sale de por debajo de una puerta, mi corazón se acelera previendo lo peor. Me acerco lentamente, pruebo a empujarla pero no tiene cerradura de perilla o de manija, solo para llave y está asegurada, entonces me hago a un lado de la puerta y disparo diagonal con tal de no herir a nadie que esté detrás, Manuel se hace cerca de mi. El disparo resuena por todo el lugar lo que me deja un pitido en los oídos, pero la cerradura se rompe, entonces Manuel le da una patada y la puerta se abre, al final la mancha roja era una lata de pintura regándose. La habitación está completamente a oscuras, saco la linterna y apunto en todas las direcciones, al fondo en el piso, sobre lo que parece un tapete, un hombre, una mujer y un niño están sentados y atados pero con la cabeza hacia abajo, sigo temiendo algo horrible, pero avanzo despacio por miedo a que haya alguna trampa, unos pasos se escuchan a la izquierda, a través de unas estanterías veo una sombra correr, se acaba la prevención y voy detrás de esa sombra. Corro detrás de mi objetivo a través de varias otras habitaciones y puertas, pareciera un laberinto, entonces en un momento estamos en línea recta, así que le disparo, pero no le doy, el sospechoso se cubre la cabeza con las manos, luego llegamos a la esquina de la bodega, el sol naranja de las cinco y media de la tarde se cuela por las ventanas rotas, me calienta las manos, pero mi rostro sigue a oscuras. Avanzo corriendo pero el sospechoso comienza a dispararme, me pego con la espalda a la pared, espero a que deje de disparar y vuelvo a intentar seguirlo, seguimos corriendo y de nuevo lo tengo a tiro, me agacho y pongo una rodilla en el piso, apunto y le disparo, mi tiro le da en la pierna, lo escucho quejarse y me levanto mientras le digo: - Somos la policía, por favor deténgase y ponga las manos en alto. Sin embargo se obstina en levantarse de nuevo y comienza a andar, trato de correr, pero en ese momento alguien más me dispara de frente, me da en el hombro lo que me tumba para atrás, intento levantarme pero los siguientes disparos vienen directo a mi pecho, giro sobre mi misma evitando los tiros, en la sombra de la pared bajo la ventana veo que un tirador se acerca, quiero dispararle al tirador y al hombre que está cojeando en su dirección, entonces en un intento desesperado apunto al tirador y grito. - ¡Sé que eres tu Laso!, ¡entrégate ya! El hombre que cojea se detiene, se gira y un poco de luz le da en el rostro sudoroso. - Teniente, sabía que llegaría, se ha demorado mucho para lo que usted misma me enseñó. - Laso, no tenías que hacerlo, ¿Por qué lo hiciste? –Me siento y reviso mi hombro, la bala me dio en la tira blindada del chaleco, así que lo que me duele no es más que el impacto y de pronto me pudo haber roto la clavícula, pero nada grave. - No responda Laso, a ésta niñita se le dio a escoger, pero prefiere jugar a la heroína- La voz rasposa del bandido le habla a Laso. - Tu eres un maldito, como sea que te llames, siempre desde las sombras y con chantajes, no puedes dar la cara, ¿Verdad? Te da miedo -escucho pasos por donde venía, seguro alguno de los muchachos que vinieron con nosotros me siguieron, ellos o Manuel, no lo sé.- Ven y dispárame de frente a ver si te atreves. Eso último lo dije en un arranque de locura intentando retenerlos, evitando que puedan escapar, pero estoy muerta del miedo, el hombre se acerca a mí, intento levantarme, pero mis piernas no me responden, entonces el hombre levanta su arma, me apunta a la cara y me dice - O es muy valiente o es una idiota teniente, tengo la ventaja y la tengo en la mira, es evidente que me tocará devolver la paga por su cabeza, pero reconozco que ha sido una buena presa. - No detente Jazz, déjala terminar su misión, no es la orden… - No te metas en esto Laso, diré al cliente que fue un accidente, pero es mi mejor momento, no voy a dejarla ir otra vez. –habla mientras camina hacia mí. - Así que te llamas Jazz, que nombre tan ridículo, ja ja…-quiero provocarlo más, con mi mano apoyada contra el suelo tengo el tiro seguro, un poco más cerca y será mío. - Lo siento teniente -Laso me tira una agenda, lo que despista a Jazz, luego se lanza contra él y caen por la ventana, se escucha un disparo un golpe seco y luego silencio. Un par de pasos se acercan a mí por detrás, mis piernas reaccionan y me logro levantar, corriendo llega Manuel y me pasa un brazo por debajo de mis brazos pensando que estoy herida, pero me suelto de él y miro por la ventana, abajo se ven una mezcla de sangre y dos cuerpos, no es lógico que estén muertos, apenas es un segundo piso... Sin palabras se lo señalo a Manuel quien se asoma, y se asegura que estoy bien mientras avanza en la dirección que corría el subteniente Laso, luego baja por unas escaleras de cemento y se pierde. De nuevo reviso mi herida y para eso me suelto el chaleco, tengo un morado tremendo en el hombro, pero al tacto siento el hueso entero. Camino rápido hacia las escaleras de cemento, salgo por una puerta de madera camuflada con pintura blanca y llego a la parte de atrás de la bodega, veo los cuerpos de Laso y Jazz, pero no lo comprendo, pareciera que Laso cayó sobre él, luego veo que la sangre sale del medio del cuerpo de Laso y dando la vuelta, veo que también parece salir debajo de su cabeza, entonces lo comprendo. No es que la sangre salga de la cabeza de Laso, sino de la cabeza de Jazz que quedó reventada contra el pavimento, al parecer Laso lo obligó a aterrizar sobre su cabeza al tiempo que recibía un tiro directo en el corazón, entonces pienso que es probable que ambos tengan pulso, reviso a Laso y así es, le pido a Manuel que llame de inmediato a una ambulancia, y trato de retirar a Laso de encima de Jazz, por otra parte si Jazz tiene pulso dudo mucho que sobreviva, pues su cráneo está reventado y su contenido está tocando directamente el suelo. La escena no es agradable, por lo que volteo la cabeza, en unos cinco minutos llega la ambulancia, me descubro llorando y le pido a Laso que me responda, pero sus ojos están cerrados, al parecer ha perdido la conciencia por causa del desangramiento, los paramédicos lo giran, lo revisan, el disparo entró directamente hacia su corazón, como pueden lo suben a la camilla y tratan de comprimir su herida para evitar que salga más sangre, pero una parte de mí sabe que no durará mucho. - Manuel, ¿A dónde lo llevan? - No lo sé Marion, supongo que al hospital, pero no sé a cuál, sha preguntamos. Mientras me dice esto una segunda ambulancia llega y les voy a decir que no es necesario que muchas gracias, pero Manuel me detiene y les dice: - Acompáñenme, son dos adultos y un niño, creo que están deshidratados, pero por favor revísenlos. En mi afán por atrapar a los culpables olvidé por completo a mi amiga, así que me voy detrás de Manuel y los paramédicos, los sigo por el mismo camino que usé para salir, subimos las escaleras y caminamos por los pasillos, me doy cuenta que en el afán de perseguir a Laso me metí entre oficinas vacías con escombros y muebles rotos mientras por fuera había un pasillo amplio que daba la vuelta al segundo piso. Llegamos a la habitación del inicio, y allí en el tapete están acostados los tres, al parecer están inconscientes pero vivos, con un grito corro hasta dónde ellos están, veo a Sol totalmente pálida, sus labios están quebrados, y apenas conservan la temperatura, su hijo y su esposo en condiciones similares, al parecer no los mantendrían vivos hasta el miércoles, de manera que me doy cuenta que tampoco me permitirían escoger, una vez que terminara mi misión en la cumbre, yo moriría. Los paramédicos se agachan sobre el niño primero, Manuel me retira para darle espacio a los paramédicos, yo me pongo a llorar contra su pecho, él me abraza y me siento protegida, segura, giro la cabeza para ver que hacen con mi amiga y veo que les revisan las pupilas y la boca, el pulso y la temperatura; entonces uno a uno comienzan a bajarlos hasta la ambulancia, yo vuelvo a esconderme en el pecho de Manuel… - Inspector, hemos revisado toda la bodega, está totalmente abandonada, en la oficina de al lado hay agua y alimentos, suficientes para mantener unas seis personas por una semana, pero no hay nada más. - Excelente Pérez, por favor pide ayuda a forenses y que vengan a hacer un levantamiento. - Si inspector. Luego de que levantan al esposo de Sol, intento calmarme, pues sentía los ojos de todos los que nos acompañaron en mi espalda, y casi juro que escuchaba las voces susurrando criticando mi excesiva sensibilidad y ligereza con el inspector, así que como puedo me compongo, afortunadamente hoy no me eché maquillaje, levanto la mirada y me doy cuenta que el inspector me mira con una mezcla de asco y lástima. - Perdón Manuel. - No hay nada que perdonar Marion, las cosas han sido duras, alégrate que los encontramos con vida, lo único que no entiendo es por qué te pusiste a shorar asha abajo. - Es que, ese era mi hombre, es decir, el subteniente que me traicionó. - ¿Cómo? ¿Y lo mandaste por la ventana? –A pesar del humor n***o, me da una risa que me saca del llanto. - Je, no, no tengo tanta fuerza, él se lanzó por la ventana y se llevó al otro. - Al final te fue leal, eso dice mucho. - Siii… eso creo, oye ¿Viste un diario, una agenda que estaba en el otro pasillo? - Si, lo recogí cuando te encontré, mirá, pensé que era tuyo. - No, no es mío, me lo lanzó Laso antes de irse contra el asesino. - Interesante, ¿Sabes que contiene? - No, déjame verlo. Abro el díario mientras Manuel se hace a mi lado para verlo también, allí encuentro en medio de las páginas una foto de Laso conmigo cuando él terminó el curso para subteniente, mirábamos hacia arriba y a la izquierda donde se encontraba nuestro fotógrafo, el sol brillaba en medio de un cielo azul, una brisa fresca hacia flotar parte de mi cabello, él tenía una mano sobre mis hombros y estábamos felices. Al retirar la foto veo que por detrás tiene la fecha y la ubicación dónde nos la tomaron, luego en el cuadernito había una nota tachada: - Mi teniente Marion, has sido la mejor maestra que he podido tener, me has enseñado tanto en lo militar como en lo personal, eres hermosa y me gustaría tanto trabajar contigo sólo por estar a tu lado, pues sé que nunca me verás, cómo yo te veo. - Mirá, creo que estaba enamorado de vos, y ¿Cómo juzgarlo? –Miro de reojo a Manuel y levanto una ceja, pero no digo nada, él sigue mirando al cuaderno. Comienzo a pasar páginas y aunque no hay una continuidad en las fechas, si hay una lógica cronológica, entonces una idea me llega como un relámpago y me pongo a pasar paginas hasta avanzar a un mes atrás, la mayoría son pensamientos de él sobre como percibe la oficina o de cosas que me ha dicho y no le presté atención. Un calor sube por mis mejillas pues siento que esto es algo muy íntimo y Manuel tiene abiertos los ojos leyendo todas las palabras con deseo insaciable. Así que avanzo más rápido buscando la fecha de los hechos y no hay nada al respecto, solo cosas de su familia, luego llego a la última página escrita dónde hay una especie de confesión. - Mi estimada y muy querida teniente Marion Durand, si tiene en sus manos éste diario, es muy seguro que yo esté muerto, además se estará preguntando ¿Por qué la traicione? O ¿Por qué disparé el rocket contra la senadora que usted más admiraba?, sé por lo que la conozco que ya dio con que el motivo primario de mi falta de lealtad no fue tanto dinero como mi familia, los trajeron a buenos aires con engaños y una vez en el avión los ataron y encerraron en alguna parte de buenos aires, confío en que usted los encontrará, porque si estoy muerto es que no pude dar con ellos. Lamento no haberle comentado nada de las decisiones que tuve que tomar, pues sé que usted es muy correcta y se hubiera expuesto para evitar que yo aceptara cometer todas las barbaridades que cometí, por favor cuídese mucho, quien me contactó para esto no es colombiano, pero tiene a un general trabajando para él, y ha puesto a un asesino internacional a cazarla como si fuera un animal con el cual jugar. Desconozco si cuando usted reciba éste diario usted ya sepa de él o no, pero por favor, tenga cuidado, hasta ahora no sé si es que usted no se ha dado cuenta de lo que siento por usted, o simplemente me ignora por ser su subalterno, pero creo que si no lo ha visto es el momento oportuno para decirle que estoy profundamente enamorado de usted y no es sólo por su belleza física, sino porque es una mujer de admirar. Me resta por decirle que la razón por la que fui elegido es dado a que usted se está volviendo una mujer muy poderosa y quisieron que la senadora muriera bajo su vigilancia para detenerle su ascenso, no lo permita por favor, si es necesario lleve estas páginas ante un juez o alguien que pueda respaldarla desde un ámbito legal. 28 de agosto de 2018 - Esto fue escrito hace cuatro días, yo aún estaba en Bogotá, yo… Me agacho para sentir que me sostengo, de nuevo siento que las fuerzas me abandonan, mis lágrimas vuelven a salir y de nuevo Manuel intenta consolarme, pero esta vez caigo de lado y quedo sentada con las piernas a un lado, el cuaderno en mis manos, mis lágrimas cayendo al piso de la habitación golpeando con todo mi dolor el suelo dónde tuvieron secuestrados a personas inocentes, dónde seguramente el mismo hombre que escribió éstas palabras tan bonitas, fue su carcelero y quizás hasta su torturador…odio este edificio, ésta bodega, odio ser policía y estar en medio de todo esto, mis fuerzas me abandonan, siento que no puedo más. En la distancia siento a las personas alejarse y marcharse en sus autos, los brazos de Manuel pasan por debajo de mis piernas y por detrás de mi espalda, me carga como si fuera una niña pequeña, me sube a un auto y me quedo allí llorando, a lo lejos veo a los forenses llegar, entonces el inspector se sube en el lado del conductor y yo cierro los ojos, me recuesto sobre el marco de la ventana y dejo que el aire en contra se lleve mi llanto… Una media hora más tarde estamos de vuelta en la comisaría, todos se bajan menos yo, no tengo ganas ni de moverme, algunos de los muchachos de Manuel y los míos intentan hablarme, los escucho como si estuvieran lejos, como si me hablaran entre tubos, no comprendo las palabras, mis pensamientos reviven una y otra vez lo que acabo de vivir, lo que acabo de leer, un hombre me amaba tanto, que se sacrificó para protegerme. Si se lo dijera a Amanda, diría que es algo muy romántico, pero yo lo quería acá, conmigo, hubiera preferido poder abrazarlo, besarlo, decirle que juntos resolveríamos sus problemas y así el no se hubiera convertido en asesino, estaríamos hoy en Tunja en medio de un paseo de olla con sus amigos y los míos… contrario a eso, eligió amarme en silencio y perder su vida… ¡LO ODIO! Mis palabras salen con un grito desgarrador y resuenan por el parqueadero de toda la comisaría, me enfurezco demasiado, mi ira me hace levantarme, me limpio las lágrimas con las manos y con un solo impulso abro la puerta y me bajo del auto, voy al baño y me lavo la cara me quito los mocos y me veo al espejo, estoy decidida a encontrar la razón de todo, Laso pudo ser un buen hombre pero eligió la muerte, yo elijo la vida, ¡mi vida!, y nadie me la va a quitar. Me quito el chaleco antibalas y me aflojo la camisa del uniforme, me refresco un poco y reviso mi herida del hombro, ya no hay nada, ni morado ni dolor, parece un milagro, pero siendo honesta no sería la primera vez que algo extraordinario me ocurre, con la convicción que me trajo a esta ciudad, con la misma determinación con la que entrené a Laso para que se volviera subteniente, con la misma que estoy resuelta y decidida a seguir avanzando en mi carrera, con esa misma subo a la oficina de Manuel y sin importar que está en medio de una reunión con sus muchachos y alguien que al parecer es su superior abro la puerta y le digo: - Manuel, te necesito, ¡Encontremos a la familia de Laso!
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