Déficit.
1128 Words
Karlf observaba cómo las sirvientas se llevaban su bandeja con comida, apenas y había probado bocado.
Se sentía desdichado, llevaba sin salir del castillo a petición de su madre, no había estado muy bien de salud desde hacía meses y el pobre se hallaba muy débil.
También estaba el hecho de que anímicamente no se sentía muy bien del todo, y se debía a que se sentía excluido y rechazado por parte del resto de su familia paterna.
No entiendia por qué motivo ni sus tíos ni sus primos le habían buscado jamás.
Derrotado y agotado se fue a echar a su cama y se cubrió hasta la cabeza con una frazada.
En eso alguien llamó a la puerta, haciendo que el muchacho se incorporara de un salto.
- ¿Quién es?.
Preguntó el joven.
- Hijo, soy yo.
Contestó Jenna al otro lado de la puerta.
Karlf se acercó y abrió, haciéndose a un lado para dejarla pasar.
- Madre.
Dijo el joven al tenerla de frente.
- ¿Cómo estás?.
Le preguntó ella.
Karlf desvió la mirada al techo y luego suspiró.
- Aburrido.
Respondió él.
Jenna asintió con lentitud.
- Te entiendo muy bien mi niño. Pero no estás muy bien de salud y…
- Madre, me sentía muy bien hasta que me encerraste aquí. No me dejas salir ni a tomar el sol, estoy harto… ya me he leído toda la maldita biblioteca y además me estoy volviendo loco.
Jenna lo miró fijamente.
- Hijo, debes entender que no es prudente salir. Corres peligro.
- ¿Peligro?… ¿Por que?.
Le preguntó el joven cada vez más molesto.
- Tus tíos no quieren cederte la corona, no han dicho nada todavía, pero es un hecho que sólo quieren hacer de tí un títere. Calisto II no piensa dejarte gobernar libremente y no dudes que intente hacerte daño o incluso hacerme daño a mí para seguir gobernando a su antojo.
Le dijo ella.
Karlf la miró molesto.
- Sinceramente madre, no creo que ese sea el caso… de haberme querido hacer daño ya lo habría hecho ¿no crees?.
Jenna soltó un respingo.
- Karlf, aún eres muy joven y no entiendes muchas cosas, no conoces a ese hombre y no sabes de lo que es capaz. Te quedarás aquí hasta que llegue el momento… buenas tardes.
Le dijo Jenna para luego salir y cerrar por fuera la puerta, dejando a Karlf atrapado.
El muchacho comenzó a aventar todo lo que tenía a su alcance totalmente furioso.
Si lo que su madre dijo era verdad entonces él no dejaría que el tal Calisto lo tuviese bajo su yugo.
“De ser necesario tendré que buscar la manera de liberarme dé esas personas, así tenga que matarlas”
Pensó con amargura.
*****************************************************
Ayra y Josna estaban en el balcón, adentro toda la gente festejaba el cumpleaños número veinticinco de Josna alegremente.
Ayra lo había visto salir a tomar aire fresco, así que decidió salir tras de él.
- No luces muy contento.
Dijo ella al acercársele.
El joven pegó un pequeño salto a causa del susto al escucharla hablar.
- No es eso, es sólo que adentro hay muchas personas y de repente me engenté.
Respondió él sonriéndole tímidamente.
Ayra contempló los hermosos ojos azules del joven y se acercó más a él.
- ¿Que te regaló mi padre?.
- Una espada muy extraña… es ondulada y ligera, pero también increíblemente afilada y resistente.
Le contestó él.
Ayra asintió.
- ¿Te puedo preguntar algo?.
Le preguntó ella.
Josna asintio.
- ¿Te caigo mal?.
- Claro que no, tú me caes muy bien, jamás podrías caerme mal pequeña.
Hacía mucho tiempo que no le decía “pequeña”.
- Josna…
Dijo la joven en voz baja.
- ¿Sí, Ayra?.
Respondió él.
La joven se acercó a él y sin decir agua va, lo besó.
El beso fue intenso y apasionado, la chica le introdujo la lengua y se aferró a él con violencia.
Josna soltó un jadeo y la sujetó con fuerza por los hombros, luego la alejó de él.
Ayra lo miró sorprendida ante el rechazo del joven.
Él la miró con evidente molestia y le lanzó una mueca ofendida.
- ¿Pero que te sucede?.
Le preguntó él.
Ayra sintió cómo todo el mundo se desplomaba a sus pies y la vergüenza se apoderaba de ella, de repente estaba muy triste sintiéndose rechazada.
- Yo… yo…
Comenzó ella a quererse explicar y decirle al hombre que tenía en frente lo mucho que lo amaba, lo que sentía por él desde hacía ya mucho tiempo, pero al ver la hosca expresión y duro semblante de Josna, optó por morderse la lengua.
- Jamás vuelvas a besarme…
Le espetó él.
Ayra sintió el escozor de las lágrimas que amenazaban con brotar así que asintió frenéticamente y luego se giró.
- Discúlpame.
Dijo ella, mientras echaba a andar a toda prisa de vuelta a la fiesta, dejando a Josna mirándola marcharse.
De repente Josna se sintió un estupido, totalmente furioso le pegó un puñetazo a un pilar, haciéndose daño.
- ¿Pero que he hecho?… ¿Porque hice eso?… Soy un pendejo… el pendejo más grande del mundo…
Se recriminó así mismo.
- ¿Porque eres un pendejo, mi niño?.
Le preguntó Clint quién lo observaba con interés, recargado despreocupadamente en otro pilar.
Josna se sobresaltó al verlo y luego lo miró con los ojos llorosos.
- ¿Viste lo que sucedió?.
Le preguntó.
Clint asintió.
- Lo arruinaste.
Contestó Clint.
Josna se cubrió el rostro.
- No se porque hice eso… yo, en verdad quería besarla… oh padre, la amo.
Se sinceró él.
Clint se acercó más al joven y lo abrazó.
- Eso que hiciste te costará carísimo… ahora ella te rechazará, he visto su futuro y se comprometerá con alguien más. Ayra es muy orgullosa y no olvidará que la rechazaste.
Josna lo miró alarmado.
- ¿Con quien se comprometerá?
Le preguntó él.
- Muy probablemente con el hijo de Staryna Shrinka. Es un año mayor que tú…
Josna no pudo evitar soltar unas lágrimas de impotencia.
- ¿Que hago?…
- Deja tu cobardía y ve a buscarla ahora mismo, anda… por que el sobrino de Stavros Shrinka está allá, y Stanya los va a presentar.
Le contestó Clint.
Josna rápidamente volteó y vió a lo lejos a un joven rubio platinado muy apuesto y alto, musculoso y parecido a Stavros.
Clint sonrió, mientras Calisto se acercaba.
- ¿A donde va Josna tan apurado?.
Le preguntó Cal.
- A declararle su amor a Ayra.
Le contestó Clint riendo.
Cal sonrió emocionado.
- ¿Que le has dicho?.
- Lo suficiente para que deje de ser tan cobarde.
- Writer
