Calisto llevaba toda la mañana al pendiente de la fiesta de Josna, le causaba mucha intriga lo que Edithe había planeado para la celebración. De cuando en cuando se había sorprendido a sí mismo husmeando entre los sirvientes para ver si así de parte de ellos lograba sacar un poco de información.
Edithe había sido muy hermética al respecto y no le había querido dar demasiada información, incluso Cal la amenazó con declararle la guerra a Tarkka si no le decía que era lo que estaba planeando, sin embargo la muy altanera le dijo que hiciera lo que creyera conveniente, dejando a Cal totalmente desarmado.
- ¿Enserio la amenazaste con declararme la guerra a mí?.
Le preguntó Stavros riendo.
- Sí, y aún así no me quiso decir nada. ¿Tú crees?.
Le respondió Cal muy frustrado.
Stavros rió alegremente.
- Creo que le estas dando mucha importancia a eso de la fiesta de Jos. Deberías relajarte y dedicarte a beber vino conmigo, anda ven…
Le contestó Stav mientras le ofrecía una copa.
Cal suspiró resignado y fué a sentarse a lado de su amigo.
- ¿Por que tu mujer es así?.
Le preguntó Calisto muy triste.
- Así es Edithe, deberías de estar acostumbrado a ella. Llevan compartiéndo la crianza de cuatro personas desde hace muchos años, ya deberías de haberle tomado la medida, discutes más tú con ella que yo. Parece más tu esposa que mía.
Le contestó el Tarkkaro.
Cal esbozó una sonrisa.
- Si Edithe fuera mi esposa ya la habría abandonado desde cuando autorizó a los chicos a disfrazarse de brujas hace siete carnavales, Eros y Josna literalmente iban vestidos de mujer.
Stavros soltó una carcajada al recordar ese día.
- No te rías Stavros.
Le dijo Calisto muy serio.
- Ay por favor Cal, no seas así de pesado. Fue una broma que te quisieron hacer tus hijos.
Le contestó Stav.
Cal le lanzó una mirada emponzoñada y luego rió.
- Bueno, la verdad si me dió risa, pero en serio, a veces tengo la impresión de que Edithe sólo hace todo esto para fastidiarme.
- No lo dudo, tal vez sea su manera de divertirse.
- Es una sadica.
- Hablando de mujeres difíciles, ¿Que te ha dicho la condesa Nashor?.
- Pues… lo mismo de siempre, puras negativas.
Le contestó Cal muy apesadumbrado.
- ¿Quieres que vaya yo y saque a ese chico de ahí?.
- Eso estaría bueno, aunque de repente te imagino con un ariete tratando de derribar las puertas. Pero no, tengo que mandarla traer a la fuerza.
Le contestó Cal.
- ¿Y si te están negando a Karlf porque se murió?.
Le preguntó Stavros de repente.
Cal se giró rápidamente para verlo con los ojos desorbitados.
- No… ¿Cómo crees?. Azazel o Luzbel ya me lo habrían dicho.
Le dijo Cal.
En eso entró Fenhir y se les quedó viendo.
- Ya llegaron Ferenc, Janos y Ratkaro, Están abajo.
Les dijo luego de unos segundos.
- ¿Y Nessan?.
Preguntó Cal.
- Pues el dijo que llegaría más tarde, por cierto Cal, el obsequio de Josna ya llegó.
Le informó Fen.
Cal se puso de pie rápidamente y corrió hasta la puerta.
- ¡Por ahí hubieses empezado!
Le recriminó Cal mientras salía disparado hacia los pasillos.
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- ¡ÉL NO PUEDE OBLIGARNOS!.
Gritó Jenna Nashor totalmente fuera de sí.
Menphis Horns , su consejero sólo se limitó a observarla mientras la mujer daba vueltas y gesticulaba iracunda.
- Me temo, que no podemos oponernos a las intransigencias de su majestad Calisto, mi señora.
Le contestó el hombre de cabellos blancos y apariencia temible, ya que era toda una mole de gran estatura.
- ¿Para que quiere ver a mi hijo? ¿Por que solamente no le da la corona y ya?.
- Lo más probable es que intente persuadir a su majestad Karlf, para así seguir manteniendo el control que tiene en todo el mundo, su majestad ha dejado en claro lo mucho que ama el poder. Siempre con sed de más, no me sorprendería que intente gobernar Medraz a través de su hijo, mi señora.
Jenna lo miró ansiosa.
- ¿Tú crees?.
- Sólo son conjeturas, lo que más me preocupa es que sucedería si su hijo decide no acatar los mandatos de Calisto.
- ¿A que te refieres?.
Le preguntó ella.
- ¿Acaso ha olvidado lo que el “Rey Infame ” es capaz de hacer a todo aquel que osa temerariamente a interponerse en su camino?… Axas, Zarad, Ashent… Artemis… incluso hizo pacto con el diablo para así lograr ganar la guerra, ¿Usted no cree que sea capaz de asesinar a su propio sobrino? Y más teniendo en cuenta de que se trata del hijo del hermano que nunca quizo y tenía rivalidad? Por que Calisto II sólo tenía un sólo deseo y ese era el de convertirse en Rey, y no sólo lo logró si no que se volvió el más poderoso de entre todos los reyes existentes… y todavía el muy hereje contrajo nupcias con el mismísimo Lucifer. No debería sorprenderse ante el hecho de que Calisto no es una buena persona, es probablemente el más hermoso entre los hombres, pero también es el más peligroso y codicioso.
Jenna derramó lagrimas horrorizada, no se había puesto a pensar tan profundamente en aquella cuestión.
- Karlf no debe reunirse con ese hombre, por el bien de su hijo y por su vida, tenemos que ponerle un alto a Calisto.
Le dijo Menphis.
- ¿Cómo?… no queda nadie que se atreva a enfrentarle, todo el mundo le teme.
- No todo el mundo Condesa, aún existen naciones a las cuales no les gusta la existencia de este Rey.
- ¿Que haremos?.
- Convocarlos, solicitar la ayuda sobrenatural de otros seres que aquí existen y declararle la guerra a Calisto II. Estoy seguro que la iglesia nos apoyará.
Jenna sonrió con esperanzas renovadas, no permitiría que su hijo quedara a merced de Cal.