Capitulo Nueve

2047 Words
—¡Buenas! —saluda la mayor de las hermanas, Briand. A su lado, está su esposo, un pelele que se deja manejar por su suegro. Al igual que hace un rato me pongo de pie. —Bienvenidos. La mujer me mira sorprendida al mismo tiempo que encantada, eso sí, sus ojos no dejan de recorrerme como si fuera la personificación de un dios. —Soy Mina. —Extiende su mano, al contrario de lo que hice con su madre, solo correspondo el saludo—. Él es mi esposo, Raphael. Asiento con la cabeza hacia él. —Bienvenido. Los ojos del hombre me recorren de arriba abajo, estoy seguro de que está buscando que la marca de mis zapatos sean solo imitación porque eso puede quitarle el puesto de yerno favorito. ¿Quién en el mundo en el que me muevo no tendría dinero? Dicen que lo peor de este negocio no es la falta de dinero, sino que siempre estamos huyendo y no podemos disfrutar de este, parezco un hombre tranquilo, pero soy uno de los que más buscan las autoridades, lo que sí es que nunca le han dado un rostro. —Es un gusto. —Suelta no muy seguro. Raphael ha sido el favorito de su suegro porque le ayuda a pagar una que otra deuda. Ahora tiene miedo de que su favoritismo sea reemplazado por mi persona. Por eso no debe preocuparse porque mis intenciones son otros. —Siéntense, por favor. —Señalo los asientos vacíos al mismo tiempo que me siento en mi lugar. Muevo las manos con más nervios que anteriormente. ¿Por qué se quedó tan atrás? ¿Por qué se demora? ¿Abra huido? Trato de disimular mi comportamiento; sin embargo, no puedo dejar de mirar hacia atrás, lo que no pasa desapercibido para la mayor del clan Briand. —Está en el baño. —Informa Mina observándome. Frunzo el ceño intentando no demostrar que me ha pillado. No puedo ser una persona predecible o eso terminaría afectando mi trabajo, no puedo demostrar que Emma me importa. —¿Ah…? —finjo no saber de qué habla. —Mi hermana está en el baño. —Aclara. Asiento un poco más tranquilo por dentro, por fuera intento no mostrar mi cambio de actitud. Eso no quiere decir que mis pies no hayan dejado de chocar cada segundo con el suelo. Es un tic nervioso, por suerte no suele pasar cuando estoy en mi trabajo. Luego de un par de segundos aparece la mujer que ha traído un poco de brillo a vida. —¿Dónde estabas niña? —cuestiona la madre entre dientes. Ella aun si verme se encoge de hombros. Ahora que veo el comportamiento y el fastidio en la mirada de Edith, confirmo que la odio más que hace un momento. —Atendiendo el llamado de la naturaleza. —Lo he dicho, es natural, pero estoy seguro de que lo hace para ahuyentarme—. En pocas palabras estaba… —¡Ya entendimos! —gruñe la menor. —¿Quién es ese hombre tan guapo? —suelta la madre de mi chica. ¿Cómo Emma puede aguantar a esta familia? En el poco tiempo que hemos pasado aquí puedo decir que la única que vale la pena es Mina, además de la investigación que me ha dado mi padrino, me ha dejado claro que ella es la única que se puede salvar del huracán que se avecina. —Mi padrino. Señalo con educación al hombre que se acaba poner de pie. —Antonio Fonseca. —Habla abotonándose su saco—. Bienvenidos. —Susurra Antonio sonriendo educadamente. Luego de unos segundos vuelve a sentarse a mi lado. —Emm, te guardé un asiento a mi lado. —La llama Mina señalando el asiento vacío. Mi chica, aun ignorando mi presencia, se acerca al puesto que su hermana ha señalado de mala manera demostrando su mala educación. —¿Ya pidieron la comi…? Habla volteando su rostro a vernos, las palabras de mi bella prometida quedan suspendidas cuando se encuentra con mi mirada. Emma parpadea confundida. Mi padrino tenía razón, debo estar preparado para cualquier reacción de su parte. —Hija. —Charles llama a Emma como si fuera su favorita—. El señor Antonio Fonseca, el joven Manson Richards. Ella aún me observa confundida. —Es un placer conocerla. Extiendo la mano hacia mi bella novia, quien aún no se cree que me tenga frente a ella. Debería decir que ya nos conocemos, pero no puedo permitirme que ese hombre vea mi debilidad, no porque después de todo es mi objetivo. —¿Perdón…? —susurra, parpadeando, perpleja como si mi presencia fuera un chiste. Charles observa a su hija luego a mí esperando una reacción diferente. Al ver que Emma no dice nada, y que yo no tengo intención de demostrar mi debilidad, decide hablar. —Permíteme presentarlos adecuadamente, Emma, él es Manson, tu prometido. Emma ¿En qué momento dejo de ser mi novio para ser mi prometido? ¿Es una broma…? ¿Dónde están las cámaras? Un momento, mi padre no es persona de broma y mi madre mucho menos, ¿Entonces todo esto es cierto…? Juro que estoy a punto de desmayarme. No estar comiendo casi nada ha estado empezando afectarme, eso y esta escena me tienen mareada, ya ni siquiera sé cómo respirar. —¿Prometido…? —suelto, aún confundida. Vale. Tenía en mente que mi prometido tendría la edad, quizás del padrino de Manson. En la primera persona que me fije fue en él porque pensé que ese era el hombre que mi padre había escogido. ¿Por qué una persona joven? ¿Acaso papá no quería a una persona para manipular? ¿Acaso Manson es una persona manipulable? No me parece. —Así es, mi bella hija. ¿Desde cuándo Charles es tan cariñoso conmigo? ¿De qué me estoy perdiendo? —¿Estás bien? —cuestiona Manson mirándome serio, pero sus ojos no mienten, en sus ojos veo la preocupación—. ¿Deseas tomar algo? ¿Por qué me trata como una extraña? No importa. Claro que deseo algo, deseo ser una sádica para acabarlo con mis propias manos. Como me puede hacer esto. ¿Por qué no me aviso? ¿Estoy dando por hecho que me casaré con él? No puedo dejar que Charles tenga razón. —Un poco de agua. —Suelto, apenas encuentro las palabras. Mina me pega con el codo soltando una risita encantada, con disimulo se acerca para susurrar en mi oído para que solo yo pueda escucharla: —Tienes suerte hermanita. —Ladeo el rostro mirándola mal—. Está como quieres. —Para acentuar sus palabras se muerde con disimulo los labios. —Deja que Raphael escuche eso. —Gruño cerca de ella. No quiero ni imaginarme como sería la reacción de mi cuñado, ya es suficiente que sienta miedo de que le puedan quitar el favoritismo de mi padre. —Pero es que… —Shh… —Golpeo su pierna con mi pie para que no diga algo que le pueda causar problemas. Yo también la cuido. Dejando la conversación de lado pedimos la cena, luego de que traen el pedido nos dedicamos a comer o por lo menos eso, intento. Los mayores tienen una conversación tranquila, mientras tanto, yo solo puedo ver como tiemblan mis manos. Estoy segura de que si papá sabe mi relación con Manson me matará. ¿Por qué hace esto? No es su culpa, después de todo él no sabe que me está exponiendo. ¿Le dirá que nos conocemos? Espero que no lo haga. Aparte del miedo y la confusión que tengo me encuentro en varias ocasiones mirándolo de reojo y es porque no creo que este hombre sea mi novio. El Manson que estuve viendo durante tres meses largos era distinto, sobre todo en su forma de vestir, era como ver a una persona normal. Ahora lo único que veo es a un hombre millonario, es como ver a un pez dentro del agua. ¿Acaso no es de bajos recursos como pensaba? ¿Acaso todo lo que me contó era mentira? No soy la única que lo observa como si fuera un dios, Aimée está encantada con la presencia del que es mi novio desde hace una semana. Ese mismo novio que luego de acompañarme a la universidad se perdió. ¿Debería sentirme celosa porque mi hermana no puede quitarle la mirada de encima a novio? Sí, me siento celosa porque mi pequeña hermana lo está devorando con la mirada. —¿Qué dices, Emma? —cuestiona mamá llamando mi atención. —¿Ah…? —hablo confundida. No es mi culpa que me pierda en mis pensamientos, es solo que la mirada de mi hermana hacia Manson me inquieta. —¿Dónde vives niña? —reprende Charles—. Estábamos hablando de la boda. Es momento de actuación magistral, no me importa que mi prometido sea el que es mi novio actual, no me importa que sea la persona de la que estoy enamorada. Sí, me gusta la idea de formar un hogar con él, pero esto es muy apresurado. ¿Por qué no me lo dijo? ¿Y si yo no fuera esa mujer? ¿Y si él pensaba casarse con la hija de Charles sin saber que era yo? ¿Y si fuera otra, entonces yo sería su amante? Con orgullo y sin importar que Charles me muela a golpes, me pongo de pie al mismo tiempo que tomo un vaso de agua fría. —Quizás cuando tenga cincuenta años me case con usted. —Gruño lanzándole el agua al rostro—. Debería verse en el espejo, quizás de esa forma vea que no está a mi altura. Tenía planeado un diálogo mejor. Me refiero a que suponía que era un hombre mayor, mi pensando era decirle, mírese usted, mire a mí, está seguro de que me aguantará en la cama. —¡Emma! —gruñe Charles de mal humor poniéndose de pie al mismo tiempo que levanta la mano para golpearme. Instintivamente, cierro los ojos esperando que el ardor merme, pero no llega el golpe, por lo que me veo abriendo los ojos encontrándome con una escena sorprendente. Manson tiene la mano de mi padre, no luce amenazante, pero sí serio. —No se moleste, señor, Briand. —Habla Manson soltando su agarre con elegancia—. Entiendo la reacción de su hija. —Señala el asiento y papá se sienta, Manson lo imita—. No hay ningún problema. Esta vez mi novio me observa con diversión, pero hay algo en su mirada que me inquieta, hay peligro. Manson se seca el rostro con una servilleta mostrándose tranquilo. Algo me dice que no le gusto el comportamiento de mi padre. Esto le ha confirmado que Charles me golpea cada que se le da la gana. —Papá te molerá a golpes. —Susurra Mina cerca de mí. ¿Acaso cree que no lo considere? —Ofrécele una disculpa al señor, Richards. —Ordena Charles. ¿Una disculpa? Es el quién debe disculparse por verme la cara de idiota, eso me pasa por enamorarme de un extraño. ¿Qué esperaba de la vida? ¿Tener un amor bonito como en las novelas? —No es necesario. —Habla Manson sin quitarme la mirada de encima. —Claro que lo es. — Si usted me permite me gustaría pasar un momento a solas con mi prometida, de esta forma nos podremos conocer un poco más y aligerar las tensiones. Estoy segura de qué papá me venderá. —Claro. Lo he dicho. —No iré a ninguna parte. —Suelto con orgullo. Mi dizque prometido mira de mi padre a mí. —¿Está segura? —cuestiona esta vez serio y siendo dominancia en el tono de voz. Estoy segura de que esa seriedad no es conmigo, sino con mi padre. ¿Por qué tenía que contarle que mi padre me castigaba? —Está bien. —Hablo resignada. Manson se acerca a mí tendiéndome su mano como todo un caballero, no puedo quejarme, siempre ha sido un caballero. De mala gana acepto su mano dejándome conducir hacia donde él desea.
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