Verdades Ocultas

Capitulo Siete

Tenía una perspectiva de que una relación entre nosotros sería romántico y perfecto como las novelas. Lo sé, a veces soy solo una chiquilla soñadora que espera a su príncipe bajar del caballo con una caja de pedida de matrimonio.

No esperaba que fuera tan pronto, pero…

Luego de que Manson me acompañara a la universidad, tenía la esperanza de que estuviera en contacto conmigo, más de lo que estábamos antes, pero no, desaparece por los días siguientes. No me sorprende, pero una parte de mí deseaba que ahora que somos pareja las cosas cambiaran, eso sí, hay mensajes tiernos de por medio, pero no es lo mismo.

En el tiempo que estuvimos saliendo como amigos, él desaparecía por varios días. Cuando volvía me explicaba que su trabajo le impedía dedicarme más tiempo del que desearía. Una parte de mí anhelaba que me dedicara tanto tiempo de ser posible.

Esperaba que fuera algo así como en las novelas de empresario, donde ellos dejan de trabajar para empezar a salir con la chica de la que están enamorados, o quizás como los universitarios que empiezan a ignorar sus clases para disfrutar el tiempo con su amor.

Claro está, que es algo imposible porque esta es la vida real y todos debemos concentrarnos en nuestros proyectos.

—Hoy no irás a trabajar. —Ordena mamá entrando a mi habitación.

Dejo el cepillo de cabello en la mesa para voltear a verla.

—¿Perdón…? —suelto, confundida.

Les he permitido que me hablen mal, pero que se metan con lo único que me ayuda a continuar con mis planes, no.

—Tu padre ha concretado tu compromiso.

Parpadeó perpleja tratando de orientarme como si me acabaran de golpear tan fuerte.

—¿De qué hablas madre?

Edith es una mujer de cuarenta y cinco años, su piel es morena suave, su cabello corto es del mismo color que el mío, solo que el de ella ha empezado a cambiar de color, es decir, por uno más blanco.

Quiero imaginar que mi madre en el pasado tuvo corazón.

Actualmente, parece que lo ha perdido.

¿Qué le ha hecho Charles para que se convierta en esto?

—Tu padre prometió que te buscaría un buen partido, ¿Lo olvidaste…?

Suelto una carcajada carente de gracia.

Esto debe ser una broma.

Mis manos al igual que todo mi cuerpo comienzan a temblar de miedo.

No puede ser, no ahora, que mi vida ha empezado a tener sentido.

—¿Crees que un hombre viejo y millonario será lo mejor para mí? —cuestiono demostrando un valor que no tengo.

Los ojos de mi madre destellan enojo.

—Cualquier persona que te reciba es lo mejor para nosotros, después de todo solo eres un estorbo. —Gruñe.

¿Qué soy?

¿Un objeto?

¿Un trofeo?

—No lo acepto.

Su mano va a mi brazo, sus uñas se entierran en mi piel.

—Escúchame bien, esta vez no lo vas a arruinar. —Gruñe en mi oído zarandeándome—. Es un hombre millonario que nos va a sacar de este lugar, si lo rechazas juro que te mataré con mis propias manos.

¿Acaso esta mujer se puede llamar madre?

Trago con fuerza al mismo tiempo que me sacudo de su agarre, me trago las ganas de llorar, no voy a hacer más débil a sus ojos.

—Mátame de una vez.

Sus ojos son enojo puro, algo que Edith tiene en común con Charles es que odia que le lleven la contraria. Soy la oveja mala de la familia, nada más porque quiero defender mis ideales.

—Eso haré. —Gruñe levantando la mano a punto de golpearme.

—Emm… —interrumpe mi hermana mayor antes de que mamá me golpee. Sé que lo ha hecho para evitar que me maltrate—. Papá quiere que te ayude arreglar.

Mamá mira de Mina a mí, luego se da la vuelta saliendo de la habitación sin decir nada. Antes de marcharse cierra la puerta de mi habitación con fuerza provocando un gran estruendo. Demostrando que de verdad me matara si no acepto lo que ellos me están imponiendo.

Estando sola con mi hermana me permito ser yo misma.

Aquella chica que teme por su futuro, aquella chica que duda de sus cualidades, aquella chica insegura que piensa en si aceptar la decisión de mis padres será la mejor, aquella chica que, aunque tenga sueños, aun sus padres tienen poder sobre ella.

—Mina… —susurro en medio de sollozos abrazándome a ella.

Su mano va a mi cabeza invitándome a recostarme en su pecho.

—Quizás no sea tan malo, peque.

Sacudo la cabeza sin despegarme de ella.

—Sería aceptar que tienen razón.

Pasa una de sus manos por mi cabello.

En parte es mi orgullo el que no me deja bajar la cabeza.

—Emm, date una oportunidad, quizás esa persona pueda ayudarte a conseguir aquel futuro que deseas.

—¿Y luego que…? —cuestiono separándome de ella.

Sonríe aligerando un poco mi tristeza.

—Buscamos algún veneno y te hacemos viuda. —Bromea.

—No es tan fácil.

Me aleja de ella mirándome con detenimiento.

—¿Hay alguien, no es así?

Con Mina es imposible no ser sincera.

—Sí.

—¡Ay, Emma! —exclama con pesar en la voz.

Sacudo la cabeza.

—No me voy a casar.

—Sabes que siempre te he apoyado, pero esto es un hecho. Nada puede ir en contra de papá. —Recuerda—. Lo mejor que te puedo decir es que te olvides de esa persona.

La tristeza me invade y continúo llorando y no es porque esté enamorada de otra persona, es porque todos mis sueños quedaran truncados. Es porque el esfuerzo de toda una vida se perderá en segundos. Y si mi parte de mujer ilusionada no puede evitar pensar en dejar de lado lo bonito que se está formando con Manson.

—No puedo.

—No pienses en que papá y mamá se beneficiaran, piensa en las oportunidades que esto te puede traer.

—¿Qué oportunidad me puede traer esto? —cuestiono perdiendo mi estabilidad—. ¿Una vida llena de lujos? ¿Con muchos hijos? ¿Un esposo abusivo y viejo? ¿Alguien que me engañe a cada instante? —Sacudo la cabeza—. No quiero eso para mí.

Sé que quizás la lastime por la forma en la que lo digo, es por lo que ella ha pasado.

Esto no es una novela donde te obligan a casarte y si la parte femenina no quiere tener relaciones, el esposo la respetará. Eso solo sucede en novelas y libros de romance. En la vida real, una mujer que se casa aun cuando no esté de acuerdo debe responder a su pareja como mujer y de no ser así esa persona la obligará.

No quiero este camino.