Manson
Lo mío no es asistir a banquetes, pero esta vez la ocasión lo amerita.
Observo a mi objetivo por el rabillo del ojo, confieso que nunca se me paso por la mente que este hombre terminaría siendo mi objetivo. Lo veo congraciarse con demasiados hombres y todos mayores, estoy seguro de que algo se trae entre manos.
¿Qué es?
Pronto lo sabré, en realidad, lo sé; no obstante, quiero jugar un poco.
Estoy aquí porque conozco sus planes.
En mi mano hay un vaso de vodka que me hace ver como un hombre solitario y millonario. Estoy tratando de llamar su atención, pero al buen redentor parece interesarle hombres mayores que pueda manipular, no me esperaba que tuviera algo de competencia, pero sé que saldré vencedor.
La misión de hoy es conocer los pasos de la oveja negra, esa es la razón por la que estoy haciendo presencia en esta fiesta, eso y lo que he descubierto. Percibo por unos segundos la mirada del hombre en mí, veo eso como la oportunidad de acercarme.
No debería hacerlo.
Lo que hago normalmente es conocer al objetivo, saber todo de él, espero la orden de actuar y luego desaparezco de la vista de todos. En este caso este hombre es especial porque no es un asesino en serie como a los que acostumbro a pasar a la otra vida. Este hombre es un, doble moral que camufla todo a su conveniencia, lo que hace interesante la cacería, sobre todo la forma en la que vende la información y la diversa “mercancía”
—Buena noche, señores.
Asiento hacia ellos reverenciándome como lo haría un hombre sumiso, un hombre de siglos atrás.
—Buenas noches. —Saluda educadamente el hombre mayor, estoy seguro de que le lleva muchos años a mi objetivo—. ¿Es nuevo?
Quiere saber si soy un millonario nuevo.
Sacudo la cabeza.
—Estuve en el exterior un par de años preparándome para ayudar a mi padre con las empresas.
Hablar de mi padre se siente completamente asqueroso.
Es un título que nunca se ganó, ni él, ni ella.
Bueno, en un tiempo lo tuvieron, pero lo perdieron.
—¿Y su padre es…?
—Alberth.
Por su mirada estoy seguro de que quiere sonsacarme mayor información.
—No he escuchado ese nombre.
Ese nombre hace muchos años dejo de escucharse, ni yo lo nombro y cuando lo hago es en mis pesadillas.
—Mi padre se ha tomado unas magníficas vacaciones de retiro desde hace años.
Unas maravillosas vacaciones en las que espero que se pudra. No es bueno que un hijo le desee el mal a su padre; sin embargo, ese hombre se merece todo lo malo que ha pasado.
¿Cómo es que sigue vivo?
Estoy seguro de que aquel hombre que me ayudo lo ha cuidado donde está.
Ambos hombres asienten incómodos al no encontrar tema de conversación que me puedan sonsacar información. Estos hombres me recuerdan a las fiestas benéficas donde las mujeres comparten chismes y critican a las demás. No están tan lejos de eso, estos caballeros.
—¿Usted es el señor Charles, verdad? —cuestiono.
El hombre entrecierra los ojos buscando el peligro, pero lo que él no sabe es que soy buen actor, en mí nunca verá el peligro a menos que quiera que lo vea.
—Así es.
Acomodo mi saco de tal forma que se vea la elegancia y el despliegue del poder, todo lo que le llama la atención a él, también quiero que vea que soy una persona sumisa a la que puede doblegar y sacarle un par de millones para pagar sus deudas.
—Me gustaría que habláramos.
—¿De qué…?
Observo al hombre de más edad que parece interesado en mi conversación, debería estarlo porque le voy a quitar la joya que desea.
—Tengo entendido que está dando en matrimonio a su hija.
Asiente con los ojos entrecerrados de tal modo que sus arrugas se noten con mayor intensidad.
—Así es. —Suelta con perspicacia—. ¿Cómo lo sabe?
—He escuchado a más de un hombre hablando de la belleza extraordinaria que posee su hija. —No es que sea la mujer más bella, pero si es la mujer más natural que he conocido y es la que me interesa—. Me gustaría que me tomara en cuenta.
Enarca ambas cejas, estoy seguro de que su cerebro ha estado maquinando cualquier tipo de escena que lo termine de sacar en la pocilga donde se encuentra. No hablo de su hogar, hablo de todas las deudas que se ha echado encima.
—La chica es mía. —Gruñe el más viejo.
Quiero verlo con burla y preguntarle si está seguro que puede complacer a una mujer ardiente como lo es ella, pero me callo por dos razones. Primero, soy un caballero educado que quiere ganarse a su futuro suegro. Segundo, no he estado con ella como para saber que tan ardiente es.
—Aún no está decidido. —Se apresura a decir Charles.
Eso lo sabía desde el momento en que ha visto mi forma de vestir y mi estilo al comportarme.
—Me alegra saberlo. —Vuelvo a asentir educadamente.
—Pero…
Charles levanta la mano callando al hombre que estaba más que encantando quedarse con mi chica.
Prometí cuidarla y lo haré.
—Quiero hablar a solas con el señor…
—Manson.
No necesita saber mi apellido o por lo menos aún no.
El hombre mayor de muy mal humor se marcha dejándome con mi suegro.
¿Qué clase de persona es capaz de vender a su hija al mejor postor?
¿Por qué me siguen sorprendiendo estas cosas?
Debe ser porque llevo muchos años viendo cómo, Antonio, ha protegido a su familia y he llegado a pensar que todos protegen a su familia como lo ha hecho él. No todos son líderes, algunos toman ese nombre, pero venden a su equipo al mejor postor.
—¿Conoce a mi hija?
Niego.
—Primero permítame ofrecerle una bebida. —Señalo la barra improvisada.
El hombre levanta la cabeza como si fuera el anfitrión e inicia su marcha. Es de esas personas que le gusta que estén adulando.
—¿Por qué quiere casarse con mi hija si no la conoce? —cuestiona luego de tomarse el primer trago de vodka.
Miro al frente como si estuviera meditando la respuesta.
—He escuchado hablar que es una mujer hermosa.
Eso parece gustarle a Charles.
—Es más que hermosa.
En realidad, debo darle la razón.
—¿Me permitiría casarme con ella?
El hombre me mira y sé cuál es la respuesta.
Estas personas son tan predecibles.
—No lo conozco de nada, sería un mal padre si casara a mi pequeña con una persona de la que no se nada.
Asiento con amabilidad.
—Es completamente entendible. —Bebo un poco de mi bebida—. Mi padre ha estipulado que para que pueda acceder a las empresas debo casarme, por lo que al escuchar que está buscando esposo para su hija me he tomado el atrevimiento de pedirle que me considere como pretendiente. —Hablo sin dejar de lado la elegancia que parece gustarle al hombre—. Si usted, me permite casarme con su hija mañana mismo concreto una cita con mi padrino.
—¿Su padrino…?
—Sí, señor, él dará fe de la persona que soy, de esa forma ya no seriamos extraños. Usted sabría todo de mí.
Sé que ha caído cuando sus ojos brillan con curiosidad.
—¿Y su padre?
—Como dije está en unas largas vacaciones. ¿Entonces qué me dice?
—No estoy seguro.
Veo el brillo, ese que conozco como codicia.
—Concretaré una cita con mi padrino, luego de nuestra charla usted me dará su respuesta. ¿Qué le parece?
Asiente.
—Me parece justo.
Este hombre no tiene palabra, pero con esto me doy un poco de tiempo para sacarla de esas garras.
—¿Desea que pase por usted…?
Estoy seguro de que me dirá que no.
—No.
Lo que dije.
—Regáleme la dirección y llegaré ahí.
El hombre quiere comprobar que adonde vaya sea mío o tenga que ver con mi familia. Odio este tipo de personas, estoy seguro de que sentiré satisfacción cuando su vida esté en mis manos. No tendré ningún tipo de consideración.
—Por supuesto.
Como hombre preparado que soy para cualquier situación tomo el bolígrafo que cargo en el bolsillo del saco. Tomo la servilleta más cerca y escribo la dirección.
—Nos vemos a las nueve de la mañana. Espero que su respuesta sea positiva. —Me pongo de pie extendiendo la mano hacia él.
Sus ojos bajan a la servilla y tal como lo esperaba veo sorpresa al ver que se trata de los Fonseca, una familia con reconocimiento en Francia.
—Ahí estaré.
Asiento ajustando mi chaqueta.
—Si me permite debo retirarme.
—Nos vemos. —Asiente hacia mi confiado.
Lo tengo donde quería.