Ya había terminado de ordenarme minuciosamente lo necesario para la reunión de esta noche, no me había tomado ni tres horas y cabe mencionar, que los nervios no abandonaron mi cuerpo ni por un mísero segundo. De solo pensar que iba a estar en el mismo lugar e interactuar con los peces gordos de la industria automotriz, se me revolvía el estómago de los nervios y lo que era peor para mí, tendría que aceptar que Jacob se encargase de que me viera presentable, eso implicaba que malgastara su dinero en ropa para mí, si fuera otra persona estaría encantada con aquella idea. - Señorita Pinedo, ¿está todo listo para la cena de esta noche? -mi jefe llegó hasta mi escritorio justo cuando iba a avisarle que ya había terminado. Mi vista se posó en él y me fue inevitable recordar sus manos sobre