ULISES ¡Madres! Se me había juntado el ganado. Madres, mierda, madres, mierda. ¿Y ahora qué haría?. Estaba en un santo problemón y esa mujer había aparecido como el mismo demonio, con ese vestido rojo que hasta el mismo Satanás babearía por ella. Sentí que el alma me entraba y me salía como un yoyo. Estaba falto de aire ante la escena que estaba presenciando. Estúpidas novelas, no estaba en una y sin embargo, parecía todo lo contrario. — Ulises ¿qué es lo que me estás diciendo?—dijo Minerva a mi lado. — Lo que has escuchado. —Volteé a ver a mi novia que tenía los ojos húmedos por las lágrimas que estaban a punto de salir.— Es Penélope, mi... esposa. —Traté de ocultar la palabra esposa, pero era tan fuerte en ese contexto que era imposible no escucharla. Vi que mi vida estaba valien