BASTIAN
(TRES AÑOS ATRÁS)
Nos sentamos a comer en la enorme mesa de los Sorita. Era una comida privada con solo unos cuantos invitados privilegiados, entre ellos el jefe de la policía.
Si en algún momento estaba decidido a acudir a la ley para que me protegiera y protegiera la vida de mi madre, mis esperanzas se estaban esfumando al ver la presencia de la ley sentado a la mesa de los criminales. No podía creer que muchas de esas veces el sistema estuviera tan corrompido para que personas de calaña como ellos pudieran operar libremente sus delitos sin tener consecuencias por ello.
Minerva no paraba de verme durante toda la comida, mientras que yo hacía caso omiso de ella. Apolo nunca me dijo si ella me conocía de antes, qué tan cercanos habían sido Ulises y ella. Eran detalles que te
