PENÉLOPE Había pasado una mañana demasiado agitada. Desde la fiesta de Sofía Bell, mi presencia en la ciudad había tomado relevancia por ser una de las empresarias más exitosas en el mundo de la joyería Europea. Sofía me había llamado para tener un brunch, había invitado a un grupo selecto de mujeres para asistir a su casa a una de sus reuniones que por lo visto lo hacía de manera mensual. Muchas de ellas se reunían en eventos sociales para convivir un rato y ver oportunidades de negocios. Era una modalidad en cómo la alta sociedad se movía y yo estaba bastante familiarizada gracias a Camille. Había aprendido mucho de ella. Llegué a las once de la mañana al punto de encuentro. Sofía me había platicado que sería una reunión corta y que la puntualidad importaba mucho. Siempre era muy p