—No Emilia, entiende que no saldré más a discotecas o a lugares donde haya muchas personas. No quiero que inocentes mueran por mi culpa y ya ingerí alcohol la otra noche. No puedo hacerlo hasta dentro de seis meses. Llevaba quince minutos rogándome por teléfono para que saliéramos esta noche, pero lo que menos quería hacer en mis días libres, era salir. Tenía miedo que cualquier hombre me hablara y terminara muerto. —Darko no está en Italia. Seguro y ya se olvidó de ti, esas personas tienen a muchas mujeres a su merced, así que tranquila y no tienes que beber, solo bailar. Aunque lo que decía posiblemente era verdad, no dejaba de causarme un malestar en mi interior. —Aun así, ahora viene papá. Almorzaremos juntos. —¿Y cuándo se vaya? —Bufé, no se cansaba—. Lorenzo últimamente tien