Mahi trató de apartarlo, de que no continuara acariciando su cuerpo, pero con cada toque, con cada caricia se perdía, reaccionó cuando Ernesto estaba sobre ella, cuando empujó con mucha fuerza para hundirse en su interior, y Mahianela no pudo hacer nada para impedírselo.
A pesar de lo húmeda que estaba, Mahianela no quería, se rehusaba entregarse a un hombre que no la amaba, fueron cuatro intentos y en el último sintió el desprendimiento de sus telares, aquel dolor lo aplacó en un gemido y las lágrimas brotaron de sus ojos.
Ernesto no tenía conocimiento del daño que le provocaba, pues él pensaba que ella ya había estado con su abuelo, sobre todo, el deseo que causaba la droga no se lo permitía.
Una vez que se complació, se levantó y salió de la habitación dejando a Mahianela rota, des
