Ester Harris. Transcurrió una semana, al menos ya no me delineaba mal los ojos, caminaba más erguida y había decidido cambiar de tacones para trabajar, lo que me asignaba la empresa me lastimaban los pies, ahora el modelo que utilizaba me parecía más lindo, elegante, aunque menos señorial. Cuando me tocaba comer en la oficina aprovechaba para practicar los modales que se debían tener sobre la mesa, cómo sostener el tenedor y cada cuánto masticar y tragar. Las lecciones de idiomas iba avanzando, Carla decía que se me era muy fácil aprender, ahora ya sabía cómo conjugar verbos y aunque a veces se trababan mis palabras, lograba hacerme entender. También mi amiga me había facilitado una lista de palabras con las que podía suplantar las que ya usaba, eso me iría a ayuda