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            Y allí, como pude, me levanté, apartando con recelo los tacones a un lado, mis pies descansaron después de ello. Abrí la puerta un poco, asomándome como un gato curioso, entonces pude ver la sonrisa a labios cerrados que me regalaba una esbelta mujer de muy corto cabello n***o y bajé la mirada hacia el cajoncito de herramientas en sus manos. —¿Señorita Harris? —preguntó, haciendo que levantara la mirada hacia su cara de finas facciones. Asentí, respondiendo a su amable sonrisa—. La señorita Carla, por orden de uno de los jefes, me ha pedido que venga exclusivamente a cambiarle el look.             Ella parecía un tanto entusiasmada, pero yo estaba confundida y mi rostro lo demostraba, junté las cejas. —¿Cambiar el qué? —pedí una aclaratoria de esa palabra que no había enten

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